Entre Desastres

/ 23 de Enero de 2012

Frederick Ahearn fue durante bastantes años uno de los académicos bostonianos experto en políticas y planificación social que prestigió al Boston College, hasta desembocar más tarde en la Universidad Católica de Washington. Consultor internacional, profesor visitante de muchas universidades. Conocedor de nuestro país, realizó algunos cursos en la Universidad de Concepción durante el último cuarto del siglo XX. Tuve el privilegio de ser su alumno y desde entonces su amigo en el más pleno sentido de la palabra: su casa ha sido la mía en Estados Unidos y mi casa, la suya por estas tierras.
En virtud de su expertiz sobre la materia “Desastres”, nuestro Chile ha sido para él un magnífico laboratorio, desde la misma primera vez en que concurrió a nuestra invitación de postgrado siendo recibido por torrenciales lluvias en el mismo Carriel Sur. En el caso, desastres a partir del agua. Luego, en otras ocasiones, lo mismo ocurriría con los terremotos, y todavía en medio de ellos por estas horas, los incendios forestales en un eslabonamiento de catástrofes y cataclismos que dibujan un infernal estilo cíclico de variados y múltiples desastres.
En estos treinta años largos de amistad, el sabio Ahearn ha confirmado su sentencia primera en la que nos explicaba que nuestro país representaba sin más el reino de la improvisación, de la ausencia de políticas, tanto así que jamás hemos estado siquiera  medianamente preparados para eventuales catástrofes. Siendo un país con una de las costas más largas y ricas del mundo; de sello forestal importantísimo en buena parte de su territorio no otorgamos las primeras jerarquías a tales actividades productivas descuidando su mejor manutención. Incluso nuestra actitud desecha la inmensa riqueza encarnada en los núcleos polimetálicos de los fondos marinos, de los que nadie habla. País hermoso que dedica comunicacional y televisivamente largas horas a la farándula y muy contados minutos a los temas auténticamente serios y urgentes. Es el Chile epidérmico, el Chile light. Difícil la creación de opinión respecto de los asuntos de interés público y, más difícil, de políticas que salvaguarden y prevean debacles, catástrofes y desastres.
Hoy, el progresivo calor de época sumado al del cinturón de fuego forestal nos demuestra la inexistencia de un protocolo de urgencia en la materia, y así nos pasa en salud, justicia, educación y otros vértices.
Es tiempo que nos demos cuenta de la pésima representación política que nos damos en los cargos de elección popular. Todavía es tema el de los más importantes asesores en Seguridad Ciudadana, cuya hoja de vida da cuenta sobre cualquier otra materia menos respecto del delito y de la delincuencia.
Ahearn ha realizado una labor eficiente. Es que el Dr. Ahearn es auténticamente un experto en materia de cataclismos y desastres. Los aprendices de brujo no sirven. Por último, que manera de costarnos el abrazo y la frase Feliz Año Nuevo entre tanto fuego, humo y desgracia. Entre tantos desastres.

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