¿Existen fórmulas para el florecimiento en salud mental?

/ 29 de Agosto de 2023

Patricio Ramírez Azócar,
Doctor en Salud Mental
Ecosistema de Bienestar Integral
Universidad del Desarrollo.

 

Hasta hace relativamente poco tiempo, en salud mental no se disponía de un modelo compartido sobre cuáles eran los indicadores de una salud mental positiva (Hay que aclarar que la ausencia de síntomas de un trastorno mental no implica la presencia de bienestar mental).

En la actualidad, la comunidad científica se ha unido en torno al concepto de “florecimiento”, para denominar ese estado de bienestar en que las personas logran su mejor funcionamiento emocional, psicológico y social. En el mejor de los casos, las personas pueden lograr ese estado de florecimiento y, además, no experimentar síntomas ansiosos o depresivos, lo que constituye una salud mental completa.

Los investigadores han destinado esfuerzos rigurosos desde un punto de vista científico para saber qué actividades o ejercicios aumenten ese bienestar. Muchos pueden tener una “receta” sobre qué les ha funcionado para mejorar su felicidad, para tener más emociones positivas, sentirse optimistas, conectados a otros o a su comunidad, o para sentir que tienen algún propósito en la vida. Pero es distinto si disponemos de información que supere el sentido común o lo anecdótico, y que indique qué prácticas para favorecer el bienestar tienen evidencia científica sobre su efectividad.

Un buen ordenamiento de esas actividades para aumentar el bienestar mental es considerarlas si son de tipo cognitivas o conductuales. El primer ejercicio de tipo cognitivo que ha mostrado ser efectivo para mejorar los niveles de felicidad, mejorar el sueño y disminuir los síntomas depresivos es la práctica de la “gratitud”. Este ejercicio buscar romper la inercia de que las cosas buenas que tenemos en nuestra vida estén siempre en el “fondo”, y pasen a estar resaltadas.

Hay varias formas de hacerlo, pero en términos simples consiste en tomarse al menos una vez por semana (o por día) para reflexionar acerca de tres o cinco cosas que están bien y por las que estamos agradecidos. Una alternativa es escribirlas o que se puedan hablar con alguien cercano.

Cuando se han comparado grupos a los que se les pide hacer esta actividad, se ha visto un incremento en su bienestar emocional. Un estudio se encontró con que los participantes que escribieron sobre las cosas por las que estaban agradecidos cada día durante una semana tenían niveles más altos de felicidad y niveles más bajos de síntomas depresivos, incluso seis meses después del ejercicio.

Otro ejercicio cognitivo es el que se conoce como “saborear y reconocer lo bueno”. Consiste en prestar atención, apreciar y mejorar las experiencias positivas de nuestra vida. Implica el reconocimiento de lo que es bueno en el presente, así como tratar de estar atentos e inmersos en la experiencia positiva. En otro estudio se demostró que los participantes a los que se les instruyó notar todas las cosas positivas posibles durante una caminata de 20 minutos diarios durante una semana informaron niveles más altos de felicidad al final del estudio.

“Es claro que el bienestar de las personas no depende exclusivamente de lo que puedan hacer o cómo se tomen la vida, pero en lo que le corresponde a cada uno, hay señales de que existen prácticas que pueden funcionar y acercarnos a ese estado de florecimiento. No se pierde nada en ponerlo a prueba”.

Por el lado de las prácticas de tipo conductual, que tienen apoyo en estudios científicos, pueden mencionarse dos de ejemplo. Una, actuar con bondad hacia otras personas y, la otra, involucrarse en voluntariados. Los actos de bondad implican hacer algo amable o útil para los demás. Los estudios indican que esta práctica no solo incrementa el bienestar de los otros, sino que también el de quien actúa de esa forma. Hay evidencia de que estos actos de bondad a menudo alientan a otros a hacer actos similares, por lo que continúan propagándose. Por ejemplo, la próxima vez que esté en un atasco vehicular, atienda a la expresión facial (o señales con las luces del auto) de un conductor que usted dejó incorporarse a la vía. Sin duda esos segundos que detuvo su marcha y permitió al otro avanzar, le generaron una reacción positiva y que, estando en esa misma situación, ese conductor puede que tenga la misma actitud con otra persona que necesita pasar.

Respecto de los voluntariados, estudios observacionales y también de asignación aleatoria a diferentes grupos, muestran que las personas que lo ejercen ven incrementado su bienestar social, tienen mejor salud física y se reportan como más felices.

Es claro que el bienestar de las personas no depende exclusivamente de lo que puedan hacer o cómo se tomen la vida, pero en lo que le corresponde a cada uno, hay señales de que existen prácticas que pueden funcionar y acercarnos a ese estado de florecimiento. No se pierde nada en ponerlo a prueba.

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