Desde hace un tiempo, en los medios de comunicación y en algunos ambientes académicos e industriales especializados se habla de la existencia de un nuevo material que nos revolucionará la vida: el grafeno. Fue la mayor atracción del reciente Congreso Mundial de Móviles de Barcelona y, según anuncian sus promotores, tiene inmensas posibilidades, que van desde el área de la electrónica hasta el de la salud, pasando por la nanotecnología y el sector energético. Aseguran que nos permitirá desarrollar baterías que cargan en minutos, y dispositivos móviles con pantallas flexibles y resistentes.
Sin embargo, el grafeno no es un material del todo nuevo. Su existencia se conoce desde la década del ‘30, pero no fue hasta 2004 que un par de científicos rusos consiguieron aislarlo a temperatura ambiente, un trabajo que les valió recibir el Nobel de Física en 2010.
Pero ¿qué es el grafeno? Es una delgada película de carbono, del grosor de un átomo, obtenida a partir del grafito, formado por celdas hexagonales que lo hacen el material más pequeño conocido en una superficie plana de dos dimensiones. Es cien veces más resistente que el acero, altamente flexible y mejor conductor de la electricidad y del calor que cualquier otro elemento hasta ahora disponible, incluido nuestro cobre.
Tal ha sido el interés concitado y su crecimiento explosivo que, en poco más de diez años, se pasó de 50 patentes (2004) a cerca de 10 mil, principalmente en el área electrónica y en manos de gigantes como Samsung o IBM.
Las universidades y centros de investigación del mundo también han reaccionado y están trabajando en investigación e innovación de sus diferentes aplicaciones y posibilidades, como lo hace el Centro de Grafeno de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, o el Instituto de Laboratorios de Tecnologías del Grafeno, en Italia.
Si bien sus potencialidades son muchas, este material aún presenta problemas técnicos para producirlo a gran escala y con la calidad deseada. Esto ha llevado al mundo científico a buscar nuevos elementos con propiedades y resultados similares.
Estos avances nos obligan a preguntarnos qué pasa en Chile en materias de innovación y desarrollo en este campo. De momento, los expertos aseguran que nuestro cobre aún no está en riesgo por esta competencia, lo que, evidentemente, no implica quedarnos de brazos cruzados.