Empresas B

/ 20 de Julio de 2018
Ricardo Gouët Bañares Presidente de la Cámara de la Producción y del Comercio de Concepción

Desde hace un tiempo es frecuente escuchar el término Empresas B. Hablamos de ellas con más o menos familiaridad, pero más allá de eso, ¿sabemos realmente a qué nos referimos cuando usamos este concepto? ¿Cuáles son las implicancias y los propósitos que se ha trazado una llamada Empresa B?

Para quienes estamos lejos de ser Millennials podría sonar como a una empresa que tiene buenas prácticas laborales o que en sus procesos, cuida al medio ambiente; y si bien es cierto, tiene mucho de eso, el concepto de una B Corporation es mucho más amplio porque apunta a una organización que funciona bajo altos estándares ambientales, sociales, de transparencia, y cuyas decisiones corporativas trascienden a lo estrictamente productivo, pues todo el proceso busca como bien final el bienestar social.

La idea de que las empresas tengan este perfil integral nace en 2006, con Jay Coen Gilbert, quien al incorporar el concepto de “vocación sostenible” para las empresas, redefinió el objetivo que cada corporación tiene en su comunidad. Cabe destacar que es el mismo Coen quien más adelante co-fundará B Lab, encargada de certificar a las empresas que apuntan a este nuevo modelo.

En abril de este año, el movimiento Sistema B, una organización sin fines de lucro que busca construir culturas organizacionales o ecosistemas favorables para abordar estos temas, publicó un estudio en el que queda de manifiesto que de las 2 mil 600 empresas que alrededor del mundo se han sometido a la evaluación B, aproximadamente 130 son chilenas y durante el primer semestre de 2018, 14 lo hicieron. Se trata de corporaciones de rubros tan diversos como el manufacturero, de los servicios, instituciones financieras e incluso del agro.

El mismo documento muestra cómo ha evolucionado la incorporación al mundo B. Ya no sólo son las Pymes las que desarrollan su cultura organizacional bajo estos parámetros, sino también las corporaciones más grandes, principalmente, porque este sistema de autoevaluación permite conocer, medir los impactos y buscar un mejor camino con la visión en el largo plazo.

Si nos proyectamos, sin duda ésta es una ruta que debiéramos tomar, pues las Empresas B entienden el mundo de los negocios desde una mirada que valoriza todo el sistema. Es un gran cambio paradigmático, una oportunidad para cambiar el modelo y por qué no decirlo, para hacernos más competitivos, pues el concepto de éxito integra los beneficios productivos con el impacto en la sociedad y en el medio ambiente.  

Ésta es la nueva forma de hacer negocios en el mundo, una propuesta con valor compartido y una alternativa proactiva a economías sustentables.

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