Contagio

/ 22 de Noviembre de 2011

Un virus letal y desconocido se propaga con rapidez por el mundo. Poco se sabe, sólo que se transmite por el aire y que mata en pocos días. La comunidad médica mundial se pone alerta, aunque no tarda en comprender que está superada por los hechos: con los días, la mortandad alcanza al 25% de los contagiados, mientras las especulaciones en la web se suceden. Encontrar una cura se vuelve una carrera contra el tiempo, antes que el pánico y el caos terminen por destruir las bases de la civilización.
Este terrorífico panorama es la premisa de Contagio, la última aventura cinematográfica de Steven Soderbergh, que por estos días se exhibe en diversas multisalas del país. Una historia contada desde una perspectiva -citando sus propias palabras- “ultrarrealista” y que busca ofrecer una experiencia terrorífica no desde la fantasía (como los zombies de Exterminio y The Omega Man), ni desde la ciencia ficción (12 Monos, The happening), sino desde un desastre biológico absolutamente posible, cuyos efectos sociales ya han sido tristemente probados durante los últimos cataclismos naturales.
Como nunca, Soderbergh se supo acompañar de un elenco estelar: una familia azotada por el virus, encabezada por Mitch Emhoff (Matt Damon), su esposa (Gwyneth Paltrow) y sus hijos; una científica que buscará en terreno el origen de la infección (Kate Winslet); su jefe, el doctor Ellis Cheever (Laurence Fishburne), y un bloggero sensacionalista (Jude Law). Un factor no menor que, en principio, obedece a dos razones: lograr un relato coral (como lo hiciera Soderbergh en Traffic), y cumplir una de las premisas del cine catástrofe: impactar al auditorio mediante la eliminación progresiva en pantalla de una lluvia de celebridades (al estilo Infierno en la torre).
Contagio es, antes que todo, una película de planteamiento interesante, pues cumple su premisa de mostrar cómo se podría desarrollar un extermino humano por causas naturales. Aquí no hay explicaciones basadas en alienígenas ni profecías mayas, sino una historia que a ratos se asemeja a un reportaje que recorre todas las etapas de propagación del virus: desde las víctimas a los médicos de la OMS; desde el Gobierno a los ciudadanos; y desde los científicos y las cadenas de laboratorios farmacéuticos a las teorías de conspiración surgidas desde la blogósfera.
Los tips de Soderbergh están a la vista: un relato crudo, temperado, unido al poco cariño y cero compasión hacia sus personajes. El problema es que esto puede provocar dos efectos: generar la aprobación de los seguidores de su cine y, la decepción o quizás aburrimiento de quienes esperaban una película tipo 2012. De cualquier forma, no se pueden soslayar algunos ripios del guión, que pierde muchos segundos en explicaciones técnicas innecesarias, junto al descuido de algunos personajes (hasta el final no se entiende la participación de la bella Marion Cotillard).
Con todo, Contagio es uno de los pocos créditos de incuestionable calidad que por estos días ofrece la cartelera, que demuestra que una historia archi contada puede volver a impresionar.

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