Antonio Vodanovic: “Para mí el éxito era una droga”

/ 19 de Febrero de 2013

Tras diez años de retiro voluntario, el mítico animador del Festival de Viña está de vuelta a las pistas como conductor del programa de humor Hazme Reír, de Chilevisión. En charla franca y distendida, Antonio Vodanovic cuenta cómo la ansiedad por el éxito y el estrés le hicieron tocar fondo en un momento de su vida, el alivio y sanación que halló en la filosofía Isha y el Biomagnetismo (del cual hoy es terapeuta) y, de paso, rememora el bizarro episodio en que el vocalista Mike Patton, De Faith No More, le dio un “agarrón” en pleno festival.


Antonio Vodanovic nos recibe temprano en su departamento ubicado en el elegante barrio de El Golf. Allí, tiene su oficina, productora y consulta de Biomagnetismo. Sí, leyó bien: su consulta de Biomagnetismo. Es que desde hace diez años no es el mismo. La máquina que era su trabajo en la televisión lo sobrepasó, estresó y saturó hasta un nivel en que tuvo que apretar freno y explorar otros rumbos. Y uno de ellos fue el mundo de las terapias alternativas y la filosofía Isha que, según asegura, le está haciendo pasar “el momento más gratificante” de su vida.
Sin embargo, nunca estuvo del todo alejado del show business. Por ahí se dedicó a la producción y animación de eventos, a pitutos, e incluso hace un par de años participó como jurado del programa Talento Chileno de Chilevisión. Pero, eso sí, nada que tuviera que ver con la animación ni la producción de televisión. Simplemente, estaba “chato”.
Hasta que entre una que otra propuesta apareció Hazme Reír, una competencia de humor de formato similar a los consagrados programas de talentos. Allí, dos humoristas o grupo de cómicos se enfrentan a un duelo, cuyo veredicto es decidido por el público presente en el estudio mediante una teclera. La idea sencilla, familiar y veraniega terminó por convencerlo.
-¿Cómo evalúas este regreso a la TV?
-Hazme Reír es un programa sin pretensiones ni tampoco tenemos acceso a todo el humor que existe en el país. Estamos restringidos por muchas razones, hay humoristas que son de primer nivel que tienen contrato de exclusividad con otros canales, y otros que no van a la televisión. Por lo tanto, es una inversión, en el fondo: capitalización por un lado de los talentos que han aparecido en los programas, justamente, de talentos, y algunos rostros con mucha experiencia que están tratando de actualizarse. Pero es un desafío fuerte, es un programa intenso donde participo muchísimo en el sentido de que soy el bandejero de muchos artistas, entonces tengo que trabajar los libretos. Como no estoy acostumbrado al sistema de la muela, me tengo que aprender los libretos de memoria. Es un trabajo fuerte durante la semana: y con dos programas a la semana, con seis, siete libretos por capítulo, más un monólogo, más una serie de cosas, tengo que volver a activar la memoria, que si bien siempre fue buena, ya está más relajada.
-¿No te da miedo volver al estrés, a la sobrecarga y a todo ese malestar que justamente te hizo renunciar al training del trabajo en la televisión?
-Es una cuestión que hay que manejarla, como el ego. En esta profesión se cae en el ego, yo lo viví, con más o menos intensidad durante muchos años. Pero me di cuenta de que la mentalidad ególatra es un tremendo daño para la felicidad. Hoy no compito con nadie, en eso estoy absolutamente claro: tengo una excelente relación con los animadores del medio; no me considero ni superior ni inferior; no estoy en una pelea por ser el número uno. Yo estoy convencido que quiero ser el más feliz, y ese es un trabajo que lo hago profesionalmente en la televisión, que lo hago aficionadamente en otros campos, en el espiritual, en el campo de la medicina alternativa, etc, pero, la verdad es que mi vida ya no la rigen las obligaciones con horarios. Ahora los horarios los pongo yo y tengo más tiempo para mí. Era el momento de invertir en mí. Invertí mucho en hacer cosas, en crear, en luchar por hacer lo mejor, por ser un number one… hoy solamente me preocupa mi tranquilidad, la tranquilidad de mi gente, y estoy en un momento tremendamente gratificante.
-En algún momento dijiste que sólo trabajarías hasta los 55 años…
-Eso es lo que hice. Es que mi vida fue siempre muy planificada. Yo empecé muy joven. A los 22 años era ingeniero comercial, a los 23 estaba casado, a los 26 animé el Festival de Viña. O sea, hice todo rápido, hoy mis hijas son madres, tengo nietos. Por lo tanto, cuando uno habla del concepto de libertad, creo que si hay una persona que vive en libertad soy yo. (…) No tengo ninguna responsabilidad directa, salvo la responsabilidad de mi conciencia de seguir creciendo y ser cada día mejor persona, de poder sentir, de poder ver. Porque antes uno veía cosas pasar, miraba, pero a veces no veía, a veces no sentía. No sé si con los años o cuando uno es viejo se va poniendo más emotivo, pero hoy muchas cosas me emocionan.
-¿Te presionaron para animar Hazme Reír usando la muela y para andar pendiente del rating?
-La competencia es tremenda y naturalmente no hemos ganado. Y no vamos a ganar con Mundos Opuestos. Me piden que use la muela, pero ya saben que a cada rato me la saco (risas).No, esa violación en el oído me molesta muchísimo. Además, yo soy un tipo profesional, y esa cuestión no me la voy a sacar nunca: si tengo que hacer un programa estoy preparado. Por lo tanto, sé los textos, sé la continuidad de programa, sé lo que viene antes y después. Lo único que sí reconozco es que necesito cierta información cuando cambian en el proceso el programa, que nos vamos o no a comerciales, que adelantemos esto, que vamos con esto otro. Eso está pasando en la televisión. En mi tiempo uno planificaba, hacía una pauta del programa y la seguía al pie de la letra. Pero de repente, claro, hay instrucciones que me molestan, y yo no puedo hablar cuando me están hablando.
-Se comentó que el programa incorporaría a personalidades que se la jugarían en el stand-up comedy, como Pablo Zalaquett o Patricio Yáñez ¿Cómo va eso?
-Estamos intentándolo. Hay varios nombres conversados. Ahora, todos querían ver el primer y segundo capítulo, y la verdad es que yo me meto poco en la pauta. Doy algunas ideas que afortunadamente son bien recibidas, pero no voy al canal durante la semana, voy una vez, dos veces, máximo, pero no tengo el sistema de antes. Como productor ejecutivo yo vivía en el canal. Ahora es bastante más relajado, me mandan los libretos, los veo, los analizo, sugiero algunas cosas, trato de hacer contactos con algunos amigos humoristas. Algunos no son muy agradecidos y no quieren ir al programa (ríe). Es que hay gente que no quiere ir a la televisión. Y son buenos humoristas, pero ellos prefieren cambiar de público antes que cambiar de rutina, porque cuando van a la televisión queman la rutina. Por otro lado, Álvaro Salas tiene contrato con Mega; el Coco está de vacaciones; Kramer está haciendo prácticamente lo mismo que hizo en la película, por lo tanto lo hace en vivo y no lo quiere hacer en la televisión. No está fácil.

Ravotril diario

-¿Qué te parece el estilo de humor del lagarto Murdock? ¿Te incomoda?
-Yo creo que el humor de Murdock es el más inteligente. Es sarcástico, es duro, es violento, pero creo que siempre deja un mensaje. Esa es la diferencia entre el chistoso y el humorista: el chistoso te hace reír solamente. En cambio, Murdock te hace pensar y a veces reír.
-Eso llama la atención, porque Murdock va a los temas de forma bastante directa y puntuda, le da como bombo a la Iglesia y a la religión, y a pesar de eso es la estrella del programa, sube el rating…
-Y tiene un seguimiento de cabros chicos impresionante. O sea, yo creo que los niños están bastante avispados en este tiempo. Y eso también me preocupa, que nuestro programa no comience con mucha agresividad o violencia verbal a las diez y media de la noche. Yo creo que se puede permitir un poco más tarde, porque en esta época hay muchos niños que están viendo televisión y el humor familiar a mí me interesa como parte de la audiencia.
-¿Extrañaste demasiado la televisión durante tus años de semi-retiro? ¿Sentiste como un síndrome de abstinencia? por decirlo de alguna forma.
-No, creo que quedó demostrado que mi retiro fue absolutamente voluntario, que tenía y necesitaba crear un mundo más amplio. Creo que la tolerancia que hoy tengo fue precisamente de ese abandono de la televisión, en el sentido de que me permití crecer en muchas esferas. La televisión es una burbuja bastante cerrada, y yo creo que crecí en el plano espiritual, en un plano social, pero fundamentalmente me di cuenta de que la felicidad no estaba en el éxito profesional; la felicidad estaba en estar en paz con uno mismo.  Yo no dependo ni del aplauso ni de la crítica para ser feliz (…) ya no fui multimillonario ni mucho menos, pero creo que mi futuro también está asegurado.
-Se dijo que cuando estabas en el peak de tu carrera consumías dos miligramos diarios de Ravotril; que necesitabas tranquilizarte en la noche, energizarte en la mañana…
-Sí, bueno, yo consumía de todo. Bueno, sigo fumando, esa va a ser mi próxima terapia, mi próximo desafío para el año 2013 es dejar el cigarrillo (…) Hoy tengo la conciencia -antes no la tenía-  de que si bien el cigarrillo a lo mejor no mata-mata, tampoco es beneficioso para la salud.

-Como productor ejecutivo tenías fama de tener mal carácter, que eras pesado, estresado…
-Estaba sumamente presionado.

-Y ahora, en este regreso a la animación, me imagino que partiste desde otro ánimo, otro clima ¿O hay recaídas?
-No, yo creo que ha habido un cambio paulatino. El proceso de desarrollar la conciencia no se logra de un día para otro. Si estás con una depresión, al día siguiente no estás sanado, tienes que hacer un trabajo, y ése es el trabajo en que estoy. Ahora, lo que yo tengo súper claro es que este programa, ni ningún programa, ni ninguna pega que yo haga me puede llevar al estrés que yo tenía antes. Porque era una máquina absolutamente estresada, que a lo mejor no tenía la tolerancia, no tenía la capacidad de evaluar situaciones, y que su objetivo era uno solo: correr y ganar, correr y ganar. Y en eso a lo mejor fuiste pegando estrellones a un montón de gente y sobre todo tú te mortificaste mucho. Porque como había que ganar, había que correr como fuera (…) yo creo que fui una persona exitosa en mi carrera, pero para mí el éxito era una droga: si yo conseguía 30 puntos de rating, quería 35 al día siguiente. Era siempre más, más, quiero más. Y la vida no es querer más, es querer mejor.

Vodanovic, el terapeuta

De un modo sucinto, el Biomagnetismo se podría definir como un sistema de diagnóstico terapéutico que estudia, detecta, clasifica y corrige las alteraciones del pH mediante el uso del denominado “Par Biomagnético”. Catalogada entre las denominadas “terapias alternativas” o “medicina alópata”, esta técnica -creada por el doctor Mexicano Isaac Goiz Durán- se basa en la búsqueda de la patología humana desde un punto de vista “energético”: mediante la aplicación de imanes que determinan la polaridad y malignidad de patógenos responsables de las enfermedades.
El primer acercamiento de Antonio Vodanovic con este tipo de  tratamiento se dio hace algunos años, cuando la hermana de una amiga -que venía de haber estudiado Biomagnetismo con el doctor Goiz- le ofreció una consulta y “chequeo”. El resultado fue tan definitivo para Vodanovic, que terminó por borrar todo el escepticismo que hasta entonces guardaba frente a este tipo de temas. Luego seguirían cursos y más cursos, hasta llegar a formar su propia consulta. Esta nueva etapa más alternativa se complementaría con otra influencia trascendental: la filosofía Isha.
“Independiente del Biomagnetismo, que es una terapia que respeto, admiro y que recomiendo, creo que el cambio más importante de mi vida ha sido el sistema Isha, que también me lo mostró mi pareja. Es un sistema anti-estrés, un sistema de conciencia, de estar en el aquí y en el ahora, de vivir cada instante plenamente, es realmente maravilloso. No es un sistema político, social, filosófico, nada. Y está abierto a todo el mundo”, afirma el nuevo Vodanovic-zen.
-¿Y en qué consiste? ¿Es una especie de meditación?
-Es una meditación, pero que nosotros le llamamos unificación. Se basa en facetas que te conectan contigo mismo, como los mantras. Ojalá te pudieras unificar el mayor tiempo posible durante el día. Yo trato más de una hora al día.

-¿Cómo es que el Antonio Vodanovic de ese tiempo -ejecutivo, práctico, acelerado, profesional- prefiere o se inclina hacia el Biomagnetismo en vez de una terapia tradicional de siquiatría?
-Yo creo que fue un cambio de ambiente importante. El ambiente de la televisión -no tengo nada en contra de él, tengo muchos amigos en la televisión- es estresado, en el sentido de que estamos todos presionados por un resultado. O sea, aquí tu futuro depende de lo que hiciste hoy. Y eres tan buen animador como cuanto rating marcas, o eres tan buen profesional en la televisión como programas exitosos tengas. Cuando tomé la decisión de dejar la televisión conocí un mundo diferente, conocí gente diferente y, sobre todo, conocí una persona que para mí ha sido súper importante, que es mi pareja, a quien cada día admiro más, porque tiene un nivel de conciencia que todavía yo no alcanzo. Y ella me mostró un camino diferente, un camino que no ha sido fácil, pero que estamos en eso.

-Tú has dicho que con el Biomagnetismo “se puede curar hasta el Sida” ¿Puedes explicarnos cómo sucede eso?
-Trata el Sida. Curar, se puede, pero yo hablo de tratar el Sida. De hecho, yo tengo muchos pacientes con VIH desde hace muchos años y que no están tomando anti-virales, y que están perfectamente bien. De hecho algunos ya con test de Elisa negativo. Se puede tratar, como se pueden tratar con mucho éxito todas las enfermedades auto-inmunes, el Sida es una enfermedad auto-inmune también. Pero, enfermedades como el lupus,  como la fibromialgia, como la esclerosis, etc, tienen muy buenos resultados, porque ésta ha sido una medicina de muy bajo costo, y con resultados tremendamente positivos.

-En estos años como terapeuta ¿no te pasó que a veces llegara gente que sólo quería conocerte?  
-Sí, claro. En la primera etapa mucha gente venía a conocerme, además no cobraba, atendía gratis. Fue parte de mi práctica además. Pero también ya era una lata al final que llegaran con máquinas fotográficas, con cámaras, grabadoras, y con toda la familia para conocerte. Por lo tanto ya empecé a seleccionar a los pacientes.

“Porque esta noche, Viña tiene festival”

-Después de animar por 29 años el Festival de Viña del Mar ¿no sueñas de vez en cuando con que vuelves al escenario?
-No, yo creo que  cerré un ciclo cuando me fui a despedir, y creo que esa fue una noche maravillosa. En una noche, en ocho minutos, disfruté quizás mucho más que los 29 años que lo hice, porque llegué a mi casa con un montón de cariño. Llegué súper liberado, en el sentido de que volvía sin ninguna responsabilidad, solamente a decir “vengo a cerrar la puerta, que a lo mejor quedó entreabierta”, reconocer que mi tiempo había pasado, que hice taco durante muchos años. Yo creo que el sueño de cualquier animador es animar el Festival de Viña, y yo postergué a muchos durante 29 años.

-En aquella ocasión la gente, aparte de vitorear tu nombre, pedía que volvieras. También pasó posteriormente con otros animadores. Da la impresión que el público del festival quería por un rato más a Antonio Vodanovic como anfitrión de la casa…
-Yo creo que queda una impronta en el Festival de Viña que va a ser difícil de borrar, eso lo reconozco muy humildemente. Pero, creo que la decisión que tomé fue la más inteligente.

-Al parecer no es fácil el relevo. Eva Gómez, actual co-animadora del festival junto a Rafael Araneda, confesó en una entrevista que las críticas a su desempeño la hicieron “llorar todos los días” en las dos ediciones del certamen.
-Es que en Viña no se pasa tan bien. Allí la preocupación recae mucho en los animadores. Sobre todo porque las circunstancias cambian: antes yo era responsable absolutamente de lo que pasaba en el escenario, tenía absoluta libertad para decidir. En ese tiempo el festival era más familiar, más casero, la concha acústica era mucho más íntima, no había transmisión vía satélite. Yo fui creciendo con el festival, por lo tanto, más que un animador era un anfitrión, yo era el dueño de casa en el Festival de Viña. Y eso no lo hacías en un año ni en dos, lo hacías en varios. Fui viviendo muchas emociones, y fui superando muchas situaciones, y ya eran menos las nuevas que me podían sorprender. Realmente ya en los últimos años, cuando el monstruo no aparecía, hasta yo lo desafiaba, quería un poco más de adrenalina en determinados momentos. Reconozco que en los últimos años empecé a torear al monstruo, porque ya me empezaba a aburrir. Y se fue convirtiendo el Festival de Viña en un programa de televisión. Ahora, yo creo que hay mucha responsabilidad hoy en día que les atribuyen a los animadores, pero que no es de ellos, porque no son sus decisiones. Ellos están conectados también con un sonopronter, con un telepronter, y esas decisiones de repente afectan.

-De todos tus años como animador del festival ¿cuál fue el momento más difícil que recuerdes? ¿Lo del Puma, el corte abrupto a Coco Legrand, las pifias?
-Hay varios. Yo creo que lo del Puma (Rodríguez) fue complicado porque ahí se mezcló una parte artística con la política; fue complicado el momento de Wings también, cuando leyeron la declaración (apoyando a los artistas presos o amenazados de muerte por la policía del régimen militar). Yo soy un animador de televisión y animador de musicales. Cuando me metían la parte política me complicaba muchísimo. Lo del Coco fue una decisión que a él lo afectó, pero que también debe reconocer que fue porfiado el gueón, po, si tenía un tiempo y no contaba nunca el chiste del chancho, y venía Paul Anka, y teníamos compromisos… pero esa no fue una decisión mía. Fue una decisión del director que dijo “córtalo”, y yo como soy responsable, lo corté. (Coco) se sintió, estuvo 20 años sin ir al festival, pero creo que con el tiempo todos lo asimilan. Además, Coco era un lolo en aquel tiempo, con mucha adrenalina, y naturalmente él también aprovechó el momento, fue espectacular para la promoción que lo sacaran ahí, que él volviera, que los Carabineros, que la cuestión.

-Parte del show business…
-Eso es parte, justamente, del show business, de lo que es la efervescencia de un festival. Momento complicados… algunos artistas que no tuvieron éxito, sobre todo humoristas, que me dieron mucha pena. A Ronco Retes le fue mal, Los Muleros, un día muy bien, al día siguiente muy mal…
-Sergio Feito…
-Sergio Feito fue patético, yo escuchaba al hijo “vámonos papá”, y él seguía ahí. La verdad es que cuando a un artista le iba mal yo también sufría. Me dio mucha pena cuando le fue mal a la Vanessa Müller con La nana, también me dolió porque había trabajado conmigo. Es la impotencia de no poderte meter en ese show, porque si yo hubiera tenido armas para meterme en ese momento, lo habría hecho. Pero en una rutina de un humorista no puedes hacer nada.
-¿Es cierto que para ti los músicos anglo son particularmente complicados para el festival?    
-Los anglo son muy complicados, porque ellos vienen con una pauta… la verdad es que nos miraban antes con mucho más desprecio que ahora.
-Acá venían a tomarse el pueblo, poco menos.
-Eran las estrellas. A mí me hicieron volar del escenario varios, entre ellos The Police.
-¿Pero lo de The Police era una actitud política o eran derechamente pesados?
-No, yo creo que eran gueones volaos. De hecho se volaron durante todo el show. Ellos me hicieron abandonar hasta mi rincón del escenario y lo llenaron de cerveza y de otras cosas, y nadie podía circular por ahí. Ah, “y cuando nosotros estemos afuera del escenario, ahí entra el animador”… esas son las exigencias que de repente hacen estos tipos, y “no me interrumpan el show”, y “las gaviotas y antorchas métanselas por donde quieran”. Ellos tienen un play list y no se mueven de eso, y el animador para ellos vale callampa, ellos creen que vienen a hacer un recital.
-Hay un momento que se hizo de culto con el tiempo, todo un clásico en Youtube, que es la visita hace unos años de Faith No More al festival. Mike Patton incluso te pegó un agarrón…
-Hay gente que entra en ese juego y hay algunos simpáticos. La mayoría no, pero ponte tú, con Patton entramos en onda y yo entré al escenario a despedirlos, y de repente hay una guitarra ahí, y le digo “please ¿it’s possible? -ok, no problema-”. Y pesco la guitarra, y la tenían secuenciada, y me mando un solo que sonó más lindo que la cresta, y ahí me agarró el poto y toda la cuestión, y fue una cosa muy simpática. De hecho, cuando vinieron me pidieron que yo los fuera a presentar, y yo dije no, para ir a puro presentarlos ni cagando, no me voy a levantar para ir al Caupolicán. “¿Cuánto nos cobrai? No, no cobraría, pero me da lata”. Porque la verdad es que yo soy bien quitado de bulla.
-Imagino cómo debió haber sido tras bambalinas…
-No, si hubiera habido farándula en esos años estamos todos cagados (risas). Hay que reconocer que el festival era nuestro Carnaval de Río, por la efervescencia que se vivía. Pero lo que nunca me voy a olvidar, es que terminaba el festival y yo me iba de vuelta en auto hasta Santiago en silencio absoluto… después de todo el bullicio de esos días. “Puta que fui famoso anoche”, decía. El momento más feliz para mí era cuando despedía el festival. Ahí me relajaba.
-¿Por qué el festival tiene esa costumbre de juntar artistas tan diferentes en una misma noche? Por ejemplo, en una noche Simply Red y después Paolo Meneguzzi; o Santana, y a continuación Farkas. Debe ser una de las parrillas más raras del mundo…
-Es que naturalmente en un festival que no es un recital, hay diferentes propuestas para diferentes tipos de público. Yo siempre probaba antes de comenzar el festival, y decía “esta noche vamos a tener a tal, a tal y tales, para ver cuál era la reacción del público con el aplauso inicial. Entonces, ya sabía con cual me tenía que prodigar más.
-Ahí quedaron marcas de fábrica tuyas, como el mencionar los hits de un artista incógnito hasta, finalmente, revelar su nombre…
-Yo usaba mucho las frases de las canciones, que era una forma de ir in crecendo con el ánimo de la Quinta Vergara. Sé que puede saturar un poco, como el estilo Arjona, que hay gente que le fascina y otros que les molesta (…) Bueno, es un estilo que hoy día ya lo he matizado y lo uso menos, pero que es una marca registrada. Y que, curiosamente, lo he escuchado en otros animadores, también. Pero la frase que quedó para la historia es “Porque esta noche, Viña tiene festival”.

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