Después de la Tierra

/ 21 de Junio de 2013

Nicolás Sánchez
La ciencia ficción no es un género más, es parte del ADN fundador del cine. Ya en 1902, Georges Méliès asombraba al público con sus montajes fotográficos en Viaje a la Luna. Unos años después, Fritz Lang daría un salto adelante con Metrópolis, película de culto que aún es recordada por sus ambientaciones futuristas, hasta que en 1968 Stanley Kubrick da un golpe a la cátedra con 2001: Odisea del espacio.
La ciencia ficción es un género que exige destreza técnica e historias con un algún grado de reflexión de la realidad. Por ello, el mayor pecado que puede tener cualquier película que aspire a entrar en esta categoría, es no tomarse en serio, salvo que se trate de una parodia.
Después de la tierra (After Earth) es uno de los últimos títulos en este género anunciado con bombos y platillos. Dirigida por M. Night Shyamalan, la historia comienza con un aterrizaje de emergencia que deja al joven Kitai Raige (Jaden Smith) y a su padre Cypher (Will Smith) atrapados en el planeta Tierra, mil años después de que fuera abandonado por la humanidad tras un cataclismo. Con Cypher herido de gravedad, Kitai deberá asumir la peligrosa misión de aventurarse 100 kilómetros selva adentro, encontrar un aparato perdido por el choque y enviar una señal de auxilio. Los peligros no son pocos: es un territorio desconocido, plagado de una fauna hostil y, donde, para colmo, merodea un Ursa, monstruosa bestia alienígena que se escapó durante el accidente.
Durante esta travesía, Cypher, inmovilizado, deberá ayudar a su hijo desde la nave. Ambos, además, tendrán que sortear sus diferencias: Cypher es un militar que sabe tomar decisiones; Kitai, en cambio, temeroso.
After Earth tuvo una previa prometedora, por sus trailers y su elenco, protagonizado por un Will Smith que sin duda es una de las estrellas hollywoodenses de nuestro tiempo, y que nuevamente se embarca en una aventura fantástica tras el exitoso Soy leyenda. Sin embargo, las expectativas quedaron sólo en eso.
No es el discurso marine que abunda en todo el metraje, ni el deficiente trabajo de CGI puesto en la recreación de los nuevos animales terrícolas, tampoco la variopinta paleta que combina mensajes seudo ecológicos, seudo humanistas y hasta místicos; es simplemente una sensación de desgano o falta de inspiración lo que, ya en la mitad del rodaje, mata la fe en que Después de la Tierra pueda ser algo más que una mera entretención.
Y ahí es cuando saltan las sospechas: en la película, Will Smith interviene no sólo como actor, también como productor general y creador del argumento principal. Resultado: la película descansa casi exclusivamente en la performance de su hijo Jaden, quien simplemente aún no tiene la capacidad histriónica para esa responsabilidad.
Por otro lado, se pensaba que ésta sería la gran reivindicación de Shyamalan, director que tras su éxito con El sexto sentido y El protegido llegó a ser considerado “el próximo Alfred Hitchcock”, pero que, sin embargo, ha caído tras las malas críticas generadas por El fin de los tiempos y El último maestro del aire, que incluso obtuvo el dudoso reconocimiento de peor filme del año en los premios Razzies 2011.
En definitiva, la última película de Shyamalan y Will Smith puede pasar como una entretención familiar momentánea, pero no más.

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