El necesario análisis antes de regresar a las aulas

/ 20 de Marzo de 2014

col-uss-Patricia-Villagran-USSPatricia Villagrán Rivera
Directora de Docencia Universidad San Sebastián

Hace unas décadas, obtener un título profesional era una meta final para los alumnos de educación superior, entendiendo que junto a él se adquirían trabajos estables y de por vida, así como una certificación estatal de ser un conocedor de un área determinada. La educación continua se observaba principalmente en las carreras del área de la salud, pero se asociaba a un estudio personal y solitario, que no se acreditaba formalmente ni menos se requería para acceder a una fuente laboral.
El aumento en la cobertura de la educación superior ha traído como una de sus consecuencias importantes más profesionales saliendo al mercado laboral que en cualquier época anterior. Sin embargo, también se ha masificado la necesidad de agregar valor al título obtenido. El hecho de titularse ya no es una meta última, sino que es la puerta de entrada a nuevos conocimientos y destrezas.
Hoy, los jóvenes profesionales saben que al momento de egresar ya están caducas ciertas materias que estudiaron en su primer año universitario. Así, el estudio continuo se ha transformado en uno formal para volver a las aulas a ser nuevamente alumnos, esta vez de cursos de posgrado o postítulos.
Al momento de planificar estos cursos es importante aclarar cuál es su objetivo. ¿Quiero profundizar en el conocimiento de las materias que estudié? ¿Quiero ampliar mi perfil profesional? ¿Quiero cambiar de área?
Estas preguntas nos orientarán hacia el curso que debemos realizar. Normalmente los cursos de postítulo y los diplomados son elegidos para profundizar en materias de la misma carrera cursada, pero que en el pregrado se estudian someramente. Es decir, un postítulo permitirá que un psicólogo profundice en Intervenciones Clínicas en Abuso Sexual en Infancia y Adolescencia o un odontólogo en Radiología Oral y Maxilofacial. Estos cursos permiten perfeccionarse en el conocimiento o las destrezas propias del abordaje de una temática en particular.
Los programas de magíster, a diferencia de los anteriores, permiten ampliar el conocimiento base, pudiendo enriquecer el potencial campo laboral, agregando un valor adicional al título profesional. Es así como un ingeniero civil puede realizar un Magíster en Gestión Estratégica en Salud o un periodista un Magíster en Intervención Social. Normalmente, como requisito de ingreso, se exige una carrera de mínimo ocho semestres y, en algunos casos, de un área afín al programa. Es importante señalar que magíster y doctorado apuntan al conocimiento teórico de la materia más que al procedimental.
Por ello, y dada la enorme cantidad de programas, es muy importante conocer en detalle los contenidos y objetivos de éstos, y relacionarlos con los propósitos y metas que nos mueven a seguir estudiando. Hay que reflexionar respecto del tiempo que puedo disponer para el estudio, cómo se compatibiliza con la vida laboral y familiar y cuál es el valor agregado que le otorga a mi profesión. Si esa reflexión da como resultado un balance positivo, ¡bienvenido de vuelta a la vida estudiantil!

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