Con un fuerte enfoque clínico, marcado por la atención directa al paciente y un perfil de egresado que destaca por sus férreos conocimientos profesionales, compromiso y sensibilidad social, la casa de estudios abrirá el próximo año la carrera de Química y Farmacia en su sede Concepción.
Acorde con el Plan de Desarrollo Estratégico de la Facultad de Medicina UNAB, ya plenamente posicionada en el ámbito nacional, en 2018 se abrirá en Concepción la carrera de Química y Farmacia, programa de pregrado que contará con 60 cupos.
Su apertura viene a consolidar a la Facultad en la zona, la que ya contaba entre sus carreras con Obstetricia, Tecnología Médica, y Nutrición y Dietética, además de varias especialidades médicas, posicionamiento que se consolidó el año pasado al abrir la carrera de Medicina, la que destaca por su sello orientado al paciente y al servicio público.
“La apertura de la carrera de Química y Farmacia en nuestra sede representa una excelente opción para los estudiantes, pues llega avalada por su reconocido prestigio, basado en su trayectoria en las sedes de Santiago y Viña del Mar, y a la merecida acreditación que ostenta. También es muestra del Plan de Desarrollo de la Facultad de Medicina que, con esto, logra homologar sus carreras en las tres sedes, a la vez que consolidar la presencia de la Universidad en la Región, en el área de la salud”, afirma el Dr. Jorge Cabrera, Director de la Facultad de Medicina de UNAB Concepción.
Sello Clínico
La carrera, que se impartirá en régimen semestral, diurno, y que contempla una duración de cinco años y medio, busca entregar a sus alumnos una formación académica acorde a los desafíos de una sociedad dinámica, procurando el desarrollo de un profesional con firmes conocimientos técnicos y éticos. “El modelo educativo se basa en los valores institucionales de excelencia, responsabilidad, pluralismo, respeto e integridad, pero lo que lo distingue es su sello clínico”, informa Fernando Torres, Director de la Escuela de Química y Farmacia UNAB.
Agrega que el químico farmacéutico ostenta un importante rol social por ser el encargado del fomento de la salud en la población. Su campo de acción abarca desde la investigación -básica y aplicada- para el descubrimiento de nuevos medicamentos, su diseño y fabricación, la extracción de principios activos de elementos presentes en la naturaleza para la obtención de nuevos fármacos, la elaboración de alimentos y hasta de productos cosméticos, así como también el seguimiento farmacoterapéutico a pacientes, y educación sanitaria.
“Así también, este profesional puede desempeñarse en el ámbito forense, en el área de toxicología, en laboratorios, en tecnología cosmética o en la industria farmacéutica, pues cuenta con la formación necesaria para estar presente en toda la cadena productiva”, afirma.
Es enfático al señalar que su rol social viene dado también porque muchas veces, sobre todo en zonas apartadas, para el paciente es más fácil acceder a una farmacia que a un servicio de urgencias. “Si bien suele vinculársele más con el área productiva o comercial, hoy a nivel mundial el químico farmacéutico es reconocido como un profesional más del área de la salud, donde trabaja a la par con el equipo médico, compuesto por médicos, enfermeras, nutricionistas y kinesiólogos, entre otros, todos unidos para una atención integral del paciente”.
Así, señala, en una farmacia este profesional no sólo administra, organiza y dirige el local, además de velar ante la autoridad sanitaria por que todo funcione de acuerdo a la normativa, si no que también “tiene la fundamental labor de educar al paciente, orientándolo respecto de su dolencia y en casos más graves derivándolo con un especialista. Pero esa derivación incluye recomendaciones que le permitan aliviar sus síntomas mientras logra acceder a un médico. O bien, le entrega los medicamentos que le recetaron, pero informándole respecto de la dosis, a la correcta forma de ingerirlo, o el horario ideal para hacerlo. Es lo que conocemos como dispensación”.
El farmacéutico como parte del equipo médico
Con el tiempo, esa labor ha cobrado mayor relevancia en la sociedad actual, a la par de la integración de estos profesionales en el equipo médico que atiende a pacientes en clínicas, hospitales y en centros de salud primaria.
Este sello clínico, formación en que la UNAB es pionera, ha conseguido que cada vez más estos profesionales sean requeridos como parte fundamental del equipo médico, trabajando codo a codo con doctores y enfermeras. “El médico diagnostica, hace la prescripción, y la enfermera administra los medicamentos, pero es el farmacéutico quien realiza el control de toda la farmacoterapia. Así, detecta reacciones adversas, hace ajustes de dosis, evalúa las interacciones con otros fármacos, y puede proponer un tratamiento farmacológico más eficiente y eficaz. Esto es una tendencia mundial, y nuestros egresados ya se encuentran trabajando insertos en centros de salud, atendiendo pacientes. Esta función es tan potente que el Gobierno ha invertido grandes sumas en contratar farmacéuticos para consultorios, para que entrevisten a pacientes y puedan detectar cualquier problema relacionado con el tratamiento farmacológico, e informarlo al médico, para proponer cambios que se traduzcan en una farmacoterapia eficiente y ajustada a las necesidades del paciente. Lo mismo sucede en hospitales, donde el químico farmacéutico acompaña al doctor y a las enfermeras en las rondas, analiza la ficha médica y los exámenes para, con esa información, hacer recomendaciones que optimicen el resultado de los medicamentos, ordenando la farmacoterapia y ajustando las dosis. Esto redunda en un mayor bienestar del paciente, quien presentará menos reacciones adversas, obtiene antes el alta médica y adhiere mejor al tratamiento, pues se le ha educado detalladamente respecto de cómo consumir sus fármacos”, señala Torres.
El Dr. Cabrera agrega: “Esta visión que permite a nuestros egresados integrar los equipos de salud es una característica distintiva de nuestra Universidad. Apunta a gestionar este trabajo en equipo en pro de una mejor resolución de los problemas de salud de la población, y viene a consolidar la participación e innegable aporte del químico farmacéutico en el área clínica”.
Formación integral y alta empleabilidad
La carrera de Química y Farmacia nació en el 2000 en la sede Santiago de UNAB, donde ya cuenta con más de 400 egresados. Fue la primera en someterse a la acreditación en forma voluntaria, además de una de las primeras escuelas de Farmacia acreditadas en Chile. A la fecha ya cuenta con tres acreditaciones sucesivas. La última fue en 2014, por cinco años, y ya se prepara para una nueva visita de la Comisión Nacional de Acreditación en 2019.
“Asimismo, el desarrollo de proyectos de investigación científica en las áreas de Farmacología del Dolor e Inflamación, de Farmacología de Productos Naturales y de Farmacogenómica ha contribuido a consolidar la productividad científica de la Facultad de Medicina y de la Universidad”, comenta el Dr. Cabrera.
En UNAB, los alumnos reciben una formación integral, acorde a los lineamientos emanados de la OMS y de distintas organizaciones de salud internacionales, adquiriendo conocimientos en Ciencias Básicas, en Tecnología Farmacéutica, en gestión comercial, en Marketing, en Ciencias Forenses y Toxicológicas, entre muchas otras.
A esto se suma una infraestructura de primer nivel, que busca aportar al éxito de la carrera y a una mejor formación de sus estudiantes. Estas instalaciones incluyen laboratorios, equipados con tecnología de punta e instrumentación específica para su quehacer, además de un moderno Hospital de Simulación Clínica, con variado equipamiento y recursos de aprendizaje para los alumnos. “Este Centro de Simulación cuenta con fantomas para entrenar al estudiante, en un ambiente controlado, en la atención de pacientes”.
Este entrenamiento permite al alumno, previo a su primera práctica profesional en cuarto año, adquirir las destrezas necesarias antes de visitar farmacias o centros de salud reales.
Del mismo modo, su malla curricular pone énfasis en las asignaturas de orientación clínica, a la vez que su sello humanista fomenta en el estudiante la adquisición de habilidades blandas, como comunicación efectiva y trabajo en equipo.
Este modelo de formación clínica que distingue a la carrera de Química y Farmacia de UNAB, y que ha permitido que su tasa de empleabilidad sea de un 99,3 %, ha conseguido abrir nuevos campos laborales para sus egresados, entregarles una formación integral y los faculta para cumplir a cabalidad con su rol social.