Como todos los sábado, muy temprano por la mañana, realizo mis comentarios radiales semanales en la muy querida Radio Universidad de Concepción. En uno de esos tempraneros días, un auditor, quien ha tenido la paciencia de escucharme por varios años, me hizo ver que la política chilena de un tiempo a esta parte ha ido progresivamente “apichangándose”.
Por estas horas comparto su criterio toda vez que nos encontramos en un limbo político en que caóticamente el norte no es el norte, el sur no es el sur, el este no es el este y el oeste no es el oeste.
La brújula política en este lado del hemisferio se encuentra en pésimo estado. Unos disfrazan la izquierda con el apelativo de centro-izquierda, señalando que la misma ha ensanchado sus límites. El laberinto es tal que incluso en ese mismo “domicilio” hay ciudadanos que confiesan estar a la derecha de la mentada izquierda.
Otros manifiestan que el centro político se habría perdido dejando un espacio del tamaño de un agujero negro sideral. A la vez, hay quienes, contrariamente a los anteriores, dicen ser los representantes del centro político. En la otra ala, la derecha separa aguas, también, entre variadas fracciones, distinguiéndose entre ellas la derecha liberal, la progresista, la conservadora y la simplemente derecha.
La taxonomía o clasificación es tan variopinta que sin exagerar y con un poquito de voluntad politológica ella podría ser interminable. En otras palabras, en este mismo planeta hoy conviven múltiples izquierdas, centros y derechas.
¿Se acuerda de aquella infausta publicidad que aludía a esa casa comercial que indicaba el nombre de la misma “… llegar y llevar”? ¡Una tragedia que no podía haber terminado peor! En los deslindes situacionales de orden socio político que en este artículo comentamos, nos encontramos igual o más mal aun.
No vaya a usted a cometer el gravísimo error de preguntarle a un chileno o chilena respecto de su tendencia, partido, movimiento político o similar, y que tenga a bien explicarle de sus fundamentos o bases respectivas, porque podría llegar a producir un pre infarto o un infarto a secas en el consultado.
Jamás olvide que éste es un país en que se pretende modificar la Constitución sin jamás haberla leído siquiera y, menos aún, saber mínimamente sobre ella.
El ilustrísimo García Márquez al interior de estas fronteras es un pelele. Además, nunca le gustaron las pichangas.