Junto con el fin del invierno boreal y el comienzo de la primavera, no sólo se inició en el hemisferio norte una de las estaciones más esperadas del año, sino que también se instalaron en el mercado una serie de señales que han colocado a la palabra “recuperación” en el centro de la discusión en lo que a crecimiento económico se refiere. La conjunción de bolsas estadounidenses rentando un 35% en 2 meses, mayores precios de commodities, depreciación del dólar, mejora en encuestas de expectativas, anuncios de política económica y caídas de los inventarios permiten establecer que a partir de la segunda parte del año los países desarrollados podrían comenzar a exhibir tasas positivas de crecimiento, y así escapar del ciclo recesivo que actualmente los afecta.
No obstante, la recuperación es una buena noticia, existen temores a cómo se desarrolle esta misma, ya que importantes economistas prevén que ésta será muy lenta. Ante tal panorama, le invito a revisar los posibles patrones de la recuperación económica y el escenario más probable que visualizamos.
Los patrones de recuperación: V U W
La historia reciente de los ciclos económicos nos presenta distintas alternativas para la restauración del crecimiento, que se diferencian entre sí, en atributos tales como la duración y la amplitud de los ciclos. Al dividir los ciclos en dos fases, una de recesión (caída trimestral del PIB) y de expansión, encontramos al menos tres caracterizaciones de éstos.
La primera alternativa corresponde a la dinámica “V” caracterizada por un fuerte período de expansión, que ocurre en forma sostenida luego de que la economía alcanza su punto más bajo. En segundo lugar aparece el patrón “W”, el cual, a diferencia del anterior, no considera una expansión permanente luego del primer punto más bajo de la economía, ya que el sistema, luego de alcanzar un peak temporal, caerá nuevamente a piso, y sólo a partir de este último evidenciará, ahora sí, una recuperación sostenida.
Finalmente, aparece el patrón U, el cual difiere de V en la velocidad de recuperación. En este esquema la economía se sumerge en un período de estabilización, y en forma posterior a éste comienza a expandirse.
¿Dónde estamos?
La actual recesión se originó en el sistema financiero de EE.UU., el cual, como consecuencia de una inadecuada asignación de riesgos, terminó congelando la disponibilidad de crédito para familias, empresas y bancos. La apertura de las cuentas financieras de los países llevó a que la crisis se transmitiera rápidamente hacia los sistemas bancarios de las economías desarrolladas, siendo la falta de provisión del crédito un problema sistémico y no puntual a EE.UU.
Estudios recientes desarrollados por el FMI sugieren que las recesiones que proceden de la falta de crédito y que además poseen un alto grado de sincronización son las que demoran más tiempo en alcanzar la recuperación, y una vez alcanzada ésta, son las que presentan un menor incremento en el PIB real. De acuerdo con cálculos de la entidad, sólo el hecho de que la crisis provenga de la banca añade 8 trimestres adicionales al logro de un nuevo peak (máximo local) de la actividad (luego del mínimo), mientras que el hecho de que exista alta sincronización implica que la fase de destrucción del PIB dure un trimestre adicional.
Basándonos en lo anterior, podemos inferir que la recuperación será más bien lenta siendo, hasta el momento, la forma de U la más posible.
Doble U
Sin embargo, en la actual coyuntura existen determinantes que son consistentes con un patrón “doble U”, siendo central en esta visión la estrategia de relajamiento cuantitativo (compra de bonos a cambio de dinero) llevado a cabo por los bancos centrales. Lo anterior, ya que una vez que el crédito se reestablezca (y la economía comience a expandirse), la autoridad monetaria, para evitar un alza de la inflación, debe retirar liquidez del mercado, situación que, en dicho momento presionaría las tasas de interés al alza, frenando la recuperación económica. Mientras se normalice la liquidez, la economía se estabilizaría, para finalmente lograr una expansión, que sería sostenida sólo a partir de 2010-2011.
Visión de activos y riesgos
El panorama descrito es consistente con un alza en el valor de los activos de mayor riesgo, pero más bien moderada. La probabilidad de observar nuevas caídas del PIB, incluso en contexto de recuperación, generaría volatilidad en los rendimientos, aunque a largo plazo la trayectoria debiese ser al alza.
El principal riesgo de nuestra visión se relaciona con el fracaso de las políticas destinadas a fomentar el crédito. De no restaurarse las colocaciones bancarias, las economías desarrolladas podrían sufrir un patrón L, tal como Krugman ya ha alertado y Japón lo ha experimentado.
Rodrigo Ibáñez, Economista de Estudios de Banchile Inversiones