El entramado que esconden los árboles del Gran Concepción

/ 7 de Marzo de 2024

Las recientes podas en la capital regional despertaron un debate que existe hace décadas: ¿quién regula el mantenimiento del arbolado urbano? No existe un marco jurídico directo y cada municipio busca aunar criterios, “pero queda mucho por hacer”, explican expertos.

Por Elías Meza Falcón.

En el Gran Concepción faltan árboles. Así lo demuestran las cifras recopiladas por el Sistema de Indicadores y Estándares de Desarrollo Urbano (SIED), del INE, las cuales reflejan que ninguna de las 11 comunas que integran la conurbación logran el mínimo de 10 metros cuadrados de vegetación urbana por habitante, recomendado por la OMS.

La que más se acerca a la meta es Concepción, ciudad que según el ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) registra casi seis metros cuadrados de áreas verdes por persona. Tomé, Penco, Hualpén, Talcahuano, Chiguayante, Hualqui, Coronel y Lota, en tanto, figuran como comunas “muy lejanas a cumplir” con el indicador, mientras que San Pedro de La Paz y Santa Juana aparecen como “cercanas a cumplir” con lo establecido por la OMS.

“Los planes reguladores solo pueden delimitar áreas verdes, así como zonas que en realidad están tipificadas de ese modo, pero no lo son”, explica Manuel del Campo, arquitecto y director de esa carrera en la Universidad Autónoma de Chile.

Advierte que dicen lo que no se puede hacer, establecen una línea base, ciertas normas, “pero no proyectan el desarrollo”. De hecho, añade, en muchos casos no pensamos demasiado en el desarrollo de una ciudad como un lugar agradable para sus habitantes, sino que estamos centrados en escenarios de contingencia, de emergencia habitacional, de seguridad… “en eso se centra la atención”, reflexiona.

Si bien cuando el árbol no está en condiciones y representa un peligro debe ser talado, la ONG denuncia que han existido ejemplares sanos que fueron eliminados.

Del Campo añade que hay mucha literatura científica que sostiene que los árboles y la vegetación se relacionan con la salud de los habitantes de una ciudad, “lo que es muy importante si pensamos que tenemos saturación en los hospitales, en los centros médicos, que hay exceso de estrés. La vegetación produce calma, paz, además de contribuir a la calidad del oxígeno… Donde hay más naturaleza, el aire es de mejor calidad”, afirma.

También la relación entre esta convivencia y la plusvalía del entorno. “Las áreas verdes son un recurso natural y, como con tal, su presencia incrementa el valor de las propiedades”.

Municipios e infraestructura verde

Fuera del parque Ecuador y de la Universidad de Concepción, la totalidad de la vegetación urbana en el centro de la ciudad se concentra en tres elementos: humedales urbanos, plazas y el arbolado. Es lo que el MINVU denomina “infraestructura verde”.

La administración de estas zonas, en general, está mandatada a los municipios. El artículo 25 de la Ley Orgánica de Municipalidades expresa que tanto la construcción, conservación y administración están delegadas a la función de aseo y ornato. Por lo tanto, ningún agente externo -público o privado- debería intervenir estos elementos urbanos sin que el municipio esté enterado. Pero eso no siempre pasa.

Así se evidenció el 13 de febrero. Tras denuncias en redes sociales y reclamos en la prensa, el municipio ordenó paralizar la faena de una empresa contratista de CGE que estaba podando árboles en calle O’Higgins, entre Orompello y Paicaví, y que dejó siete árboles en estado de “pérdida total”.

El alcalde (s) de Concepción, Aldo Mardones, dijo que la acción fue irregular: ni el contratista ni CGE notificaron al municipio de un plan formal para podar. Incluso fue más allá, calificando lo ocurrido como “tala, cercenamiento, mutilación”, y anunció una querella si la empresa no llega a un acuerdo para reponer los árboles dañados.

No obstante, este es solo uno de muchos capítulos que ha vivido la historia de los árboles de Concepción durante la última década. Basta transitar por cualquier arteria para ver cómo las podas regulares han ido formando -o deformando- las siluetas de la vegetación urbana. Algunos árboles han sido derechamente talados, y esto no solo ha ocurrido en Concepción, sino que en todas las comunas de la metrópoli.

“El manejo del arbolado urbano lleva años aplicándose de la misma forma. No es algo nuevo, sino que se viene haciendo, por lo menos, desde los ‘90”, reseña Ricardo Medina, ingeniero forestal especializado en Silvicultura Urbana.

Ricardo Medina se grabó mientras recorría las calles de Concepción, mostrando árboles que, según explicó, no debieron ser talados. (Captura de pantalla Instagram).

Desde hace un tiempo se encuentra desarrollando un proyecto metodológico que estudia cómo ciertas especies de árboles urbanos permitirían a las ciudades adaptarse al cambio climático. Su caso de estudio es Concepción, proyectándola de aquí al 2050.
“Los árboles son clave para un montón de aspectos. Lamentablemente, las municipalidades aún no tienen la capacidad para aplicar técnicas que hace muchos años se conocen en otras latitudes”, asevera el también colaborador de la Asociación Española de Arboricultura.

El especialista comenta, a modo de ejemplo, que si uno recorre el centro de Concepción puede darse cuenta de que hay árboles cortados desde abajo, por completo, aun cuando a simple vista no se observan indicios de pudrición central. “Uno se cuestiona por qué se hizo esa intervención, o qué llevó al encargado a cortar un árbol que a todas luces se veía sano. Una poda bien ejecutada sirve para controlar el follaje, las ramas, pero siempre debe hacerse con un motivo, con un objetivo. Nadie puede podar un árbol solo porque sí”, enfatiza.

De paso, el ingeniero explica que no es mala idea podar grandes árboles en verano, porque la poda es una herida que deben cicatrizar, y en esta temporada ocurre más rápido. “Pero existen guías que indican que siempre se debe dejar al menos el 30 por ciento del follaje de cada árbol para que pueda realizar el proceso de fotosíntesis, y tanto las empresas eléctricas como los municipios tienen acceso a esos manuales”, asevera.

Una ciudad que se llevó bien con los árboles

Pero no todo son podas o talas a la hora de hablar del arbolado urbano en Concepción. Corría 1960 cuando el connotado arquitecto Emilio Duhart, también artífice del foro de la UdeC, proponía una sana relación con la vegetación urbana, a través del Plan Regulador Comunal.

El documento, además de destacar la convivencia entre bosques periféricos -que hoy fueron absorbidos por el avance inmobiliario-, proponía una importante conexión urbana entre la Plaza de la Independencia y el acceso al cerro Caracol, hacia el este.

“Se buscaba conectar por medio de calles con árboles la plaza y el cerro Caracol, pasando por O’Higgins, la Diagonal y Chacabuco. Por eso, una de las especies más plantadas fue el Liquidambar, que es de rápido crecimiento”, explica Ricardo Medina.

Sin embargo, el veloz desarrollo de la ciudad en las décadas posteriores y un cableado que cada vez le gana más espacio a la vegetación han cambiado el panorama. “Varias cosas debieron haberse previsto. Las podas y talas de hoy se hubieran evitado si el municipio o el organismo encargado hubiese hecho pequeñas podas de formación con los árboles, para que bordearan el tendido eléctrico, amoldándolos para que no pasaran por entre los cables”, sostiene.

Los reclamos

Y son precisamente esos episodios los que, desde su creación en 2019, viene denunciando la ONG Más Árboles Menos Basura. Primero en Chiguayante, y luego en San Pedro de la Paz y en Concepción. Así lo relata una de sus impulsoras, Isabel Garcés: “Partimos con vecinos de la villa Spring Hill pidiéndole a la municipalidad (de San Pedro de La Paz) que plantara más árboles en el parque Violeta Parra, y nos resultó”, recuerda.

Si bien Garcés es nutricionista de profesión, ha incursionado en políticas medioambientales y se formó en un diplomado de Manejo de Arbolado Urbano en la Universidad de La Frontera, una de las dos casas de estudios que ofrece la certificación en Chile.

A través de las redes sociales y con una seguidilla de publicaciones, su agrupación se viene oponiendo sistemáticamente a las podas, talas y reducción de raíces de árboles en comunas del Gran Concepción. Incluso han hecho intervenciones. En enero amarraron carteles que decían “Soy un árbol sano, no merezco morir”, a los troncos de los árboles que serían removidos en Avenida Chacabuco, en Concepción. Según explicó el municipio, no estaban en buen estado y significaban un riesgo, pero la organización mantiene otra tesis.

Miembros de la ONG incluso han encarado a funcionarios municipales que, aseguran, no están tomando los resguardos técnicos y ambientales necesarios para decidir la tala de un árbol o podarlo de manera correcta, y apuntan directamente al municipio penquista por las podas que, desde inicios de este año, se vienen realizando en la capital regional. “No lo están haciendo bien”, asegura la dirigente, que presentó dos recursos judiciales contra la municipalidad, uno de los cuales ya fracasó -según Garcés- por la redacción del documento, escrito por ella misma y sin contar, hasta ahora, con un abogado.

El municipio programó podas en varias calles del centro penquista, como Chacabuco, Serrano, Salas y Angol, donde planea instalar nuevos postes y luminarias en calles y veredas. “Este despeje de las copas de algunos árboles es indispensable para la instalación de 99 postes que soportarán 199 luminarias”, aseguró en su minuto el subdirector de Construcciones del municipio, Cristian Olivares.

Pero el argumento no convence a la ONG que, con registros fotográficos, videos e informes obtenidos vía Ley de Transparencia -que dan cuenta de lo informado por el municipio-, se han movilizado. Y no solo ellos. También aboga por los árboles la bióloga y consejera regional Ana Araneda: “Esto es un problema transversal. Pasa en todas las comunas de la región, y probablemente del país, solo que en otras partes no están las voces para visibilizar y denunciar. Las podas son necesarias, pero acá lo que hemos visto en terreno es una desproporción en la poda de árboles, de los ápices, que no están obstruyendo el cableado o influyendo en el alumbrado público”, asegura la también Dra. en Ciencias Ambientales.

Añade que no solo ha habido poda, sino cortes y tala de árboles. “Si el municipio dice lo contrario, estaría cayendo en una tremenda falta a la probidad. A mí me consta”, añade Araneda, quien envió un oficio al ministerio del Medio Ambiente y una solicitud formal al Senado para apurar un proyecto de ley que regula este tema.

Y qué pasa en las otras comunas

El problema no solo está presente en Concepción. Lo propio ha ocurrido, según denuncian, en San Pedro de La Paz, Chiguayante y Hualpén, donde no solo hay cuestionamientos por las podas, sino también por casos de árboles que han sido talados por proyectos viales o construcciones.

Varios de los árboles sobrepasan ampliamente el tendido eléctrico. Tal era el caso de este ejemplar, talado en Chacabuco con Colo Colo.

Quienes denuncian han puesto en duda el profesionalismo y la formación de los equipos de aseo y ornato de los municipios, pero en un rápido sondeo averiguamos que en todas las casas municipales existe al menos un ingeniero forestal, y se realizan informes técnicos y catastros de árboles.

En Hualpén, por ejemplo, las obras de ampliación del eje Colón, que atraviesa la comuna, contemplaron arrancar un total de 180 árboles, a través de talas o desraizados con maquinarias. En este caso, no obstante, la empresa comprometió la reposición del arbolado en zonas cercanas, con la plantación de 526 árboles nuevos.

“Estos proyectos, como el del eje Colón, involucran al arbolado de la comuna. Como Dirección de Aseo y Ornato, o como municipalidad, no nos podemos oponer a estos avances. Por tanto, si se autorizan esas talas, que las debe ejecutar la misma empresa, se solicita siempre reposición de los árboles, porque la idea es siempre mantener o aumentar el arbolado”, relata Carla Molina, ingeniera forestal del municipio hualpenino.

De paso, la funcionaria pone otro tema sobre la mesa: a veces, los propios vecinos piden al municipio podar o talar un árbol. “Deben enviar una carta e indicar la problemática, qué problema causa el árbol, a ellos, a la vía pública o a sus casas. Luego de eso, nosotros hacemos una evaluación técnica propia y ahí tomamos la decisión”, explica.

Si se poda en verano, siempre se recomoienda dejar 30 centímetros de follaje.

Algo similar relatan en San Pedro de La Paz. Allí, aseguran, hay un equipo de ingenieros agrónomos que evalúan los árboles y ejecutan un plan para aumentar la vegetación urbana. “Desde hace dos años, junto a Conaf, la Dirección lleva adelante un programa de arborización y ornamentación. Identificamos los lugares que requieren plantar o reemplazar árboles que ya no son adecuados por su diámetro, o que levantan aceras, destruyen cañerías o parte de la propiedad privada”, asegura Francisco Araneda, uno de los inspectores técnicos.

Falta regulación

Tanto la ONG Más Árboles Menos Basura como Ricardo Medina afirman que el problema no son los informes que elaboran los municipios, sino sus resultados. “Muchas veces las empresas contratistas planifican podar una cuadra completa de la misma forma, algo que no es adecuado porque todos los árboles tienen una realidad distinta. Por ello, la poda debe ser particular, caso a caso”, explica el ingeniero forestal.

Lamentablemente, las podas son solo uno de los trabajos que ejecuta Aseo y Ornato en cualquier municipio, y tanto la cantidad de funcionarios como el tiempo es limitado, lo que hace pensar que el punto débil de todo el proceso está en la fiscalización de estas acciones.

Óscar Reicher, abogado, Dr. en Ciencias Ambientales y ex seremi del Medio Ambiente en Biobío, explica que no existe un marco regulador que detalle, sancione y proteja al arbolado de las talas o podas indebidas. “De hecho, en materia judicial es muy complicado argumentar de manera sólida cómo la poda o la extracción de un árbol pasa a llevar, por ejemplo, nuestro derecho a un medio ambiente libre de contaminación”.

Añade que en Concepción hay vecinos que han interpuesto recursos a la justicia, pero que ha sido difícil lograr algo concreto. “Lo que existe y ejecutan los municipios es una regulación circunstancial, es decir, el tema no se regula de manera directa… Hay una ley que pretende hacerlo, pero aún se está discutiendo en el Congreso”, añade.

Reicher se refiere al proyecto denominado “Ley arbolito”, que fue presentado en 2018 y que actualmente está siendo revisado en el Senado. Con esa ley, cambiarían las reglas del juego y ya no serían solo los municipios quienes determinaran cómo proceder con el mantenimiento de los árboles.

“Las comunas del Gran Concepción cada vez cuentan con más oficinas de Medio Ambiente que pasan a ser direcciones y que tienen equipos trabajando. Pero es probable que el arbolado urbano no sea la primera preocupación de los municipios, porque hay otras más urgentes, como los rellenos sanitarios”, admite el abogado.

Además -dice- limitar el tema al área de Aseo y Ornato no sería el mejor camino, ya que los temas ambientales tienen la particularidad de ameritar una forma multidisciplinaria de tratarse. “Si los municipios tienen unidades muy segmentadas, eso hace que finalmente no tomen en cuenta aspectos ecosistémicos”, sostiene.

Políticas ambientales

Si ya el mantenimiento anual del arbolado carece de regulación, el panorama es aún más precario a la hora de hablar de una estrategia sobre este tema. Ninguna comuna del país tiene un mandato legal para crearlas, aunque se han abierto otras alternativas, como el Plan Regional de Acción contra el Cambio Climático, documento aún en proceso que está siendo gestionado entre el Gobierno Regional del Biobío y el ministerio del Medio Ambiente, a través de su seremi, Pablo Pinto.

“Esto va relacionado con la Ley Marco de Cambio Climático”, dice la autoridad regional. Hasta ahora, y pese a contar con oficinas o direcciones de Medio Ambiente, las decisiones sobre la poda o tala de árboles siempre radican en Aseo y Ornato. Esta propuesta, explica, aunque no cambia esa realidad, “pide a las municipalidades incorporar las variables ‘cambio climático’ y ‘mitigación’ al momento de tomar decisiones, dando un enfoque de crisis climática a las acciones”.

Pero hasta que este Plan sea aprobado, la decisión seguirá dependiendo del criterio que cada jefe comunal imponga al tema, a través de sus direcciones u oficinas respectivas, algo que vecinos y activistas ambientales aseguran que seguirán muy de cerca. Mientras, los árboles y sus frondosas ramas seguirán presentes en nuestras ciudades. Eso, hasta que una poda o una tala las eliminen, y el panorama vuelva a cambiar.

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Glosario Arbolado y vegetación urbana

Arbolado urbano: Son los árboles que se encuentran al interior de zonas urbanizadas, como una ciudad. Pueden estar en plazas, parques, bandejones, avenidas y calles.
Infraestructura verde: Concepto utilizado por el MINVU, que agrupa al arbolado urbano, las áreas verdes y cualquier tipo de vegetación existente en zonas habitables.
Poda: Según explica el Diccionario de Términos para Forestación Urbana y Arboricultura, es el proceso para eliminar ramas en una planta con un motivo específico.
Tala: Cortar un árbol desde las raíces o muy cercano a ellas, para eliminarlo.

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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