Coronavirus: un desafío para la Medicina y la sociedad

Dr. Fernando Chuecas Saldías. Vicedecano Facultad de Medicina y Ciencia Universidad San Sebastián

Tal como dice el título de esta columna, esta pandemia no es solo un tremendo desafío para la Medicina y las autoridades, sino que nos involucra a todos. Cada uno, desde el lugar que le corresponde, tiene el deber de actuar con responsabilidad y sentido comunitario, teniendo presente que vivimos en sociedad y que nuestras acciones afectan al resto.

Dada la alta contagiosidad del virus se ha desatado uno de los más grandes problemas de salud pública de nuestra era moderna, el que requiere medidas sanitarias y sociales drásticas.

Lo más relevante es tener estrategias de contención de la transmisión de este virus, lo que incluye adecuada detección de casos positivos, aislamiento de ellos, y disminución de la circulación de la enfermedad con barreras sanitarias o cuarentenas. Para implementar estas medidas se requiere tanto el liderazgo de la autoridad como la adherencia de la población a las indicaciones, pues solo un actuar comunitario, informado y solidario puede ayudar.

…debemos recuperar nuestros más profundos valores humanos, como la solidaridad, el respeto a la autoridad competente y al trabajo bien hecho, y la espiritualidad que le da sentido a la vida”.

Probablemente cuando usted esté leyendo estas líneas Chile se encontrará en un momento crucial, producido por una alta demanda de los servicios sanitarios por la acumulación de casos. Esto porque si bien solo un bajo porcentaje de los pacientes infectados derivará en una enfermedad grave, dada la alta contagiosidad del Covid-19, el cuadro puede afectar a muchas personas al mismo tiempo. Una situación que evidentemente tensionará las capacidades de atención hospitalaria.

Nunca como ahora se han puesto tan a prueba las capacidades técnicas y humanas de nuestras instituciones sanitarias, las que requieren la abnegación y disponibilidad de todos sus estamentos. Esta es una oportunidad para demostrar la real capacidad de los directivos, equipos de unidades de urgencia y cuidados intensivos, servicios de apoyo… en fin, de todos. No debemos olvidar que se deben seguir atendiendo otras patologías no asociadas a la epidemia, lo que obligará a priorizar recursos, a postergar procedimientos electivos e, incluso, a modificar protocolos ya establecidos. Se requiere, por tanto, una profunda mirada ética con el fin de cuidar siempre el bien de la población en un escenario de necesidades crecientes y de recursos limitados.

El panorama es duro no solamente en el aspecto sanitario, ya que tiene connotaciones económicas y sociales que costará mucho tiempo revertir. Es una realidad que se debe asumir.

En nuestro país pareciera que las pruebas se sucedieran cada cierto tiempo. No son para nosotros situaciones tan ajenas, por lo que debemos recuperar nuestros más profundos valores humanos, como la solidaridad, el respeto a la autoridad competente y al trabajo bien hecho, y la espiritualidad que le da sentido a la vida.

No perdamos la ocasión de transformar este desafío, que nos remece profundamente en nuestros cimientos personales y comunitarios, en una oportunidad para revitalizar todo aquello que nos puede ayudar a vivir en una sociedad más justa y sana. No desperdiciemos la oportunidad de que valga la pena esta pandemia.

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