Chile sonríe desde el 14 de octubre, nada más pitar el final del partido con Ecuador, abrazos, aplausos, efusivas muestras de cariño y agrado. Otro país. Claro, el país del fútbol. Aquel plenamente democrático en que pitutos y apitutados no corren, en que la aristocracia se confunde con el estado llano, un solo pueblo, eufóricos todos los chilenos sintiendo que habían ganado algo importante. Es que el fútbol es como la vida misma, con sus ansiedades, fracasos y triunfos. Nos hizo bien Marcelo Bielsa, además de jugar mejor nos enseñó a pensar y a repensar, que es noble tarea, y aprendimos obligados por las circunstancias, de lo contrario Sudáfrica sería entelequia y no la prístina realidad que es.
La selección congregó 11 cuerpos en la cancha y 16 millones de almas en las tribunas, televisores y radios. Es claro, con el rosarino redescubrimos que el fútbol de verdad se juega para adelante, sin vergüenzas ni pudores, siempre con alegría total, como lo denotan los rostros de Sánchez, Valdivia, Medel, Suazo y otros que nos muestran y demuestran que a fin de cuentas el fútbol es un juego y que ellos están divirtiéndose, igual que cuando niños jugaban en la plaza del barrio con una pelota de trapo, carey o plástico.
Ya tenemos estadios del primer mundo, lo reconocemos y aplaudimos. Ahora la tarea es llenarlos y para ello junto a la profesionalización del ser y el hacer en beneficio del deporte, también debemos mantener nuestra alma y sueños deportivos con la intensidad y alegría del barrio, del pujante espíritu amateur que pone a la camiseta en un altar; cobijar el auténtico amor por el deporte, como el que profesan dirigentes deportivos de ligas vecinales, de las competencias escolares y universitarias, de la tercera división y otras en que el dirigente se mete la mano al bolsillo igual que socios y simpatizantes, no actuando jamás en beneficio propio o buscando plataformas que le signifique réditos, prebendas y similares.
Fiestas deportivas serias como las vividas recientemente con la selección chilena de fútbol contribuyen a encender el fuego del “deporte para todos” que de cara a la vieja Europa nos relega a un atraso de un tercio de siglo. A mediados del año 1975, la Conferencia Anual de Ministros Europeos del Deporte celebrada en Bruselas dio el puntapié inicial a campañas nacionales, regionales, municipales y de barrios para consolidar el “deporte para todos”. Desde ahí al mundo los programas masivos de acondicionamiento físico para niños, jóvenes, adultos y tercera edad con Alemania, Bélgica, Bulgaria y Gran Bretaña a la cabeza. Pronto, sumarían a Finlandia, Polonia, Noruega y otros con deportes al aire libre, en parques, jardines y plazas.
Vamos Chile, dejemos atrás los obscenos y delincuenciales capítulos del Chile Deportes. Recordemos en estas horas de algarabía que en esta larga y angosta faja de tierra la responsabilidad primera en el desarrollo del deporte pasa por las municipalidades, Ley Nª 18695, los Consejos Locales de Deportes, y más. La popularidad de ídolos como Alexis Sánchez, Jorge Valdivia, Gary Medel, Suazo y otros tantos que Ud. acaba de vitorear y agradecer deben servirnos en la construcción de una adecuada y total política deportiva, que no nos haga lamentar, como en el tenis, cuando “la figura” o “las figuras” avanzan en edad y en el horizonte inmediato carece de renovación pronta y de calidad.
Chile agradece a su fútbol y sus futbolistas, muy en particular a su magnífico entrenador y cuerpo técnico por el carácter y personalidad demostradas. El deporte nacional agradece en las imágenes de los niños de nuestra patria, el disfrute provocado con las gambetas de sus ídolos, esos del equipo de todos. Ojalá que el mundo político se encargue de hacer suya esta metáfora ganadora: un solo Chile, un solo equipo.