El mercado ya dispone de una vacuna Cáncer Cérvico Uterino: amenaza silenciosa

/ 22 de Junio de 2010

En Chile, la incidencia de esta patología es de 30 casos por 100 mil mujeres. Desde hace un tiempo se dispone de una vacuna contra el Virus Papiloma Humano, y está indicada para niñas a partir de los 10 años. Pero esto no basta. Los especialistas llaman a prevenir mediante exámenes anuales de Papanicolaou.

Cada dos minutos muere una mujer por cáncer de cuello cérvico uterino en el mundo. La estadística se repite en nuestro país, donde la incidencia es de 30 casos por 100 mil mujeres y en Concepción, de 22 por 100 mil.
Sólo en Chile, anualmente, se diagnostican unos 1.500 cánceres y fallecen unas 900 mujeres. Por ello el acento de la medicina está en llamar a mantenerse alerta, ya que es una patología perfectamente prevenible con una serie de recomendaciones, más la ayuda de los médicos expertos y el avance de la tecnología farmacéutica.
El doctor Mauricio Hinostroza Scheel, jefe de la Unidad de Ginecología Oncológica de la Clínica Universitaria de Concepción, explica que éste es uno de los cánceres que tiene mejor pronóstico si es detectado a tiempo, y que hay una fuerte campaña dentro de los facultativos para animar a las mujeres a que se realicen exámenes periódicos y que complementen esa prevención, por ejemplo, con las vacunas que inciden en su control.

La enfermedad

El cáncer cérvico uterino es causado por el Virus Papiloma Humano (VPH). Un estudio sobre prevalencia de ADN del VPH en más de 1.000 biopsias de cáncer de cuello uterino, que se realizó en 22 países,  comprobó que en 99,7% de los casos de cáncer de cuello invasor participa este virus. Los virus papilomas son más de 100, pero sólo 40 se relacionan con el tracto genital, tanto en hombres como en mujeres, y de ellos, 18 se relacionan con cáncer de cuello o lesiones preinvasoras de alto grado del cuello uterino. Se consideran de alto riesgo oncogénico los tipos 16 y 18 (presentes en el 70% de los casos de cáncer).
Se transmite por contacto sexual o por contacto piel con piel en área genital. Tiene directa relación con el comportamiento sexual de mujeres y hombres, si uno o los dos son promiscuos, tienen malos hábitos higiénicos o iniciaron su vida sexual tempranamente. La frecuencia de infección es alta en ambos sexos, pero las consecuencias son más serias en ellas. Se estima que del 50 al 80 por ciento de las mujeres se infectarán con VPH alguna vez en su vida. Entre los factores de riesgo, además de los ya mencionados, está el uso de hormonas, inmunosupresión, infecciones del tracto genital (clamidia, gonorrea) y el tabaquismo. Estos factores favorecen que el virus VPH desarrolle los cambios celulares pre malignos que terminan en cáncer.
“Desde que adquieres el VPH y tienes una infección persistente con el virus hasta que llegas a un cáncer pueden pasar entre cinco y diez años, pero la enfermedad en todo ese período es asintomática y sólo se detecta a través del PAP o de un examen clínico directo. Por eso es tan relevante someterse a este examen anualmente”, enfatiza el especialista.

La vacuna indicada

Hace algunos años ya se dispone de una vacuna contra el VPH. Ésta produce una reacción inmunológica a través de la presentación al sistema inmune de un antígeno, que es la proteína capsular L1, semejante al virus o partícula virus-like (VLP). Previene el cáncer cérvico uterino producido por los virus que causan aproximadamente el 70% de los cánceres (tipos 16 y 18), quedando aún los tipos poco frecuentes sin protección.
Está indicada en niñas a partir de los 10 años. Se necesitan tres dosis, en un esquema 0, 1 y 6 meses, lo ideal es que se administre antes que se inicie la vida sexual. No está contraindicado en aquellas que ya han iniciado relaciones sexuales, sólo disminuye su eficacia.
Las vacunas anti VPH actualmente disponibles son altamente eficaces para prevenir la infección por los virus más frecuentemente asociados al cáncer cérvico-uterino. Aunque todavía su eficacia no es completa en prevenir dicho cáncer y hasta la fecha se desconoce la duración de la protección más allá de 5 ó 6 años. Por todo ello, es necesario que las mujeres vacunadas se incorporen a un programa de pesquisa periódico de lesiones cérvico-uterinas en base al examen Papanicolaou.

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