Borsalino marca tendencia en Concepción. Hace 23 años que la tienda entrega lo último de las pasarelas del mundo, con la asesoría experta de un equipo que busca destacar la belleza en cada mujer.
Entrar a Borsalino es un agrado. Un ambiente acogedor que permite a las clientas hacer un alto en su día a día y tomarse el tiempo para escoger una prenda especial o, simplemente, tener una conversación entretenida junto a un café. Macarena Arrivillaga Robert, diseñadora de la tienda Borsalino, ha trabajado arduamente para ello, poniendo especial atención en cada detalle. “Mi tienda es mi casa y recibo a mis clientas como invitadas a mi hogar, un lugar en donde pueden darse el tiempo para sentir la prenda, ver detalles, texturas, descubrir la belleza, el diseño, en una ambientación exquisita, donde probarse es una obligación… porque sólo en ese instante sabe lo que ocurre dentro de ella”, dice convencida.
En su opinión, observar al cliente para entregarle una propuesta en vestuario, que destaque su belleza y personalidad, es parte de su trabajo. Destaca que le gusta trabajar el look de una mujer más alegre y sexy, y sacar la dulzura que todas tienen, “eso siempre es posible, sólo se necesita escoger la prenda adecuada y saberla combinar. Mezclar brillos con un jeans, sin perder delicadeza, es un arte, algo más fashion y a la vez sport, ése es mi trabajo”, enfatiza.
Sus años de experiencia los señala como un caminar, un crecimiento que ha sido una verdadera universidad. “Mi gusto se ha ido refinando, adquiriendo mayor fuerza y confianza. Es como ver los colores de la naturaleza y cómo éstos se mimetizan, ahí se despierta la creatividad, por eso todas las mujeres me inspiran”, cuenta.
Está convencida de que al mezclar prendas debe haber honestidad. Y es justamente esa mezcla la que sorprende cada día lunes -con un cambio total- a las penquistas; se trata de las conocidas performances, que no son otra cosa que una propuesta de renovación en que se destacan distintas prendas y accesorios de su colección.
Calaveras y algo más
La tendencia actual siempre está en Borsalino. La moda de vanguardia de Nueva York y Milán transporta hasta esos lugares con sus colecciones, “lo que resulta muy interesante pues hay una especie de viaje”. También diseñadores de California, Argentina, Sao Paulo y Chile muestran sus creaciones, las cuales son escogidas personalmente por Macarena, quien es muy exigente con su trabajo y en cada uno de sus viajes se prueba cada prenda. “Es importante sentirla, conectarse con ella, hay mucho de percepción y también de esfuerzo, pues son más de mil prendas en cada viaje”, explica.
Los accesorios son interesantes en la facha y lo que marca esta temporada son las calaveras. Se llevan en carteras, cinturones, vestidos, polerones, anillos. Macarena Arrivillaga explica que su propuesta se basa en reconocer en la calavera el verdadero yo, “es mi armazón sin piel, mi interior, para volver a dar un sentido a la muerte”, puntualiza. También hay cruces, llaves y candados, camafeos, botellas, pirámides, puntas y colgantes con influencia étnica, que aportan mucho color y fuerza.
Las púas y tachas están muy en boga Y también se aplican a carteras, cinturones, además de blusas, vestidos, sobre mezclillas y gasas, logrando sofisticación en la prenda y sin perder la coquetería, femineidad e inocencia.
En cuanto a las tonalidades este verano, los cítricos destacan por su alegría y quedan muy bien en sweaters de hilo, chaquetas y vestidos largos. “La mezcla de texturas nos permiten encontrarnos con prendas de mezclilla, cuero, algodón y seda, además de aplicaciones en encaje. Todo es posible”, finaliza.