Es un hábito que cuesta inculcar en los niños. Aunque se les repita una y otra vez la importancia que tiene el cepillado de dientes para prevenir la aparición de caries y de otras enfermedades dentales, para ellos se trata de un trámite latoso y poco atractivo de realizar. Para cambiar esta percepción, hay que partir con trucos tan simples como permitirles que elijan los colores de sus cepillos y sus vasos con los dibujos o motivos que más les diviertan. Luego viene la inventiva de los padres, pues se pueden crear canciones o contar breves cuentos que narren cada parte del proceso del cepillado que, en el caso de los más pequeños, debe estar supervisado por un adulto. No olvide que en su relato debe incluir que se debe partir con el cepillado de la parte inferior de los dientes porque ahí es donde más se acumulan los residuos de comida; luego se sigue con las superficies exteriores y, después, con la punta del cepillo se tiene que limpiar la cara posterior de los dientes. Finalmente, cuénteles que tienen que enjuagarse muy bien, porque así se botan todos los residuos que fueron removidos de las piezas dentales.