Acaba de finalizar un nuevo proceso eleccionario; tal vez uno de los más importantes, pues como ciudadanos elegimos a quienes dirigirán por los próximos cuatro años el destino de nuestras comunas, de nuestros barrios, del lugar donde habitamos y queremos ver crecer a nuestros hijos.
Más allá de los resultados obtenidos por uno u otro candidato, fue interesante ver cómo tras la activación del voto voluntario, los candidatos debieron incorporar en sus campañas un reiterado llamado a que los electores concurrieran a las urnas. Un fenómeno que, si bien forma parte del proceso, antes de este nuevo modelo de sufragio estuvo orientado en los postulantes más que en la concurrencia. Campaña sólo semejante a la del Plebiscito de 1985, cuando las condiciones sociales y políticas eran muy distintas a las de hoy.
Y en este contexto llama la atención que a muchos chilenos nos sea mucho más atractivo el debate presidencial entre Clinton y Trump que conocer en detalle lo que los futuros alcaldes de nuestras comunas prometen. ¿Tan impopular está la política en Chile que damos mayor credibilidad a lo que sucede en Norteamérica?
Para muchos la baja participación electoral experimentada en años anteriores se debe a la escasa formación ciudadana de la población, pues una sociedad educada en estos términos es consciente de la importancia de los procedimientos electorales y de la trascendencia republicana del voto, que no es otra cosa que la manifestación de la democracia como sistema de gobierno participativo.
Este nuevo escenario debiera hacernos reflexionar sobre la importancia de entregar a las nuevas generaciones una cultura cívica que traspase el ejercicio ciudadano del sufragio y esté orientada a todos aquellos derechos y deberes que nos permiten vivir en sociedad.
Tal vez la idea de reponer la Educación Cívica en el currículo escolar chileno sea una manera eficaz para la enseñanza y formación en torno al tema, pues es claro que democracia y educación siempre han ido de la mano. Ahora bien, qué tipo de ciudadanía y cultura ciudadana queremos transmitir en el aula y cuál debiera ser su foco, es una muy buena discusión que no debe perder la perspectiva de que el fin es orientarnos a mejorar la convivencia nacional.