Cultura, conducta y ley

/ 27 de Abril de 2012

¡Tremendo acierto! El lenguaje de casino “pleno”. Sí, un gran pleno la decisión del legislador en torno a la ecuación “alcohol y conducción”, primera responsable de miles de desgracias en innumerables familias chilenas. Resulta tan indudable su lógica de lo razonable que la inmensa mayoría de los ciudadanos se encuentra totalmente de acuerdo con la nueva normativa que encierra en un sólo círculo la prevención, el tratamiento y el control delictual. ¡Qué duda cabe! Estamos ante la feliz presencia de un precepto legal que viene a dar cobertura vital (esto es, de “vida humana”) a un caso eminente de amplio desajuste entre la ley y la realidad que regara los senderos y rutas de Chile de tragedias y sangre. No obstante, como toda ley no es en sí misma una meta a la que podemos decir que hemos llegado, pues es más bien un excelente tránsito hacia ella. Así, el que ha bebido una sola copa ya no cometerá el fatal error de jugar irresponsablemente con su destino y el de sus semejantes, antes y primero en un nuevo dibujo cultural y conductual cambiará ipso-facto la mentada irresponsabilidad por responsabilidad creando un nuevo a-priori del todo positivo al interior de nuestras fronteras.
Resulta agradable al comentarista, columnista o analista encontrar adecuada la tarea legislativa, más bien es normal que ocurra lo contrario. En el caso, nuestra ciudadanía o pueblo, ha venido acuñando frases, sentencias e imágenes de generación en generación que tenían y tienen mucho de verdad en la materia, como aquella de “cuantas vidas humanas significó el costo de la instalación efectiva de tal o cual semáforo o de tal o cual pasarela”.
Uno de los estudiosos del Derecho de mayor trascendencia en el habla hispana nos legó los conceptos de Lógica de lo Razonable, y de sus columnas de apoyo La Razón Vital (criterio de primacía de la vida humana) y la Razón Histórica (a manera de mirar el pasado por una suerte de espejo retrovisor). Ambas razones le llevaron a definir el Derecho como un trozo de vida humana objetivada. Sí, objetivada en una ley, norma, directiva o precepto legal, como ocurre en la casuística que analizamos y aplaudimos. En el hecho la presente situación provocadora de real alegría en la comunidad en torno a la conducción y el alcohol encuentra un muy buen ejemplo o paradigma vital, esto es, a favor de la vida humana. Es que la conducta que implicará este ingente y sabio aporte legislativo se traducirá en una nueva cultura de tránsito. En fin, nada más efectivo, toda vez que la conducta no es más que una manifestación de la cultura que en este caso el pueblo aplaude y celebra gozoso.
 
Prof. Dr. Marcelo Contreras Hauser.
Dr. en Ciencias Políticas y Sociología.

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