El ser o no ser de Coco Legrand

/ 16 de Abril de 2011

Fuimos a hablar con un humorista, pero nos encontramos con un  filósofo. O con una nueva versión de Hamlet. Es que durante los últimos años, el otrora “Lolo Palanca”  atravesó por dos crisis: por un lado vio cómo el Chile que conoció cambió de golpe, hasta llegar a no reconocerse en su país. Por otro, su salud se resintió cada vez más, lo que desembocó en una operación a las caderas que, cuenta, lo dejó como “Robococo”. Todo ello quedó plasmado en “Terrícolas, corruptos pero organizados”, una obra que, asegura, será su último show, y que incluye una impresionante producción y efectos especiales.

Nos recibe de buen ánimo en su teatro Circus Ok, ubicado en Providencia. Un edificio que es desde el primer vistazo más que un recinto de espectáculos: es el templo, el santuario de Alejandro Javier González Legrand (63). Una extensión de su mundo, con paredes empapeladas por fotografías y artículos de prensa que recorren toda su carrera, estanterías con los trofeos de cada una de sus visitas al Festival de Viña, y un bar-restorán que ofrece a su público algunas de sus mejores recetas.
Y por supuesto, en vitrina, sus más preciadas joyas personales: sus motos, a las que habla y llama por sus nombres. “Esta es ‘la Argandoña’: 2200 centímetros cúbicos, 127 pulgadas, con un costó de 10.000 dólares la ‘liposucción’ del estanque. Es una moto ¡única!”, explica. “Esta otra es ‘la Pamela Díaz’… ¡porque es negra, fiera, y rica!” exclama, y prosigue: “esta otra es ‘La Bolocco’, porque es la reina de mis motos, y porque mira la colita que tiene, mírale el porte de la rueda trasera… esa la monta este puro viejo. Bueno, ése era el chiste antes que me cagara el italiano…” (risas).
Eso sí, aclara que las motos son piezas de colección, y que rara vez las usa en sus viajes motoqueros, pues para ello maneja una Aprilia especial para correr. “Todas estas motos son hechas a mano. Yo las ocupo para resaltar los espectáculos, pero no son motos que tengan ciclística, no hay una ingeniería puesta acá. Obviamente se ha hecho un diseño, un chasis resistente, la moto anda y cumple con todo lo que una moto debería tener, pero yo no me arriesgaría a usarla permanentemente. Más bien entran en el terreno del moto-show”, cuenta.
Coco observa una anterior entrevista de Nos, realizada en abril de 2008. “Está buena esta foto, es de antes que me operara los ojos. Deberían mandármela en blanco y negro”, nos dice. Para él, el tema de las operaciones ha sido una constante durante los últimos años.  Una vez finalizada la temporada de “Los coquitos dicen” debió someterse a una cirugía a las caderas -una dolencia que lo afectaba desde hace años- que, según cuenta, lo dejó como “Robococo”. Ya había pasado por la sala de operaciones unos años antes, para una operación  a la columna. “Algo tiene que haber influido todo esto de la motocicleta. Desde los 15 años que no me bajo de una moto”, reflexiona.
Pero se toma todo  “con Andina” -o quizás no tanto- haciendo lo suyo: estrenar una nueva obra denominada “Terrícolas: corruptos, pero organizados”, la que, pronostica, será la última de su carrera, la que lo hará jubilar. Quizás por eso es que decidió tirar “toda la carne a la parrilla”, invirtiendo en una sofisticada producción: en el inicio de la obra, mediante un juego de luces y una sugestiva banda sonora, una pantalla gigante muestra una lluvia de meteoritos atacando a la Tierra, los que también se dejan caer sobre Santiago hasta destruirlo por completo. La imagen incluye toda una puesta en escena cinematográfica, con noticieros que cubren el cataclismo y el derrumbe de las más icónicas construcciones. Tras concluir la devastación aparece una nave espacial con muy particulares poderes, como mostrar escenas virtuales de la vida en la Tierra y transportar a la audiencia hasta el fondo del mar (mediante proyecciones a lo largo y ancho de las paredes del teatro). Saliendo de ella, un Legrand caracterizado de extraterrestre comienza a explicar al público los motivos de su sorpresiva visita.
Una puesta en escena muy especial, cuyo trabajo y diseño demoró un año y ocho meses en su instalación.
-Háblenos un poco de la historia de “Terrícolas…”
-Al comienzo del espectáculo se ve un cielo estrellado en blanco y negro que dice “la humanidad siempre ha mirado hacia las estrellas en busca de vida inteligente; hoy será nuestro primer contacto”. Ahí aparece el Coco Legrand, Jaime Azócar y el ballet Circus Ok en “Terrícolas, corruptos pero organizados”, y levemente se va abriendo una cortina y se muestra un gimnasio. La historia parte con dos mujeres de 60 años que están haciendo gimnasia, y una descubre que, al parecer, había sido compañera de curso de la otra. Y empieza una conversación entre ellas, entre lo que se han hecho físicamente -están todas enchuladas las viejas, con pechugas, con liposucción, con estiradas de cara, toda lo cosa- y, luego sus problemas personales, sus separaciones, sus soledades. Después de aproximadamente unos tres minutos de conversación de estas dos amigas, Santiago comienza a sufrir una lluvia de meteoritos, hasta que uno de ellos golpea este gimnasio. La explosión es grande y, obviamente, las viejas se desintegran (…) Hasta que se ve una nave que empieza a proyectar una gran sombra sobre la ciudad  y que de pronto se congela. En ese momento, comienza a tiritar todo (gracias a la tecnología de sonido surround que instalamos), se prenden muchas luces de arriba, el público olvida lo que tiene en pantalla y mira el aterrizaje de esta nave que se comunica como en la película “Encuentros cercanos del tercer tipo”; pero en vez de escucharse las clásicas “pa-pa-pa-pa-pa” (melodía musical de la película), suena “Y va a caer, pa-pa-pa-paaan”, y también la del No (canta el estribillo de la campaña) hasta que empiezan a bajar cuatro patas gigantes… Es muy impactante el espectáculo. La nave expulsa dos alienígenas que son dos atractivas bailarinas, hasta que aparece el alienígena principal.
-¿Cuáles fueron las principales motivaciones que tuvo para escribir esta obra?
-Aquí hay dos cosas que están ocurriendo. La primera, desde el 6 de marzo estamos celebrando los 21 años del Teatro Circus. Antes eso era la mayoría de edad, hoy son los 18. Pero 21 años quedó como una fecha bien especial, define también un poco más de madurez. Y lo otro, es este espectáculo nuevo, que tiene la característica de contar con una tecnología de punta y que siento que va a ser mi última producción de espectáculo, porque hay un tiempo para todo; estos son negocios de alta inversión -por lo menos para uno- donde el riesgo es grande, si no, el público no responde. Para poder lograr esto, teníamos que también provocar sensaciones en la gente. La historia es simple: a mí me tocó vivir dos terremotos: el de Chile -donde toda la zona de Concepción fue golpeada fuertemente- y, paralelamente, el de mi salud. Después del Festival de Viña (2010) me tuve que operar inmediatamente, y mi recuperación fue lenta, porque tengo 64 años y no es fácil la recuperación cuando es una operación grande, con toda la cadera, y fémur, y todo nuevo. Entonces, eso fue un aviso. Previo, la columna también había hecho presentes sus alegatos, así que es como el chiste, “María van dos”. Entonces, siento que entraba a la tercera edad, y espero que esta sea la vencida, y tal vez mi visión de este espectáculo es que está con un sello de lo vivido.
-¿Por qué decidió encarnar a un extraterrestre para expresar este estado de ánimo?
-Al bajar, este alienígena se comunica con la gente, les dice “no teman terrícolas, somos embajadores galácticos de la paz, que hemos venido a salvar al planeta Tierra y también a la humanidad en estos momentos de cambio y limpieza. Somos seres vivos que expresamos amor, dejando de lado divisiones ideológicas o religiosas, pertenecemos a la hermandad de la luz y estamos formados por diferentes civilizaciones cósmicas”… hasta que empieza a explicarles por qué llegó hasta acá, y porqué específicamente a Chile. Al tipo le llaman la atención muchas cosas, hasta que llega un minuto en que este mismo alienígena dice, “saben que más, yo no voy a seguir con este monólogo. Primero, porque no estoy dispuesto a seguir con este texto con el cual estoy en absoluto oposición. No aguanto seguir hablando estas gueas…” se empieza a sacar los guantes, etc. Al final dice “toda esta inversión, toda esta idea estúpida de realizar esto ha sido con el único fin de esconder mi vejez, de camuflarla. No tengo vergüenza de mis arrugas porque es señal que he vivido. Quiero dejarles en claro que tampoco tengo miedo a la muerte, porque somos los únicos seres vivos que estamos conscientes de que vamos a morir, ningún otro lo sabe. Eso sí, siento que estoy quedando poquito y eso sicológicamente me caga, me destruye, me demuele”. Y empieza a hablar de su vejez, y de porqué siente que es un extraterrestre. Y la razón principal, es porque el tipo dice que vive en un mundo ajeno al que debería haber pertenecido. Yo fui educado bajo una dictadura de mis padres, y enfrentado el anarquismo de mis hijos y de mis nietos. No estamos en una era de cambios, cambió la era, y yo no estoy preparado para ella. Eso es en el fondo.
-Pero no todo puede ser tan malo entrando en los 60, ¿no?
-Claro, el tipo también empieza a ver el lado positivo de la vejez, a todo lo que ha ganado con ser viejo. Pero de pronto sufre una depresión y empieza a dudar de todo. Y cuando empieza a dudar de todo, mete al público y lo lleva y le dice “hoy día, echemos a andar la imaginación”. A final, la obra termina con un paralelo entre lo que el tipo está viviendo y Hamlet. El tipo se mete en un mundo de dudas que lo empieza a destruir. Ahora, todas estas locuras son locuras cuerdas, se mete en el terreno político, en el cómo los partidos políticos tienen un escaso nivel de afiliación, y sin embargo toda la democracia depende de ellos. Al final, el tipo empieza a dudar de su propia sombra; al final duda del público, hasta terminar “enfermo del chape”.
-¿Y por qué hay tantas dudas, Coco?
-El tema es acentuar esta presión que siente en general toda la gente, en el trabajo, en las presiones, las dudas; el profundo desinterés, no hay estímulo, a muchos les da lo mismo, piensan que lo que están haciendo es algo menor, que no le interesa a nadie, no quieren comprometerse frente a nada. El buscar el individualismo provoca también una deshumanización. Eso, en el fondo, es lo quise decir. Todos tenemos caretas, somos una sociedad en movimiento, pero sin rostro, tal vez porque este mundo transformado en una pecera, la enloquece. No tenemos privacidad para nada, todo está oculto porque todo está siendo observado igual que en una pecera. Cualquier persona con un celular, gueon, te filma, te graba, te saca una foto, no hay privacidad, no hay intimidad. El tipo se siente y dice “yo soy realmente el extraterrestre porque yo me siento extranjero en mi propia patria, las costumbres son otras” (…) Por lo mismo, yo le cuento a la gente, siento que yo soy el extraterrestre, me siento ajeno a todo esto porque me parece tan distinto a cómo me prepararon a mí. Pero obviamente esto está dicho desde el humor, por lo tanto, el primer impacto de la gente será entretenerse.
-Y al final termina en delirio, incluyendo y citando textos de Shakespeare en Hamlet …
-Hoy día la gente cree que “es lo que hace”, y ha perdido su condición de ser humano. Yo, primero, soy ser humano, yo no soy periodista, yo no soy humorista, yo no soy ingeniero, no soy empresario: yo soy ser humano, eso es lo que yo soy, y que hago ciertos tipos de trabajo, o que me dedico a realizar tales y tales funciones. Entonces, veo una sociedad que hoy día de pronto se torna ciega en búsqueda simplemente de objetivos, y de estar siempre apuntando para lo que quieren conseguir, y la meta, y la meta, etc. Y de pronto, poco amigable frente a lo común, a lo gratuito, a lo que nos pertenece a todos, al compartir, al disfrutar… eso. Yo estoy también contando un poco lo que le está pasando a mucha gente de mi generación, que ya son gueones que entraron en la tercera edad y que se están viendo desplazados.

El colega Meruane

-El pasado Festival de Viña contó con cuatro humoristas. Sin embargo, las rutinas presentadas fueron bastante criticadas en esa ocasión ¿Qué opina del doble sentido? ¿Encuentra que se abusó mucho de ese recurso y de la homofobia?
-No, lo que pasa es que esto depende también de lo que el canal quiera comprar. Si quieres comer ensalada de lechugas, compra lechugas. En esto también hay precios y también hay calidades, y el humor no escapa a eso, hay bueno, hay malo y hay regular.
-Y en su gusto personal ¿qué le pareció lo que vio?
-Es que mucho yo no pude ver por una razón muy simple: yo estaba trabajando paralelamente, así es que prácticamente todo el verano tuve que trabajarlo, y eso me impidió también ver el festival. Pero, sí fui un día a ver a mi colega Meruane, le tengo estima y siento que también es un buen profesional. Algo le pasó ahí, se desdibujó, se desconcentró, pero tuvo también cuestiones geniales, que son propias del oficio de él: cuando dice “no, si Sting ya vuelve… ¡como en tres años más!”; Jajaja, ese es un humor pero preciso y precioso. Lo que pasa es que después ya no podía seguir en lo mismo.
-Claro, quizás esa talla en particular, porque también fue justamente criticado por haber provocado mucho al público con eso…
-Esa salida fue magistral, pero después no debió seguir con lo mismo, “se los voy a buscar al hotel”, etc. La magia de todo es cuando el humorista logra basarse en lo que es la esencia del chiste, la talla, sobre todo frente a los chilenos: el chileno es predictivo, y el humor muchas veces, o el chiste, se basa en la falla de la predicción, en la equivocación, porque eso es lo que sorprende.
-Usted fue justamente a verlo antes de su presentación.
-Sí, fui a saludarlo. Y lo otro que también confundió un poco, es que  ponerse la peluca, ya no era  el personaje al cual yo estaba acostumbrado a ver, y como era una peluca canosa, sólo me daba la impresión que iba a imitar a Piñera o que se iba a meter por ese camino, pero no llegó tampoco a eso. Pero siento que a cualquiera le pudo haber pasado una situación similar a la de él. Primero, porque para poder hacer humor tú necesitas la atención y el silencio de la gente. Yo puedo estar escuchando una música y saltando, pero la melodía la puedo seguir llevando porque ya la conozco. Pero frente a algo que me van a contar, que tiene que ser sorpresivo, que sea diferente, que tiene que ser novedoso, que tiene que ser gracioso, yo necesito esos elementos.
-En su momento, Ud. criticó la imitación de Kramer al Presidente Sebastián Piñera en el programa “Animal nocturno”, que realizó frente a la ex presidenta Bachelet…
-No, yo no nunca he criticado a Kramer. A mí me preguntaron sobre qué había pasado, y yo hablé técnicamente del humor, el por qué se produjo eso, y yo dije que fue por tal razón. El pensó que lo había criticado, al contrario, siempre he dicho que es un excelente profesional… pero también tiene derecho a equivocarse.
-¿Fue un error de criterio por parte del programa y el humorista?
-Todo provocó incomodidad, cuando tu provocas incomodidad, obviamente no estás cumpliendo con el resultado final, que es distensión. Eso es todo lo que yo quise decir.
-Pablo Morales, director ejecutivo del Festival de Viña 2011, dijo: “Prefiero que la TV se haga en relación directa con el artista y el público, y uno sea un medio. Uno no puede coartar al artista” en el sentido de que no hay responsabilidad de la estación por las rutinas ¿Está de acuerdo con esto, o se debe velar por una mayor calidad en el humor?
-Hay que buscar que esto cumpla con lo que se está ofreciendo. Si se está ofreciendo festival, eso es lo que hay que mostrar. La palabra show es un verbo y significa mostrar. Cuando tú muestras, también estás obligado a ser responsable frente a lo que estás mostrando. Yo, fíjate, tal vez lo que me gustaría hacer es mostrar un solo día humor, un solo humorista. Siento que eso sería lo bueno, tal vez que abriera un humorista para distender todo esto, y que luego el festival siga corriendo normal. Pienso que podría ser bueno, porque si hay más humoristas siempre va a estar la misma prensa buscando que a quién la va a ir mejor, que a este la va a ir así, y después… y ojalá que ese humorista sea escogido por el trabajo que ha tenido en el año. Si no está en Chile, estará en el extranjero, bueno, veamos otras muestras de humor. Es lo que pienso.
-También hay un tema de ráting. Pablo Morales señaló que “los peaks del festival fueron de puros humoristas; a la gente le gusta el humor”. Eso incluyó la rutina de Meruane…
-Bueno, pero anteriormente había un concepto que decía todo lo contrario, Yo creo que ahí la responsabilidad directa es del canal porque ellos son los que contratan y saben lo que quieren para obtener ráting.
-Estuvo muy filósofo y místico en esta entrevista, Coco ¿fue hippie en su juventud?
-Yo he ido paralelo a los momentos, Cuando joven, claro. No puedo negar que fui místico, después fui revolucionario, pasé por todas las etapas que pasa un joven. Pero, esencialmente, yo diría que fui aplicado en lo que me apasionaba, siempre me apasionó a mí el trabajo en el teatro mismo, los espectáculos en vivo, más que la televisión. El estar en vivo, en directo, con la comisión examinadora que se llama público, sin que nadie levantara un papelito que dijera “aplausos”, “silencio”, o “risas”, sino algo que es real.

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