El dolor es un síntoma de que algo puede estar funcionando mal. Sin embargo, encontrar su origen no siempre es una tarea fácil, por lo que se recomienda buscar ayuda profesional para conocer de qué tipo de dolor se trata y qué lo podría estar generando.
Para determinarlo es importante que el paciente sea capaz de describirlo. Para ello, los profesionales de la salud tienen diferentes técnicas como, por ejemplo, ponerle nota al malestar, lo que ayuda a distinguir su intensidad. Sus tratamientos pueden ir desde medicamentos analgésicos hasta bloqueos nerviosos diagnósticos o terapéuticos. Dependiendo del paciente, se indica ayuda de psicoterapia y también puede ser útil el uso de técnicas complementarias como reiki, acupuntura o técnicas de relajación.
Existen dolores a nivel de piel -articulaciones, músculos o vísceras- y, otros, denominados neuropáticos, que son aquellos que se sienten como corrientes u hormigueo, ocasionando un malestar muy distinto a los dolores musculares.
También es importante considerar que si un dolor persiste por más de tres meses, pese a los intentos médicos por disminuirlos, el síntoma pasa a ser considerado como una patología llamada dolor crónico.
Como sea, lo importante es no dejar pasar mucho tiempo sin consultar a un médico, pues todo dolor es una alerta que envía el cuerpo para avisar que una de sus partes necesita atención.