DE TAL PALO…

/ 17 de Junio de 2008

Los Gurruchaga “El mejor equipo”


Un apellido que es sinónimo de rugby. Una familia acostumbrada al rigor de la lucha de los delanteros, un pack de forward formado bajo el alero del “Panty”, uno de los mejores rugbiers de la historia de Chile. Padre e hijos dispuestos a seguir poniendo el hombro… (Francisco  (15),  Baltazar (6), Francisco “Panty” e Iñaki (12) Gurruchaga)

Humberto y Eduardo Broitman Médicos

Humberto Broitman no quería que su único hijo fuera médico. Amaba su profesión, pero no le gustaba la idea de que Eduardo se sintiera como un “padre ausente”, tal como a él le había ocurrido. Pero a la hora de decidir su futuro, su hijo no sólo escogió su misma profesión, sino que también su especialidad y “no contento con eso” -dice medio en broma- “instaló su consulta en el mismo edificio y a sólo metros de la mía”. Sin duda, una cuestión de sangre.

Carlos y Daniela Neyra Remo feroz


Carlos y Daniela Neyra no se andan con cuentos. Cuando ella aún no nacía, su padre rasguñaba el cielo en los Juegos Olímpicos de Los Angeles, alcanzando las finales del remo olímpico en ocho con timonel. Al poco tiempo, siendo aún una niña, Daniela se subió a la embarcación para no bajarse más. Y también lo ganó todo: campeona nacional y segunda a nivel sudamericano. Padre e hija embarcados en una ruta que no conoce navegaciones imposibles.

Günter y Werner Hohf Chicos buenos

Hace 49 años, Günter Hohf fundó la Séptima Compañía de Bomberos de Concepción junto a un grupo de amigos de ascendencia alemana. El cuartel se convirtió en su segundo hogar y lo mismo le ocurrió más tarde a su hijo, Werner, para quien su papá era un héroe que arriesgaba su vida por ayudar a la gente.  Mirando tras los grifos o a la distancia sentado en el carro mientras su papá combatía los incendios, decidió ser bombero. Hoy Günter camina con dificultad, pero todos los viernes llega junto a Werner a las reuniones semanales de la compañía, para cumplir con el compromiso hecho hace tantos años.

Antonio y Kiko Novoa Con el jazz en las venas

A los 5 años, Antonio Novoa comenzó a imitar los tambores del bolero de Ravel en su batería hechiza de tarros de lata. Esos simples sonidos hicieron click en Kiko, su papá, quien rápidamente se dio cuenta que su hijo le seguiría los pasos. Y el tiempo no sólo le dio la razón, sino que le entregó un fiel compañero para transitar por las sincopadas melodías de la música negra. Kiko en el saxo y Antonio en la trompeta y la batería, son los “Novoa”, dos virtuosos del jazz chileno.

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