Por vergüenza o por considerar que es propio de la edad, muchas mujeres no asumen estar sufriendo alguna patología del piso pélvico, que ocurren por el debilitamiento de dicha zona, compuesta por músculos y ligamentos, cuya función es sostener la vejiga y la uretra, el útero, la vagina y el recto en la posición adecuada.
Se produce con mayor frecuencia en la etapa post parto o tras los 40 años. Puede ocasionar incontinencia urinaria, prolapso genital, incontinencia anal, constipación, dolor pélvico crónico y disfunciones sexuales. Si bien cualquier molestia producida por esta causa debe ser evaluada por un médico especialista, es posible adelantarse a su ocurrencia.
Uno de los consejos más fáciles es beber dos litros de agua diarios y acudir al baño a vaciar la vejiga cada cuatro horas como máximo. Si siente alguna dificultad en el control de la vejiga, no puede consumir irritantes vesicales como té, café, mate, bebidas alcohólicas y gaseosas.
Asimismo, si sufre constipación evite pujar, y privilegie el consumo abundante de frutas y verduras, y restrinja los plátanos, zanahorias, manzanas, arroz y queso amarillo. Otro práctico consejo es que cuando esté en el baño, use un piso o taburete bajo los pies para que las rodillas queden sobre el nivel de la cadera, lo que será de gran ayuda para evitar pujar. Si acompaña lo anterior con ejercicios de respiración y relajación, podrá obtener mejores resultados. Los ejercicios para fortalecer la musculatura pélvica deben realizarse a diario. Para ello, sólo imagine que cierra los esfínteres, sin apretar el abdomen, ni las piernas ni los glúteos. No haga esta rutina mientras orina. Ahora bien, si estornuda o hace algún tipo de esfuerzo, como levantar un objeto pesado, intente proteger la musculatura de la zona contrayéndola mientras realiza la acción.