Automedicación: una realidad cada vez más preocupante

/ 17 de Enero de 2010

Enmascarar, prolongar o empeorar una enfermedad, presentar efectos adversos indeseados y aumentar las probabilidades de interacciones farmacológicas, son algunas de las consecuencias que puede producir la automedicación. Hoy en día, muchas personas utilizan fármacos de forma voluntaria, sin consultar a un especialista, y sólo se conforman con que un amigo, vecino o pariente lo haya consumido alguna vez, sin tener conciencia de sus consecuencias negativas. Cada vez es mayor el número de personas que se automedican en nuestro país, siendo incentivadas a través de tentadoras ofertas y descuentos, lo que ha convertido a los medicamentos en casi un bien mercantil.
Desde siempre los fármacos han sido un bien que contribuye a la salud de la población, siendo el pilar fundamental para el tratamiento de muchas patologías. Los profesionales del área se han preocupado del uso racional de estos medicamentos, evaluando el beneficio de su uso y utilizando los menos riesgosos, ya que todos –de alguna u otra forma– poseen efectos adversos que pueden dañar la salud. Por ejemplo, la aspirina puede provocar hemorragia gástrica, la dipirona es capaz de dañar la médula ósea y un antigripal puede ocasionar taquicardia y hasta un infarto cerebral.
Según cifras del Centro de Información Toxicológica de la Universidad Católica (Cituc), los medicamentos ocupan la primera causa de intoxicaciones en Chile, con un 58%, seguido por los útiles de aseo, sólo con un 16%. Dentro de estos medicamentos, en segundo lugar se encuentran los analgésicos antiinflamatorios no esteroidales, grupo comúnmente utilizado que no requiere de receta, dentro de los cuales encontramos el ácido acetil salicílico (aspirina), paracetamol, ibuprofeno, diclofenaco, piroxicam, metamizol sódico (dipirona), entre otros de uso frecuente.
Muchas personas los adquieren por referencia de alguien que los tomó y obtuvo buenos resultados, sin considerar parámetros como edad, dosis, frecuencia de administración, duración del tratamiento, enfermedades asociadas, uso terapéutico, entre otros antecedentes que determinan el éxito o fracaso de un proceso farmacológico o una posible intoxicación.
Por otro lado, existen fármacos con los que se debe tener especial cuidado, ya que pequeños aumentos en las dosis pueden producir un efecto tóxico con facilidad. Dentro de este grupo se encuentran algunos antibióticos, digoxina, litio, fenitoína, carbamazepina y acenocumarol, que requieren controles periódicos y exámenes de laboratorio frecuentes.
Se estima que en Estados Unidos, un 4,7% del total de hospitalizaciones anuales –1 millón de pacientes– son debidas a efectos adversos a medicamentos. Por otra parte, aproximadamente 100 mil muertes al año serían atribuibles a ello. De todas éstas, un 28% son producidas por la automedicación, las cuales serían evitables si existiera la orientación de un especialista.
Nuestro país no está alejado de esta realidad, debido a que diariamente acuden personas tanto a los hospitales como a consultas privadas, aquejadas de problemas de salud, pero que en muchos casos corresponden a problemas relacionados con medicamentos, derivados de su mal uso.
Con respecto a la legislación de medicamentos en Chile, aún queda mucho por hacer, para –sobre todo– reevaluar algunas medidas propuestas en cuanto a la disposición de fármacos en venta libre a través de góndolas, en particular los analgésicos.
Ruth Yévenes Hernández
Directora Carrera Química y Farmacia
Universidad San Sebastián.

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