Boris Quercia se lanza al espacio

/ 22 de Febrero de 2007

Boris Quercia
El VII Festival de cine latinoamericano de Lebu fue la ocasión perfecta para tomarse unos días de relajo junto a sus hijas. Aunque fuera sólo por un breve momento. Su agenda lo llevará a Perú a iniciar la campaña de promoción de “El rey de los huevones”, y pronto lo veremos encarnando a un astronauta looser en “Chile puede”.
Y en sus ratos libres, afina el guión para uno de sus más ambiciosos proyectos: la película sobre la vida y obra de Roberto Parra, un viejo querido y admirado desde sus días en “La Negra Ester”.

A pesar de ser conocido como el Rey de los Huevones, Boris Quercia (40) no tiene un pelo de tonto. Su carrera está llena de éxitos desde sus días en el “Gran Circo Teatro”, del desaparecido Andrés Pérez. Tras grabar un par de teleseries, decidió aventurarse en lo audiovisual. Recibió sus primeras lecciones en “Historias de Fútbol” de Andrés Wood (1997), y ya el 2000 estrenó “LSD”, película que pasó a ser reconocida como el primer largometraje nacional en formato digital y que presentó en sociedad a un entonces principiante Benjamín Vicuña. Luego vino la taquillera cinta “Sexo con amor”, que marcó un récord al llevar más de un millón de espectadores a las salas en 2003, y tres años después “El rey de los huevones”, que nuevamente se transforma en un fenómeno popular, pero con una taquilla menor que su antecesora. La audiencia televisiva también lo favoreció el 2005 con “Geografía del deseo” (basada en la novela “Atlas de la geografía humana” de la escritora Almudena Grandes), que alcanzó un rating de 18,2 puntos promedio.

Definitivamente, Quercia no está para pasar inadvertido. Lo suyo es lo popular, y sus próximos proyectos se encaminan en esa dirección: en “Chile puede” (que debería estrenarse en julio de este año) encarna a un profesor de castellano a quien las circunstancias lo convierten en el primer astronauta chileno en llegar al espacio. La película promete. Fue rodada a formato 35 milímetros y su elenco está compuesto sólo por destacados: Ricardo Larraín (“La Frontera”) en la dirección, Willi Semler como un malvado empresario, más la participación de Javiera Contador y la mismísima Tonka Tomicic. Quercia también se mantiene atareado con su viejo proyecto sobre la vida del tío Roberto Parra. Ya ganó un FONDART para el guión, y la historia incluirá desde la infancia hasta sus célebres peregrinajes por la casa de remoliendas de la Negra Ester. Será una producción cara, que intentará reconstruir un Chile ya desaparecido, el Chile republicano previo a 1973.

Bajo el sol y las playas de Lebu, Boris nos entrega algunos detalles de lo que viene. Despotrica contra las “elites culturales” y revela por qué le agrada seguir siendo “El rey de los huevones”.

¿Cómo se viene la mano con “Chile puede”?

Se trata sobre un empresario obsesionado con poner un chileno en el espacio, y lo logra. El problema es que no lo puede bajar. Lo logra a espaldas del Gobierno y de la FACH, porque nadie le cree, piensan que es un loco. La historia tiene varios frentes: está el astronauta arriba, un profesor de castellano que soy yo; abajo, en el Centro Aéroespacial de Atacama, está su novia intentando bajarlo; hay un periodista que intenta sacar provecho de toda esta situación y está también EE.UU, que cree que todo esto es un complot contra ellos, obviamente (…) Es una película que también juega con los efectos especiales, con poner a una nave flotando en el espacio, aunque sea una nave muy sencilla, que está hecha casi artesanalmente, pero que igual tiene que parecer real. No es una película de ciencia ficción. Es una película realista, que cuenta un hecho extraordinario, que debiera ser creíble en los efectos especiales. Eso es lo que estamos tratando.

¿Este rol se conecta de alguna forma con los otros que venías encarnando desde “Sexo con amor”?

Sí, es un poco el mismo personaje que hago siempre, que es “El Rey de los huevones”, un tipo que es víctima de las circunstancias, en este caso de un tipo (Willi Semler) que está obsesionado con el patriotismo. El “profe” es un tipo que es totalmente víctima, lo agarran y lo ponen ahí porque nadie se atrevía. Él sólo quería ser poeta, pero no es nadie ni va a ser nadie, y está toda la película a punto de morir.

“Soy pragmático, me gusta llenar las salas”

¿Qué te pasa cuando te involucran entre los cineastas pragmáticos que ven en el cine pícaro una buena estrategia comercial?

Yo soy pragmático, en el sentido que me gusta llenar las salas, eso es lo que yo busco. Me gusta que mis películas tengan éxito, absolutamente, es mi norte. Ahora, si fuera tan fácil como montar un tema picaresco y llenar las salas, sería maravilloso, pero no es así. Uno nunca sabe muy bien qué es lo que va a funcionar. De hecho, “Mujeres infieles”, que era con minas ricas, no funcionó para nada. Y, en cambio, todos decían, “no que el cine chileno es muy político, que no hagan cosas políticas”, y surge “Machuca”. Una película súper política, y hace 750 mil espectadores. Entonces hay que hacer buenas películas. Buenos guiones, buenas direcciones. Uno siempre trata de hacer todo bueno. A veces te equivocaste y no te diste cuenta y escogiste a la actriz que no era. Pero eso lo vas a saber a dos días del estreno. Cuando hice “Sexo con amor” y no tenía plata para yo, personalmente, vivir, traté de vender parte de mi porcentaje y mostré la película a mucha gente, en privado. La gente la veía y no se convencía. Hasta que la vio un tipo y dijo “sí, a esto le va a ir bien”. Entonces, ojalá fuera tan simple, y fuera como poner tetas.

Se critica que la programación de la televisión ha decaído en calidad y contenidos, ante la invasión de la farándula ¿Compartes esta opinión?

No, todo lo contrario. Yo creo que la televisión nuca ha sido más ni va a ser más que lo que es. Porque tú no le puedes exigir a nadie que haga 12 horas de contenido diarias y que eso tenga calidad, eso es imposible. Tú no puedes poner “La belleza de pensar” en un horario prime, porque la gente no quiere ver a un señor conversando con otro cosas trascendentales, después que llega del trabajo. Es una huevada, a nadie le interesa. La gente que quiere más cultura en la televisión, es la gente que a la menor oportunidad de entrar a la tele se mete a hacer leseras, con el sueldo que le van a pagar. Yo creo que hay un gran cinismo y un gran snobismo. La cultura es una cuestión que está absolutamente viva y es lo que somos, lo que está pasando todo el rato en la calle. Chile es un país donde la mayor identidad no está en la elite cultural. La mayor identidad está en el pueblo. Mientras más popular es la cultura es más propia y más personal. Por ejemplo: los íconos de la familia Parra surgen absolutamente de la popularidad más extrema, como Roberto Parra, que vivió en casas de puta. Por ejemplo en los ´80, de dónde surge el tema emblemático: de San Miguel con Los Prisioneros.

¿No te incomoda que durante muchos años, cuando la gente te vea, te asocie y diga: “mira, ahí viene el Rey de los huevones”?

No, yo creo que es una gran gracia. Quiere decir que hay una gran llegada a la gente, lo que es muy difícil lograr desde un medio independiente como el cine. Me llena de orgullo que hayamos sido capaces desde una empresa tan pequeñita como la nuestra, que somos dos personas en una oficina, de llegar a un país entero con un concepto, un personaje. Lograrlo en Chile – a mí en todas partes me dicen “El Rey de los huevones”- es maravilloso. Y va a depender de lo próximo que haga para sacarme ese estigma, como también fui capaz de no seguir siendo “el de lavadora”, que era lo que me decían antes de “El Rey de los huevones”. Es un temor de todos los artistas quedarse pegado en todos los personajes –como Pin Pon que quedó así para siempre (risas)- y eso depende de la capacidad que uno tiene de renovarse y no quedarse dormido en los laureles.

Por Nicolás Sánchez
Fotografía: Gino Zavala

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