En Londres, la vida sigue igual

/ 23 de Junio de 2017

Cuatro atentados terroristas en lo que va del año en Inglaterra, corazón del Reino Unido. Uno en la ciudad de Manchester y tres en la capital, con más de una treintena de personas muertas. Hechos que en Chile han resonado fuerte, pero que al parecer en tierras británicas no generan temor. Al menos eso fue lo que nos contaron compatriotas que por diversos motivos convirtieron a la ciudad del Támesis en su segundo hogar.

Por Consuelo Cura O.

 
Un video donde aparece un hombre joven evacuando una de las zonas que había sido blanco de los atentados terroristas del 3 de junio pasado, en Londres, confirma en parte las conclusiones de este reportaje.
La peculiaridad de la imagen está en su actitud, y ello motivó a que se convirtiera en viral. En ella se le ve en medio del tumulto de personas que escapa del peligro inminente de un nuevo ataque. Él, sin embargo, camina junto a una amiga sin derramar una gota de cerveza de su vaso.
Ambos abandonan Borough Market, un turístico sitio que minutos antes había sido blanco de un ataque que causó ocho muertos y más de 40 heridos, en una pesadilla que partió a sólo metros, en el transitado London Bridge.
Algunos dijeron que esta imagen representó el espíritu londinense. La actitud del joven demostró que, a pesar del terror que buscan propagar estos hechos violentos, para los ingleses la vida parece continuar igual o casi como en una situación de normalidad. Así también lo confirmaron tres chilenas que, por estudios o ya como inmigrantes, se encuentran viviendo en la capital inglesa.
Captura de pantalla 2017-06-19 a las 15.27.15Camila Becerra tiene 28 años, es arquitecta y Londres se ha convertido en su segundo hogar desde 2015. En octubre de ese año partió desde Santiago a hacer un magíster en la Architectural Associaton School. En esa fecha, la última ola de ataques terroristas en Europa estaba por comenzar. Un mes después de su llegada, 130 personas murieron en París tras siete ataques simultáneos ocurridos en la capital francesa, entre ellos, en el teatro Bataclán, donde tocaba la banda estadounidense Eagles of Death Metal.
Por ese entonces, Londres ya había pasado por un hecho similar, pero una década antes, cuando el sistema de transporte público de la ciudad sufrió varios ataques simultáneos que tuvieron como resultado 56 víctimas fatales. Sin embargo, ése era un antecedente muy añejo como para viajar con aprehensiones. Lo concreto fue que Camila tuvo una tranquila estada durante el año que duraron sus estudios.
Nada pasó en ese tiempo, tampoco cuando partió a España por unos días tras terminar su máster. En noviembre pasado regresó a Chile. Aquí se enteró de los resultados de su tesis. Había aprobado, así es que debía volver a Londres para su graduación. A fines de marzo de este año se embarcó de nuevo en un avión a Europa.
 

Cambios mínimos

Llegó a París y de ahí tomó el tren por el Eurotunel a Londres. La entrada a Gran Bretaña no fue igual que antes debido a estrictas medidas de seguridad. “La policía me cuestionó el tiempo por el que iba a quedarme (dos meses); que por qué tenía visa de estudiante, que cuándo había empezado el máster, que cuándo lo terminé, mis notas, etc. Me preguntaron si tenía conocidos y les dije que sí, en relación a mis excompañeros; que si me iba a quedar con ellos y yo respondí que no, y recibí entonces un ‘no conoces a nadie’”. La funcionaria que la atendió tampoco quería aceptar el pasaje de vuelta a Chile, porque salía desde París y no de Londres. Finalmente, y tras largos minutos de incertidumbre para ella, la dejaron entrar.
No sabe si fue el azar o había una razón mayor detrás. Sólo unos días antes, el 22 de marzo de 2017, uno de los lugares más turísticos de la capital inglesa, quizás la postal más emblemática, había sido el escenario de un incidente en el que murieron seis personas, incluido Khalid Masood, el conductor de una camioneta que en una loca carrera atropelló a algunas de sus víctimas, causó un caos vial que quitó la vida a otras y al bajarse de su auto acuchilló a un policía antes de ser abatido. Todo partió en el puente de Westminster, a metros del palacio del mismo nombre, sede del Parlamento británico, y donde en una de sus torres resalta el famosísimo reloj Big Ben.
Camila aún se pregunta si ése fue el motivo del intenso interrogatorio en la aduana. Días antes de conversar con NOS había vivido nuevamente la experiencia de intentar entrar al país, tras visitar Francia por unos días. A diferencia de lo sucedido en marzo, su entrada fue un trámite menor en el aeropuerto.
Se esmera en recalcar su incertidumbre, porque a pesar del atentado, llegó a una ciudad en la que la vida seguía como si nada hubiera pasado, serenidad que se mantuvo incluso después de los ataques en Manchester, donde un artefacto explosivo dejado a la salida de un concierto de la popular cantante Ariana Grande detonó y mató a 22 personas, la mayoría adolescentes y niños, una calma que, dice, continuó también después del ataque en Borough Market.

Cami y Ángela Trafalgar Square
Ángela Osorio y Camila Hermosilla.
Sobre este último atentado recuerda: “Estaba en el hostal donde me estoy quedando, ya acostada, y mi mamá me manda un mensaje diciendo lo que había pasado”. Afirma que recién ahí se enteró y comenzó a revisar redes sociales, en las que sus amigos publicaban estados donde avisaban que estaban bien. A diferencia de la percepción que desde el exterior se tenía de lo sucedido en la ciudad, al día siguiente a la tragedia, Londres continuó con su rutina. Ella hizo lo mismo: “Era domingo, así es que fui a comprar unas cosas que necesitaba y después a un mall a ver una película”.
Lo que más le llamó la atención es que nadie hablaba de lo sucedido el día anterior. “En Chile tiembla fuerte y es el tema durante una semana. Es muy distinto. Nosotros tenemos una cultura de que si pasa algo lo hablamos por semanas”, expresa.
Una sensación similar tienen Ángela Osorio y Camila Hermosilla, quienes llegaron en septiembre del año pasado a Londres por un postgrado que Camila cursa en la University College de Londres. Para esta pareja de penquistas, los cambios tras los atentados han sido mínimos.
Camila recuerda que unos días después del ataque en Westminster entró a una tienda y afuera sonaban muchas sirenas (ruido común en Londres) y “la vendedora me preguntó si sabía lo qué estaba pasando”, cuenta en relación a las pocas veces que ha sentido la preocupación de la gente en las calles. Ángela, por su parte, agrega que en el metro además de los ya clásicos avisos, agregaron uno que dice que “si ven algo sospechoso, por favor comunicarse inmediatamente con personal de seguridad”. Cosas así, relatan, son los detalles en los que han reparado, pero que en todo lo demás “la vida continúa como si nada”.
 

Ingleses versus el terrorismo

Si hay algo que caracteriza a los ingleses es el uso que hacen de los espacios públicos. Parques, pubs, mercados al aire libre. Londres se divide en seis zonas repartidas en una especie de anillo. Las zonas uno y dos son las centrales y turísticas por excelencia, y los lugares donde viven las hasta ahora protagonistas de este reportaje. Todas coinciden en que no han visto que la gente deje de frecuentar estos sitios, incluso afirman que ellas no lo harán, en especial Borough Market, donde se mezclan visitantes y residentes.
“Es un lugar muy entretenido”, aseguran. Una sentencia a la que se suma la periodista Murielle González, quien hace ocho años partió a estudiar a Londres. Vive en Chiswick, en la zona tres, y si bien prefiere hacer su vida lejos de los lugares turísticos, hay días en que transita por ellos.
“El área cerca del London Bridge y Borough Market está poblada principalmente por edificios de oficinas y muchos pubs y restaurantes. Incluso hay un puesto de comida argentina y latinoamericana. La oficina de la empresa donde trabajo queda a cuadras del mercado, y con frecuencia voy a almorzar con mis colegas o vamos por unos tragos después del trabajo”, cuenta. El día del atentado que se inició en London Bridge ella estaba junto a unos amigos, pero en otra zona de Londres. De inmediato recibió el llamado de su pololo quien creyó que podría haber estado en Borough Market.
Dice que si bien el tema del terrorismo es algo que le preocupa, trata de no perder el tiempo en sentir temor. “Nada hay que pueda hacer para evitarlo”, asegura en relación a la posibilidad de un nuevo ataque. En cuanto a cómo enfrentan el tema los ingleses, afirma que “los londinenses y el británico en general, trata de mostrar al mundo que no se dejarán amedrentar por estos atentados y siguen haciendo su vida como antes”.

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Murielle González.
En ese sentido, la arquitecta Camila Becerra cree que hay un alineamiento entre las instituciones y la sociedad para no crear temor, en lo que están comprometidos desde las autoridades hasta la prensa. Y como ejemplo menciona que los medios de comunicación daban testimonios de testigos, pero no especulaban acerca de la autoría. “Se demoraron en dar la información oficial para no asustar a la población hasta tener certeza”, recuerda.
Justamente, “el no tener miedo y bajarle el perfil es la mejor defensa que tienen”, afirman Ángela y Camila Hermosilla, quienes añaden que los lugares públicos, turísticos y no tanto, continúan llenos de gente. Declaran que sus familias en Chile están más preocupadas que ellas y lo entienden por el tenor de las noticias a este lado del continente. “Nos dicen que por favor no vayamos a los lugares típicos o que no tomemos el metro, pero eso es imposible, porque esta ciudad es inmensa y a veces tenemos que ir a lugares muy lejos. Nuestra rutina no va a cambiar”, sentencia Ángela.
“La sensación de temor que se percibe en la gente tiene mucho que ver con la cobertura que la prensa ha dado a estos episodios,” comenta Murielle González. Según la periodista, los diarios y televisión locales tienden a dramatizar los hechos y no demoran en conectar los atentados con grupos extremistas. “Me ha llamado la atención que los medios inmediatamente hablan de atentados terroristas basándose en que los autores de estos ataques tienen apariencia o nombre árabe. Khalid Masood, el autor del atentado en marzo es británico. El autor del atentado en London Bridge es un ciudadano británico que nació en Pakistán. Sin embargo, ahora, con el ataque ocurrido cerca de la mezquita de Finsbury Park, la prensa local lo ha reporteado como un incidente, porque el conductor del automóvil es un ciudadano blanco británico”.
 

Prioridades y resguardos

Londres es de por sí una ciudad multicultural. Es un importante centro financiero europeo con una población de más de ocho millones de habitantes que conviven con una variada mezcla de nacionalidades, entre ellas miles de personas del Viejo Continente que han hecho su vida en la capital inglesa, pero que ahora ven el futuro incierto. Y es que el Brexit sí es un tema del que se habla y que genera temor, afirma Camila Becerra al hacer una comparación de cuáles son los tópicos que encienden debates.
La salida del Reino Unido de la Unión Europea asegura “es el tema que van a tener por años y de lo único que la gente en realidad se queja. Aquí hubo terrorismo, coinciden en eso, pero al día siguiente dan vuelta la página y se preocupan de lo que de verdad les interesa en este momento”.

Cami Becerra Holland Park
Camila Becerra.
Si no fuera por los recuerdos de su familia y amigos en Chile, y porque ha notado un aumento de policías en las calles, nada haría pensar que la ciudad se ha visto afectada por atentados terroristas. Aunque precisa que “no son militares ni andan armados con metralletas como en los sitios turísticos en Francia”. Sin embargo, en ella algo cambió casi de forma inconsciente, admite, y que tiene relación con las personas de ascendencia árabe que residen en Londres, una de las mayores colonias presentes en la capital de Inglaterra.
Confiesa que hace unas semanas al subir al metro (ocupa la Central Line, una de las más congestionadas del famoso underground) sí sintió alguna inquietud al ver a un árabe al momento de abordar un tren y esperó a que llegara otro. Aclara eso sí que fue una sensación del minuto y que por lo que ha podido percibir en estos meses no es compartida por los ingleses.
En este punto, Murielle González, quien lleva más años viviendo allí, afirma que sí ha notado cierta aprensión hacia mujeres vistiendo burkas y hombres de apariencia musulmana. “He leído reportes que indican que el acoso racial acá ha aumentado desde el 2005 a la fecha”, concluye.
Son las visiones de una realidad que golpea al corazón de Gran Bretaña, una ciudad icónica que solo en 2016 recibió más de 14 millones de turistas que, sin duda, pasearon sin preocupaciones por alguno de los lugares que fueron blanco de ataques, tal como sus residentes y el hombre escapando con una cerveza en la mano, porque en Londres, a pesar de los atentados, la vida sigue igual.

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