Quienes tuvieron la posibilidad de conocer el mensaje de Su Santidad Chetsang Rinpoche saben que la búsqueda de un mundo mejor comienza desde el interior de cada persona. Por eso los días en que este budista tibetano, cabeza del linaje Drikung kagyu, estuvo en Concepción, despertó el interés de decenas de simpatizantes e iniciados en la filosofía budista. La idea, escuchar la sabiduría de ese monje que entre otras cosas habló de la sanación tras episodios tan difíciles como un terremoto.
Después de una década Chetsang Rinpoche visitó Chile y en ese marco llegó a la ciudad para dar dos conferencias, una en la Casa del Arte de la Universidad de Concepción y otra en el centro Rukalihuen. El espíritu de estas jornadas, como dicen los organizadores de estos encuentros, es que la mente de las personas madure en beneficio de todos los seres sensibles.
El principal eje fue entregar reflexiones en torno a la emanación de la energía del amor y la compasión, explicando cómo éstas se transforman en antídoto contra las emociones negativas que desequilibran a los seres y a su vez al planeta.
-¿Cuál es la clave de este mensaje, cómo las personas pueden ser más felices después de un cataclismo?
“Sé que el terremoto en esta zona fue muy intenso. Ya estuve en otros lugares donde los sismos no fueron tan fuertes, pero en todos los casos las personas han tenido pérdidas importantes, ya sea en familias o en su propiedad. Es difícil, pero debemos pensar en que este tipo de eventos son naturales en la Tierra. Siempre han ocurrido y debemos aceptar lo que sucede en nuestra casa, dando ese paso es mucho más simple vivir un episodio como lo que ha sucedido aquí”.
-El impacto de un cataclismo cambia a la sociedad. Pero ¿cómo podría modificarse para bien. Los cambios no siempre son para mejor?.
“Este último tiempo se ha sabido de muchos desastres, no sólo de sismos. Los distintos fenómenos naturales que provienen desde nuestras propias acciones y desconexiones con el medio ambiente. Nosotros como seres humanos estamos interrelacionados con toda la naturaleza y si no cuidamos el lugar donde nos desarrollamos se producen desequilibrios energéticos que luego provocarán estos efectos desastrosos. Por eso es tan importante tener conciencia de nuestra casa y de que las personas nos preocupemos de ella. A raíz de los últimos acontecimientos y desastres, puede ser que la sociedad esté tomando más en cuenta lo importante que es cuidar el planeta”.
Su Santidad explica que esta búsqueda de conexión con el medio y la espiritualidad es también un acto de amor para uno mismo y para las generaciones venideras, porque cuando se pone el acento en proteger este bien, se está asegurando también el futuro y el de nuestros descendientes. Es común, en estos días, con la importancia que tiene el mundo material, que las personas dejen un poco de lado este cuidado, no lo tengan presente y que la sociedad ponga sus énfasis sólo en el desarrollo de la propiedad, pero hay que tender una armonización. “En alguna oportunidad me encontré con un hombre de negocios en un avión y me comentaba lo siguiente: yo no soy budista, pero creo que el budismo me podría ayudar a ser mejor”, creo que eso es lo que hay que buscar, que de alguna manera pueda tender a pensar cosas más allá de lo material, y no digo que sea con el budismo, sino con cualquiera religión que pueda llevar a reflexionar”, acotó.
Culminó expresando que la característica que nos hace humanos es la capacidad de ponernos en el lugar del otro, convivir y construir con los seres vivos, y por ello no hay que perder la noción de esta condición que nos distingue de los demás. En esta característica es donde se hace factible el desarrollo del amor y la compasión, que son los elementos fundamentales para dejar de lado el individualismo y hacer del mundo un lugar íntegro para que evolucione nuestra sociedad.
El mensaje de Chetsang Rinpoche en Concepción: Reflexiones sobre el poder sanador del amor
NOS / 25 de Julio de 2010