Centro ocupacional ASPAUT Chiguayante: un camino para la inclusión laboral de Adultos con TEA

/ 19 de Diciembre de 2023

En un terreno en comodato municipal, de poco más de mil 700 metros cuadrados, la Corporación ASPAUT Biobío trazó un camino vital para la inclusión de personas con Trastorno del Espectro Autista. Desde su escuela especial hasta la creación de su centro ocupacional, forjaron un trayecto único para niños, jóvenes y adultos con TEA, creando oportunidades educativas a medida y un espacio laboral adaptado, desafiando barreras y abriendo puertas hacia la integración y la independencia para quienes, de otro modo, se verían marginados de esta oportunidad.

Texto y fotografías: Elías Meza Falcón.

Junto al apacible tránsito de la calle Manquimávida, que atraviesa el área urbana de Chiguayante, convive una singular señalética de tránsito. Es la que advierte la cercanía de Zona de Escolares, pero en este caso se acompaña por dos palabras: “alumnos autistas”.

A pasos del letrero se sitúa un edificio azul de dos pisos, emplazado en un predio de mil 700 metros cuadrados, entre la Escuela Manquimávida E-569 y la Tercera Compañía de Bomberos de Chiguayante. Es la Escuela Especial ASPAUT y, tras ella, su centro ocupacional.

ASPAUT, acrónimo de Asociación de Padres y Amigos de los Autistas, es un nombre presente en varias organizaciones y corporaciones del país. En este caso, ASPAUT Octava Región agrupa a padres, amigos y familiares de niños y adultos con TEA del Biobío. En un inicio pertenecía a la corporación nacional, pero en 1993 tomó un camino jurídico aparte, al concretar su propia entidad legal.

“Fue para agilizar trámites y gestiones que, mandando a Santiago, se demoraban mucho”, explica Gonzalo Gajardo, presidente de la corporación en Biobío. Él, ingeniero pesquero de profesión -aunque nunca ejerció-, se ha dedicado a gestionar, buscar oportunidades y, junto a una decena familias, levantar lo la Escuela Especial ASPAUT Chiguayante y el Centro Ocupacional ASPAUT Octava Región, que funcionan en el lugar. El terreno donde estos se ubican fue entregado en comodato por el municipio, por 15 años con posibilidad de renovación.

Ashley Gálvez, terapeuta ocupacional; Gonzalo Gajardo, presidente ASPAUT Biobío, y Karen Silva, coordinadora del centro ocupacional.

La escuela especial recibe una subvención escolar a través del Sistema de Educación Pública. Nació el 2006, como una respuesta a la incesante búsqueda de padres cuyos hijos se encontraban con un mar de dificultades al querer ingresar a un establecimiento educacional con un Programa de Integración Educacional (PIE) o, derechamente, no podían hacerlo porque estos colegios no contaban con profesionales para atender las necesidades de niños TEA con un diagnóstico severo, como, por ejemplo, no haber desarrollado el leguaje verbal o presentar dificultades de interacción social.

Por su parte, el Centro Ocupacional ASPAUT es, en palabras simples, una cruzada de la corporación en Biobío. Es un esfuerzo donde están involucrados los padres para que sus hijos puedan insertarse en el mundo del trabajo. Es el lugar que actualmente permite a un pequeño grupo de jóvenes y adultos TEA transitar desde la escuela al mundo laboral. Físicamente, unos pasos separan al colegio especial del que egresaron del centro ocupacional donde comenzarán a trabajar, pero en lo que se refiere a experiencias de vida, es un tremendo salto hacia esa integración de la que tanto se habla, pero que, para ellos, en términos de oportunidades laborales, es tan escasa y esquiva.

Educación a la medida de cada uno

“Desde que supe el diagnóstico de mi hijo Nicolás, me dediqué a tiempo completo a sus traslados, sus controles y, luego, a encontrar un lugar para que iniciara sus estudios”, rememora Gonzalo Gajardo.

Hoy Nicolás tiene 30 años. Egresó de la Escuela ASPAUT en Chiguayante y actualmente trabaja en el centro ocupacional. Esa fue su única opción. Para él, como sucede con otros adultos con TEA, no hay otras oportunidades laborales.

Como presidente de la Corporación, Gonzalo conoce cada detalle de su funcionamiento. Recalca que la escuela de Chiguayante, a diferencia de otros colegios especiales, es exclusiva para estudiantes con diagnóstico TEA.

Una vez finalizada la enseñanza básica, ellos continúan con lo que se denomina niveles laborales, que son cursos donde pueden desarrollar habilidades que los habilitarían, en teoría, para desarrollar algún oficio. Este nivel laboral, sin embargo, no es homologable a la enseñanza media.

Karen Silva es TENS, pero actualmente se desempeña como coordinadora del Centro Ocupacional ASPAUT.

“Llegué a ASPAUT por mi hija Catalina. A ella la diagnosticaron con TEA a los dos añitos, y uno ahí empieza inmediatamente a buscar ayuda por todos lados, así fue como encontré la corporación”, recuerda.

Catalina estudió en una escuela regular, pero asistía con frecuencia al Centro Terapéutico de ASPAUT en Concepción, ubicado en la Casa de la Discapacidad, a pasos de Hospital Regional de Concepción, otra de las iniciativas que nacieron durante estos 30 años. Aprendió a leer antes que, a hablar, a los siete años, y su escolaridad básica estuvo marcada por su buen desempeño.

“(En la escuela) le sacaban el jugo. Ella tiene una gran capacidad para memorizar, así es que le iba bastante bien. Pero terminó su octavo básico y se le cerraron las puertas. Me dijeron que no había un decreto (del Mineduc) para que la educación especial continuase en educación media, y que tenía que buscar algún lugar donde llevarla. Y empezó el peregrinar”, relata Karen. En medio de la búsqueda, acudieron a la Corporación de ASPAUT en Biobío, y matricularon a su hija en la escuela que administran en Chiguayante.

“El papá de Catalina no quería que continuara en los niveles laborales, pero dijo ‘veamos cómo anda un mes’”, narra su madre. El cambio fue total. Catalina estaba feliz, comenzó a conversar y a interactuar con otros. En la casa también cambió. “Antes yo le hacía todo, pero después se fue haciendo más autónoma. Ahí el papá dijo ‘ya, que se quede’”, recuerda. Y eso es lo que marca la diferencia, según aseguran padres y apoderados del recinto. El lograr un entorno capacitado, habilitado y habilitante para decenas de estudiantes diagnosticados con TEA, en muchos casos severo, que permite un desarrollo integral y a la medida de cada uno.

Cuando los “niños TEA” crecen

El camino hasta egresar de la educación escolar estaba hecho. Pero ¿qué ocurre cuando estos escolares egresan y se transforman en adultos TEA? Esa inquietud, que tienen miles de padres y familias en Chile, movilizó a la corporación ASPAUT Biobío a ejecutar su más reciente proyecto: su centro ocupacional.

“Surgió desde la necesidad de atender a una población que va quedando egresada de los niveles educacionales, pero sin ninguna opción laboral”, explica Gonzalo Gajardo. Una realidad que conoce muy bien, pues es a la que se enfrentó su hijo.

Karen explica que este centro es un espacio de trabajo protegido para todos quienes por su diagnóstico no pueden hoy desempeñarse en un lugar de trabajo “convencional”. “No es por falta de capacidades. Es más, son brillantes, pero hay otros temas, como las percepciones, la habilidad, por ejemplo, para movilizarse por sí mismos, que son obstáculos para que se puedan desarrollar como profesionales”, explica.

Parte de los objetos para comercializar aún en proceso.

El centro ocupacional se emplaza al final del predio de la escuela, en Chiguayante. Funciona administrativamente con tres personas (un asistente, una coordinadora y una terapeuta ocupacional). El resto son monitores voluntarios que enseñan y supervisan los diferentes talleres: gastronomía, confección de accesorios y manualidades, y trabajos agrícolas en el invernadero que fue habilitado junto al centro. 10 adultos TEA consiguieron insertarse allí, por fin, en el mundo laboral

¿El financiamiento? Esa es la parte más complicada, confiesa Gonzalo. “Hemos postulado a todo tipo de proyectos, hemos elaborado iniciativas y nos hemos adjudicado varias. La última, regional, permitió construir el centro.  Pero no hay categorías para postular la mantención del lugar, los gastos operativos o los costos de personal. Eso lo hacemos por nuestra cuenta, cada familia de quienes aquí trabajan da un aporte mensual. Es decir, los padres deben pagar para que sus hijos tengan un espacio para trabajar. La corporación financia el resto y también se suma lo recaudado de la venta de los productos que ellos mismos elaboran”, relata el presidente de ASPAUT Octava Región.

El centro, una oportunidad

Para llegar al Centro Ocupacional ASPAUT se debe ingresar por el mismo acceso que tiene la escuela. El terreno no es muy ancho, pero sí profundo. Luego de bordear la escuela, se debe cruzar por el patio, mismo lugar donde está emplazada la “casa funcional·, donde los estudiantes de la escuela aprenden a desarrollar habilidades domésticas que les sirven para su diario vivir.

Unos metros más allá se encuentra el centro ocupacional. Funciona solamente en las mañanas y tiene al menos cuatro grandes salas destinadas a las diferentes áreas de trabajo.

Tienen una cocina que es usada en el taller de gastronomía. En esta fecha la especialidad son las galletas de Navidad, que pueden encargarse en el Instagram @centro_ocupacional_aspaut. Las ganancias obtenidas se invierten en la operación del centro. Aún no se puede pensar siquiera en que sus jóvenes trabajadores reciban algún tipo de remuneración.

Mientras, la sala de artes plásticas está dotada con materiales, materias primas -muchas veces recicladas- y una lista de herramientas que se utilizan para elaborar objetos que se convierten en lapiceros, llaveros, aros, individuales y otros accesorios que comercializan en ferias o en el Instagram del centro.

En el patio del lugar está el invernadero, donde se cultivan hortalizas y plantas como suculentas y cactus. Y hay más. ASPAUT espera poder contar, pronto, con equipos de estampado y sublimado para abrir otra área dedicada al diseño de telas y vestuario.

“El ideal”, reflexiona Karen Silva, “no es esto. El ideal es un lugar donde cada joven o adulto TEA pueda desempeñarse laboralmente, con un sueldo y un trabajo igual al de cualquiera. Pero esto es lo que más se acerca a eso y es lo que hemos podido desarrollar”.

Si bien el centro tiene capacidad para albergar a una veintena de personas, la gran limitante son los recursos. De hecho, ASPAUT Octava Región organiza, desde hace años, una colecta anual que se toma las calles de la provincia de Concepción. Este año se realizó desde el 1 al 7 de diciembre, pero la convocatoria es ciento por ciento online.

“Estamos invitando a todos donar a nuestra cuenta a través de internet, es un poco más difícil quizás, pero esperamos recaudar recursos que nos permitan seguir funcionando”, acota Gajardo. El link para la donación: http://www.flow.cl/app/web/pagarBtnPago.php?token=udxqhq5 está en biografía del centro ocupacional en Instagram.

Aunque, como cualquier cuenta bancaria, la de ASPAUT puede recibir donaciones en todo momento, la corporación ha decidido focalizarlas en una semana específica del año para motivar también la participación. Obtener donaciones es crucial porque ni las cuotas de la corporación ni los aportes de las familias son, a veces, suficientes.

“Para trabajar ellos deben contar con materias primas”, explica la coordinadora. “Si van a realizar galletas, necesitamos poder adquirir la harina, los ingredientes, lo mismo con los demás productos que elaboran. Debemos y queremos asegurarles que eso estará ahí para que ellos se puedan desarrollar”, añade.

Y así funciona el centro, cada año. Ininterrumpidamente desde 2016. “Partimos con un integrante, al año siguiente dos y hoy ya tenemos a más”, rememora Gonzalo. Con los obstáculos de la pandemia y la actual crisis económica, que tiene a los precios en una constante escalada, el panorama se ve sombrío.

Pero, a la vez, el entorno social es alentador. “Conocer a ASPAUT, relacionarse con las familias de la corporación, el hecho de tener la escuela, de conocer a padres que están pasando lo mismo que nosotros, poder orientarles, poder rodearnos de personas que quieren utilizar su tiempo en voluntariados o en ayudas, muestra la otra realidad, la de quienes sí conocen esto y han tenido que vivirlo”, reflexiona Karen.

Y es, precisamente, el conocimiento de esta situación, que enfrentan y enfrentarán miles de familias en Chile, la conexión entre todas las personas vinculadas a ASPAUT. “Todos conocemos y escuchamos hablar de los ‘niños TEA’, hablan las autoridades, hablan en los medios”, añade la madre de Catalina, “pero ¿quién habla de adultos TEA?”, pregunta.

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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