El matrimonio igualitario permitirá ir rompiendo clósets

/ 8 de Enero de 2022

Se trata de una norma que tiene un impacto importante a nivel cultural, explica en esta entrevista la reconocida activista de la diversidad sexual. Un matrimonio que, a partir de su entrada en vigencia, en marzo próximo, entregará los mismos derechos y deberes para todos, sin distinción. “Una ley que reconocerá a nuestras familias y va a cambiar las vidas de mucha gente”, señala la directora de Iguales.

Por Pamela Rivero J.

Alessia Injoque, directora de Fundación Iguales

Llegó el tiempo de consagrar la libertad de amar y formar familia dijo, el presidente Sebastián Piñera en La Moneda, el día en que promulgó la ley de matrimonio igualitario. Un cuerpo legal que tuvo casi cuatro años de tramitación en el Congreso, y que se aceleró luego de la urgencia que el mandatario anunciara sorpresivamente en su última Cuenta Pública.

El recuerdo de esa jornada histórica para el país sigue fresco en la memoria de la activista por los derechos LGBTIQ+ y directora de la Fundación Iguales, Alessia Injoque. Se le pudo ver ese día como una de las invitadas a la ceremonia, en la que participaron ministros de Estado y conocidos rostros de la diversidad sexual, que por años venían luchando por una ley de matrimonio para todos. En términos generales, la normativa otorga a las parejas del mismo sexo, cada uno de los deberes y derechos con que gozan en la actualidad los matrimonios heterosexuales. Una ley, como dice Alessia Injoque, que cambiará las vidas de mucha gente.

-¿Era una de las conquistas más importantes para la comunidad LGBTIQ+?

“Indudablemente, porque el matrimonio igualitario permite el reconocimiento de nuestras familias. Sin esta ley, por ejemplo, si dos mamás deciden tener un hijo o hija por fertilización asistida, solo una de ellas es madre, la otra no es nada de ese niño o niña. Es una situación muy dolorosa que hoy se está resolviendo. Asimismo, las personas que habían suscrito el Acuerdo de Unión Civil estaban impedidas de adoptar un hijo, porque el AUC no incluía la adopción. Tampoco podíamos acceder al matrimonio. Todo aquello pone varias limitantes a nuestras familias, pero, además, el matrimonio como institución tiene una carga simbólica fuerte en nuestra sociedad, por lo que no poder acceder a él, va marcando un espacio de discriminación que se replica en otros comportamientos”.

-¿En qué sentido?

“Porque pone límites a cómo puedes desarrollarte o cómo puedes vivir. Cosas como ir con tu pareja de la mano, después del matrimonio igualitario será una conducta que se hará más habitual en las calles. Vas a ir viendo a más parejas de la diversidad sexual viviendo su vida como siempre lo hicieron las personas heterosexuales. Vas rompiendo clósets, y eso tiene un impacto muy importante a nivel cultural que, además de todas las partes legales, va cambiando las vidas de la gente”.

-Una cosa es la ley y, otra, el cambio que debe venir desde la sociedad. ¿Se necesitará alguna intervención del Estado, desde la educación, para que culturalmente en Chile se entienda y acepte el matrimonio igualitario?

-“El simple hecho que esté la ley ya va impactando a que las parejas de la diversidad sexual sean más visibles que antes. Así, con el matrimonio igualitario veremos que, tal vez, un abuelo o una abuela que podían ser más conservadores, tendrán un nieto o una nieta que se esté casando con su pareja del mismo sexo. Esos avances van cambiando significativamente la percepción, incluso de mundos que eran más distantes, porque se les empieza a hacer más cercano a partir de su vida cotidiana. Pero el Estado por supuesto tiene un rol. En la educación, a nivel escolar, o donde corresponda, debería explicarse que las personas trans existimos, que las parejas del mismo sexo también constituyen familia, para que se borre el tabú que ha habido sobre nuestra existencia. Que en un texto escolar pueda aparecer un niño que tenga dos mamás o dos papás, y que aquello no sea un escándalo, porque eso hoy ya lo permite la ley”.

-¿Debería ser parte de los contenidos que emanan desde el ministerio de Educación o habría que dejarlo a consideración de cada colegio?

“Creo que tiene que ser algo transversal porque, por un lado, un colegio no debería tener autoridad como para eliminar a un grupo de la población de los contenidos que entrega. No podría, por ejemplo, decidir que no existen las personas mapuche. Pero tampoco, que no existen las personas de la diversidad sexual. Además, al ser el matrimonio igualitario una ley de la República, es muy razonable que los colegios tengan que incluir de algún modo que hoy las familias son legalmente más diversas. Pero, también considero que el Estado tendría que hacer capacitaciones masivas a nivel de todas las instituciones, como carabineros, ministerios, Poder Judicial, fiscalía, u otras, sobre igualdad y no discriminación, que se mantuviese constante en el tiempo, como sucede en los países desarrollados. Una pareja del mismo sexo que acude a realizar algún trámite o a solicitar ayuda porque tiene algún problema, nunca más debería generar extrañeza, ni una cara de sorpresa o un comentario homofóbico”.

-¿Hubo algún aspecto del proyecto de matrimonio igualitario que costó más que se aprobase en el Congreso?

“Lo primero que hay que decir es que esta ley de matrimonio igualitario es muy buena. Hubo una parte que fue más difícil de lograr, que fue eliminar el divorcio obligatorio de una pareja donde uno de sus integrantes decidía transitar de género. Finalmente, quedó establecido como una causal de divorcio. Quizás esa fue una parte con la que quedamos disconformes, pero se lograron los principales avances, que eran los derechos filiativos, es decir, el reconocimiento de los hijos en las familias ya constituidas; la adopción sin discriminación por orientación sexual ni identidad de género y, por supuesto, el derecho al matrimonio con todos los beneficios que este conlleva”.

GRATA SORPRESA

-¿Qué país es para ti un modelo en cuanto a derechos civiles y de género para la diversidad sexual?

“Hay varios, pero cerca nuestro, creo que Uruguay. Es un país que va muy avanzado en todos estos temas, y que los y las activistas miramos de muy cerca. Ellos ya tienen un matrimonio igualitario, y ahora avanzaron en una ley integral trans, que va más allá de la ley de identidad de género, para asegurase de aminorar las diferencias que todavía persisten, por ejemplo, en el empleo de las personas trans, donde hoy se estima que un 70 por ciento no accede al mundo laboral. En resumen, son medidas de acción afirmativas para terminar con desigualdades estructurales que por años las han afectado. Todo ello porque se demostró que, a pesar del reconocimiento de la identidad de género, la exclusión seguía siendo parte de la sociedad. A partir de esta ley se tomaron acciones en educación, en salud, vivienda, en trabajo, y medidas reparatorias para lograr una mayor igualdad”.

-¿Qué sucederá con el Acuerdo de Unión Civil cuando en marzo próximo entre en vigencia la ley de matrimonio igualitario?

“Va a seguir vigente. Hoy, muchas parejas heterosexuales contraen el AUC. De hecho, el 75 por ciento de los acuerdos de unión civil son de personas heterosexuales. Y por eso es esperable que parejas del mismo o de diferente sexo sigan optando por este marco regulatorio de la relación diferente. Son herramientas distintas para desarrollar tu proyecto de vida”.

-¿Cómo recibieron en Iguales el anuncio del presidente Piñera de poner urgencia a este proyecto que llevaba casi cuatro años en tramitación?

“Nos extrañó, porque no lo esperábamos. Nadie en todo Chile creo que lo esperaba, pero fue una grata sorpresa. Tal vez al principio lo vimos con un poco de escepticismo, pero apenas se empezó a poner las prioridades, ya empezamos a tener confianza en que esto iba a salir. Y el gobierno fue un aliado poniendo prioridades y manteniéndola, por lo cual tenemos que reconocerle esto al gobierno de Piñera. Fue muy importante la priorización que hizo respecto de esta ley para que pudiera salir a tiempo”.

GOBIERNO ALIADO

Sobre las causas que quedan pendientes para la diversidad sexual en Chile, Alessia Injoque inmediatamente menciona una reforma a la ley antidiscriminación. “La ley Zamudio si bien fue un avance importante, sigue teniendo falencias”, advierte. Un ejemplo sería abordar la discriminación estructural, es decir, tomar medidas afirmativas para ir avanzando desde el Estado en acciones que corrijan esta discriminación que va más allá de una acción particular que afecta a una sola persona.

Además, destaca el hecho de que la actual normativa no reconoce el derecho a indemnización para la víctima. “Hoy a lo único que se puede aspirar es que se multe a la persona o institución que te discriminó, cuando en muchos casos correspondería una indemnización, porque hubo un perjuicio económico”. Y lo tercero, añade, es que haya una institucionalidad dedicada a prevenir la discriminación, como sucede en Canadá, México y Argentina, que tienen organismos equivalentes al INDH, relacionados con el tema. “Esto permite que no solamente se pueda denunciar ante tribunales, sino que haya una institución que pueda protegerlas en caso de ser discriminadas. Estos organismos están llamados a hacer prevención y a fiscalizar que las políticas antidiscriminación se estén llevando a cabo, porque hoy la ley obliga al Estado a avanzar en la no discriminación, pero lo cierto es que queda a criterio de cada ministerio hacerlo o no, y se avanza poco realmente”.

Otras leyes pendientes, agrega, es una norma integral trans en espacios como salud, educación, vivienda, trabajo y reparación en los casos que corresponda, como la que tiene Uruguay, y la tercera es educación sexual integral.

-¿Qué posibilidades tienen estas leyes de aprobarse durante el próximo gobierno?

“Veo muy buenas posibilidades, creo que la barrera podría estar más en el Congreso que en el gobierno de Gabriel Boric, pues él está comprometido en su programa con avanzar en medidas significativas para la diversidad sexual, para combatir la discriminación y terminar con la violencia. De hecho, lo repitió en el discurso del domingo 19 en la noche, tras conocerse los resultados de su victoria. No pongo en duda que va a ser un gobierno aliado, donde vamos a poder avanzar significativamente”.

-¿Y en el Congreso?

“La coalición que está detrás del presidente electo, además de otros partidos de izquierda y algunos de derecha que nos han estado apoyando en medidas relacionadas con diversidad, seguramente serán una muy buena colaboración para que esas leyes sean más fáciles y rápidas de sacar adelante, aunque tampoco quiero cantar victoria anticipada. Pero los consensos ya están formados respecto de estos temas. La aprobación en la sociedad del matrimonio igualitario era altísima al momento en que se convirtió en ley. En general, en Chile ya tenemos internalizado que avanzar en medidas en contra de la discriminación es algo positivo, por eso no me cabe duda de que se podría ir avanzando en estas líneas, tal vez gradualmente, pero son cuatro años donde yo confío que nos vamos a ir acercando cada vez más a las sociedades que admiramos”.

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