El Mercado, otro enfermo terminal

/ 23 de Agosto de 2013

El Mercado Central de Concepción ha vuelto a poner sobre el tapete la recuperación del patrimonio. No sólo en nuestra región, sino a nivel nacional.
Hace un tiempo fuimos espectadores de la construcción del Mall de Castro, lo que para muchos, salvo para la inmobiliaria, fue un homicidio urbano. Lo mismo que otros ejemplos: el mall de San Antonio o Puerto Varas.
Que una construcción sea declarada Inmueble de Conservación Histórica para muchos es una frase hermosa y, tal como lo señala su título, asegura su conservación. Pero hay quienes creen que es una sentencia de muerte, pues implica recibir las exigencias de la ley para la conservación del inmueble, aunque casi nula ayuda para financiarla.
Tenemos ejemplos cercanos. Vemos el Teatro Enrique Molina atrapado en temas normativos y burocráticos hace más de tres años para tan sólo tener el diseño de recuperación. Aún falta lo más importante, ver el modelo de financiamiento.
También hay conservaciones anecdóticas, como la fachada neoclásica que interviene el Mall del Centro en su acceso por Barros Arana, o la falta de diálogo con el edificio de la Corporación de la Vivienda en calle Tucapel, promotor del modernismo en Concepción.
La Casa Esquerré, en Barros Arana, donde sólo queda un muro tras la casi nula ayuda para su conservación; el muro de la Iglesia de La Merced, que data del siglo XIX; el ex Teatro Ideal del año 1938 o más conocido hoy como la Vega El Esfuerzo, con muy poca inversión y mantención, e incluso la intervención del Cerro Amarillo, producto de inversiones de las inmobiliarias, son pacientes enfermos de los actuales modelos de gestión patrimonial de nuestra  deficiente normativa.
Pero no todo está perdido. Que discutamos esta problemática refleja que hay un cambio de cultura y de aprecio por nuestro patrimonio y valores. Conocemos al enfermo y la enfermedad, pero debemos administrarle la medicina para sacar al paciente del estado terminal.
Valparaíso, donde hubo recuperación de edificios y equipamientos (funiculares); el Mercado Central de Santiago e incluso experiencias cercanas como Lota, donde no sólo hubo una declaratoria de intereses, sino una responsabilidad financiera por medio de los ministerios de Vivienda, Cultura y Obras Públicas son ejemplos en que se han generado procesos exitosos en relación al deber del Estado con la recuperación y conservación de los inmuebles declarados de Conservación Histórica. Sin aquello, la pregunta que surge es: ¿Qué lógica tiene generar instrumentos de fiscalización y normativos para la recuperación,  sin primero abordar el cómo financiar la permanencia de nuestro patrimonio cultural?
La razón de generar políticas públicas es responder a las distintas demandas de la ciudadanía. Pero el tema de la conservación de la cultura y del patrimonio es un asunto aún pendiente y no resuelto en nuestro modelo de gestión pública. Para el caso particular del Mercado Central de Concepción, mientras las autoridades regionales no tomen cartas por la conservación de nuestro patrimonio regional, nuestro enfermo seguirá teniendo pocas posibilidades de recuperación.

Enrique Matuschka Aycaguer
Académico Arquitectura
Universidad San Sebastián

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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