EL GRAN LEGADO DE DIANA: ACERCAR LA MONARQUÍA AL PUEBLO

/ 27 de Septiembre de 2017
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María Angélica Blanco Periodista y escritora.

Inglaterra y el mundo entero rindió tributo a Diana de Gales, quien, a veinte años de su trágica muerte, sigue irradiando carisma y admiración.

Tras desposar a Carlos, heredero de la corona, desde sus primeras apariciones públicas la princesa evidenció su empatía y cariño mutuo con la gente, alterando las medidas de seguridad y transgrediendo el rígido protocolo de la realeza británica. Espontáneamente, se acercó a las multitudes que la aclamaban para estrechar manos, repartir sonrisas, bromear y departir con sus compatriotas como nunca antes lo había hecho ningún miembro de la flemática y fría dinastía de los Windsor.

Tal vez, durante sus primeros años como princesa de Gales, Diana buscó instintivamente el cariño que su marido no le daba en esas muchedumbres que le demostraban su amor incondicional. Pero, con el correr del tiempo, la cercanía  con su pueblo se convirtió en una de sus misiones más importantes.

“Alguien de la familia real tiene que salir a dar amor a la gente”, comentó en una controversial entrevista que concedió al canal de la BBC, donde manifestó públicamente su fracaso conyugal, la infidelidad e indiferencia de su esposo y su evidente distanciamiento con la Reina.

Las obras sociales de la princesa fueron un permanente dolor de cabeza para la monarquía. Si bien en un comienzo visitaba jardines infantiles y  salas cuna, muy  pronto sus labores humanitarias se tornaron en la peor pesadilla de Isabel II.

Diana comenzó a ser asidua de clínicas para enfermos de Sida y de hospitales donde no titubeaba en acariciar a niños oriundos de países del Tercer Mundo afectados de pestes y virus contagiosos.

Pero su prioridad fueron sus hijos, William y Harry, a los que crió como niños normales, manteniéndolos alejados de los paparazzi, dándoles estabilidad y compartiendo con ellos inolvidables horas de esparcimiento y alegres jornadas deportivas.

No cabe duda que ambos príncipes, en especial William, futuro rey de Inglaterra, su esposa Kate y sus dos pequeños hijos, tienen una enorme popularidad en el pueblo británico gracias a la sencillez y cercanía que les inculcó Diana. A dos décadas de su muerte, la princesa  sigue siendo esa bocanada de aire fresco que cambió para siempre la rigidez de la monarquía inglesa.

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