Al referirnos a temas relacionados con la juventud y su formación es fundamental dejar de manifiesto que nuestro país se encuentra en un constante proceso de transformaciones económicas, políticas y culturales. Estas materias tienen como protagonistas a los jóvenes de la sociedad actual, quienes no son simples espectadores.
La educación, el consumo de drogas, la familia, el empleo, la solidaridad, la corrupción, la sexualidad, la comunicación, las oportunidades son sólo algunos tópicos de la larga lista que está presente en las conversaciones, ideas y proyectos de nuestros “Millennials”.
Las universidades tenemos un rol fundamental en el desarrollo y formación de una generación que se mueve, comunica y vive a un ritmo distinto, que da a conocer sus opiniones de manera colectiva, con energía y apasionadamente.
Según antecedentes del Instituto Nacional de Estadísticas, las personas jóvenes (rango de edad de 15 a 29 años) en nuestro país son 4.272.767 (a junio de 2012). De esta cifra, la Encuesta Nacional de la Juventud informa que sólo el 50 % se encuentra en el sistema educacional.
De acuerdo con antecedentes del Sistema de Educación Superior (SIES), el número se reduce a poco más de 700 mil jóvenes en las universidades. Es así que más de medio millón de jóvenes se están formando para tomar decisiones, para enfrentar desafíos y cambiar realidades. Las herramientas que debemos entregar a esos estudiantes deben ir más allá de la sala de clases y del traspaso de conocimientos o modelos curriculares actualizados.
En el caso de nuestra casa de estudios superiores, ésta tiene un sello distintivo, una mística que se sustenta sobre pilares sólidos con el objetivo de dar oportunidades a personas que se esfuerzan y buscan cada día ser mejores, sebastianos que puedan liderar el Chile de los próximos años, que entiendan las problemáticas sociales más allá del rol profesional y que pongan el corazón en cada desafío que emprendan.
El desarrollo de organizaciones estudiantiles, la entrega de valores, el liderazgo y trabajo en equipo, la creatividad, el deporte y la cultura tienen un espacio relevante en la formación de nuestros estudiantes.
Vivir la universidad deja de ser simplemente ir a clases y conseguir un grado académico. A través de las actividades extracurriculares, nuestros estudiantes conocen otras realidades, desarrollan sus talentos, comienzan a construir sus sueños, ideas y proyectos.
En nuestros 25 años de historia y a lo largo del país, miles de personas, empresas e instituciones ven que nuestros estudiantes y profesionales destacan por tener profundamente arraigados en su formación valores como la solidaridad, la vocación por el trabajo bien hecho, la honestidad, la superación, la responsabilidad, la búsqueda de la verdad y la alegría. Características que se conjugan perfectamente con una formación académica de excelencia, un proyecto educativo que comprende los cambios de la sociedad actual y que, sin duda, permite que nuestros estudiantes hagan de Chile un mejor país.