Héctor Velis Meza: “Felizmente, yo puedo vivir del ocio”

/ 18 de Mayo de 2008

Por estos días hace noticia por el exitoso lanzamiento de sus dos últimas publicaciones: “El libro de los por qué de la vida diaria”, donde entrega respuestas a las más curiosas inquietudes como ¿Por qué se califica de cornudos a los maridos engañados por sus esposas? y “Palabras con historia recargado”, donde cuenta el origen y circunstancias de las más increíbles palabras y usos lingüísticos. Hasta al cierre de esta edición, ambos textos se mantenían entre los primeros tres lugares en categoría de no ficción del ranking de ventas de libros. Es que Héctor Velis Meza ha logrado lo que pocos: difundir cultura de forma exitosa y mediática. Por ello, conversamos con una de las voces más autorizadas al momento de evaluar cómo hablan y leen los chilenos, y nos cuenta por qué no cree en las medidas gubernamentales de fomento a la lectoría.
éctor Velis Meza (58) desempeña sus talentos en muchos frentes. No sólo es un investigador metódico e incansable de curiosidades culturales como el origen de las palabras o las causas y porqués de diversos usos y costumbres cotidianas, sino un pedagogo innato, que difunde y enseña sus conocimientos a través de los programas “Palabras con historia” y “El archivo de Héctor Velis Meza” de Radio Cooperativa (desde hace 14 años), y también por el noticiero de Canal 13 Cable. Viudo, agnóstico y sin hijos, su labor docente se extiende a la educación superior, donde imparte cátedras de Expresión Oral en las universidades de Humanismo Cristiano y de Las Américas, entre otras. También es una personalidad en el mundo del negocio editorial: es director editorial de Ediciones Cerro Huelén, dueño de Ediciones Bizarras (donde da rienda suelta a sus gustos por géneros más estridentes como el gore) y representante de la Feria Chilena del Libro (empresa a la que llegó como asesor en 1974) en el directorio de la Cámara Chilena del Libro.
-Con tanta actividad ¿Por qué valora el “ocio”?
-Bueno, una vez me preguntaron por una mala palabra, y yo dije “trabajo”, pero expliqué por qué: desde muy joven yo sentí que no quería trabajar. Una de las cosas terribles que encontraba en la vida era trabajar, porque yo nunca había visto gente feliz trabajando, y yo quería ser feliz. Fue así como llegué a la escuela de periodismo y a lo que estoy haciendo. Con los años descubrí que la palabra trabajo, etimológicamente viene de la palabra tortura, entonces me dije, ah, por eso nunca me gustó. Y cuál es la otra: el ocio. No es la flojera, es el uso creativo del tiempo libre. Ahí descubrí que nuestra civilización, en los años en que no estaban los adelantos que tenemos hoy, la gente tenía mucho tiempo libre. En ese tiempo libre es donde nacen las grandes obras de la literatura universal, los grandes cuadros. Las grandes obras musicales son consecuencia del ocio. Por lo tanto, el ocio siempre ha sido fecundo, por eso es que me inclino por esa palabra, porque tiene un sentido positivo (…) Soy un ocioso, y felizmente yo puedo vivir del ocio. Por eso, se habla de la industria del ocio.
El buen uso del pasatiempo ha sido fundamental para cimentar la vida de este periodista y escritor de no ficción licenciado de la Universidad de Chile. Una vida que no ha estado exenta de golpes y dificultades. Comprometido políticamente en su juventud, tras el golpe militar de 1973 disminuyen dramáticamente sus posibilidades laborales. Hasta que encuentra un empleo en La Feria Chilena del Libro, donde se inicia como asesor y editor. Desde entonces su situación mejora, dando inicio a una carrera en televisión que incluyó los programas “Teleonce al despertar” y “Sábados Gigantes”. Sin embargo, los años setenta no serían gratos en lo personal: en 1977 su esposa muere en un accidente automovilístico. Al año siguiente, también se despediría su madre. ”Me fui a vivir con ella no porque fuera mi obligación, sino porque yo quería. Sentí que lo más importante que tenía hacer era estar a su lado, y de hecho murió en mis brazos”, recuerda, aún emocionado.
Hoy, divide su vida entre sus labores y su enorme amor hacia los animales, particularmente los felinos: Greta Garbo,  su última gata, vivió hasta los 17 años, y su admiración llega al fetichismo: posee una increíble colección de 800 estatuas de gatos madera, probablemente la más grande del país y del continente.
-La clase política y la prensa política suelen colocar términos de moda ¿Cuál de las palabras que han inventado los políticos es la que más le desagrada y por qué? Por ejemplo, hoy se usan bastante los términos blindaje, empoderamiento, eventos…
-Yo escribí un libro que se llama “Curiosidades del mundo militar”, donde precisamente trato el tema de la palabra blindar. Y el diccionario hoy acepta que una persona pueda ser blindada. Y yo lo que en ese libro sostengo, es que un porcentaje muy alto de palabras que nosotros usamos viene del mundo militar. Puedo citar casos de palabras que no se sospecha que vienen de ahí y que son propias de ellos, por ejemplo, subsidio. El subsidio era la tropa de refuerzo de los romanos que les enviaban cuando la tropa regular estaba afligida. La palabra armario: hoy las casas lo tienen para guardar tazas, qué se yo, cualquier cosa, pero el armario original… era para guardar armas. La palabra etiqueta: del mundo militar salió, ¿por qué? Porque donde más estricta es la etiqueta, es en el mundo militar. No sé si tú has hablado con un oficial y le preguntas cuántos uniformes tiene que usar, y creo que son más de diez, y cuando los usan, hay toda una normativa. Entonces, cuando se manda una invitación se va con tal uniforme, y de gala hay como dos, que la gala de invierno, etc, es una cosa increíble.
En el caso de los políticos, yo diría que los políticos del pasado eran mucho más creativos que los políticos actuales. Es decir, yo diría que definitivamente los políticos perdieron la capacidad para encantar con sus palabras.
-Debería aprovechar la oportunidad para matricularlos con uno de sus cursos entonces…
-El problema de la oratoria es que lo que ellos necesitan es aprender a contar, a manejar la estructura de las cosas que ellos dicen. Hay un solo político que yo lo escucho y encuentro que ese político maneja bien el lenguaje. Y no solamente lo maneja bien, tiene elegancia, tiene estilo. Es sólido para hablar, yo lo escucho y le creo. Entonces, yo al principio dije, “debe ser porque somos de la misma tira política”, pero me empezó a llamar la atención cuando gente de la UDI, a veces, me decía “sabes que a él le creo…él me representa cuando habla”. No solamente habla castellano muy bien, cuando habla inglés habla como si fuera inglés.
-Humm… ¿se refiere a Gabriel Valdés?… ¿Nelson Avila?
-No, es uno solo. Además, es el hombre que las veces que fue interrumpido cuando decía un discurso por gente común y corriente -o no sé si eran tan comunes y corrientes- él paraba el discurso y les contestaba. La vez que me impresionó fue cuando vino Carlos Fuentes a Chile, y en La Moneda él tenía una charla. Se llamaban “Las charlas presidenciales”, que trajo a (Mario) Vargas Llosa, trajo a Fernando Savater. Yo fui a la de Carlos Fuentes. Él los presentaba, Ricardo Lagos se paraba adelante y él hacía la presentación de Carlos Fuentes. Yo lo escuchaba y pensaba “a qué hora este hombre tiene tiempo para hacer una presentación de un escritor tan importante y decirlo además con claridad.
-Otro término de moda es Femicidio… entiendo que esta palabra ni siquiera existe en la Diccionario de la Real Academia Española. Más allá de las implicancias políticas o del lado coyuntural ¿Es correcto del punto de vista conceptual y lingüístico que la Presidente haya definido su coyuntura política, en algún momento, como “Femicidio político”?
-Que no exista una palabra oficialmente, no significa que no la podamos usar; quizás para que exista, vamos a tener que usarla mucho. Lo que ocurre es que ya existe una palabra que el diccionario usa para referirse al asesinato de una mujer, que es el uxoricidio. Esta palabra femicidio hoy no solamente se está usando en nuestro país, sino que es una palabra que está traspasando fronteras, si uno la busca en Wikipedia ya aparece. La palabra “poto” se demoró mucho tiempo en entrar, siempre en la academia decían “para qué poner poto si ya existe culo”. Pero la palabra poto ya era nuestra, algunos dicen que era mapudungun, pero debe ser aymara o quechua, y significa potonco, hoyo. Entonces la hemos defendido como nuestra y la usamos más que la otra, culo, que la encontramos muy dura, más ofensiva. El caso de femicidio sería el de una palabra que estaría bien formada, desde un punto de vista etimológico.
-Pero otro tema es que una Presidente utilice el término “femicidio político”…
-Ah claro, lo que pasa es que esos son los excesos que se cometen, también se habría cometido “femicidio político” contra la ex Ministra Yasna Provoste, por ejemplo, pero esos yo los tomo como ejemplos de excesos de los políticos a los cuales ya ni les hago ni caso.

Contra el maletín literario

No obstante sus simpatías políticas, Velis Meza sabe separar las aguas al momento de opinar sobre determinadas políticas culturales de Gobierno. Así ocurrió con el controvertido “Maletín Literario”: anunciado en junio de 2007, consiste en la entrega de un maletín con una muestra de libros representativos de la literatura nacional y universal a familias de escasos recursos. El universo de 49 textos, escogidos por un jurado de 13 personalidades del ámbito literario y editorial, beneficiará a 133 mil familias durante todo 2008. A pesar de las aparentes bondades de esta medida (en un país donde el 15% de los hogares no tiene ningún libro en su casa, según la encuesta “Consumo Cultural realizada por el INE en 2005), el periodista, editor y experto lingüista no dudó en criticarla categóricamente a través de una  carta enviada al diario El Mercurio.
-¿Por qué no cree en la iniciativa del “Maletín literario”?
-Para mí la lectura tiene que ser un placer para que funcione. Es decir, tú no vas a llegar a ser un buen lector por imposición, lo será si los libros te seducen, por lo tanto yo no creo que un decreto te vaya a llevar a leer. Yo siempre he pensado que ese dinero -que es mucho dinero- se debería haber invertido de otra manera, creando los hábitos de lectura.
-Pero ¿por qué ver al asunto como una imposición a la lectura? También se puede ver como un incentivo, donde justamente la existencia de oferta y acceso genera demanda…
-¿Cuántas familias son? (las beneficiadas)
-De acuerdo al proyecto serían 133 mil familias el primer año…
-¿Cuántos habitantes tenemos en Chile? ¿Qué porcentajes estamos hablando?, No, yo no quiero hablar de peor es nada. Yo quiero ver cómo llego a quince millones. No quiero llegar a un millón, esa es la diferencia. Yo nunca he visto en este país una buena campaña, inteligente como las he visto en otros países, para hacer leer a la gente, donde se involucra a los medios del Estado y los que no lo son, como por ejemplo, en las campañas para el uso del condón; eso nunca lo he visto para el libro. Se han hecho algunas cosas muy malas. En Estados Unidos, en algunos estados –me lo contaban hace poco- cada persona que lleva a su hijo al médico, antes que el doctor la salude le regala un libro. Entonces el niño, cuando va al médico, empieza a asociar que va a un lugar donde le regalan un libro. Y yo sé que eso es así, porque yo he motivado el placer de la lectura a mucha gente.
-Enrique Lafourcade -uno de los integrantes del jurado que eligió los libros que se incluirían en el maletín- apoyó la iniciativa señalando que ayudaba a sacar a la gente de “la intemperie cultural en la que se encuentran”, como una necesaria medida de emergencia…
-Ya. Acá estamos con una enfermedad crónica, parecida a un cáncer, aunque no hemos llegado al cáncer… y damos una aspirina. Claro, a lo mejor calma los dolores. Ahora a mí me dicen que detrás del Maletín Literario viene todo un programa de seguimiento para ver. Pero por qué no al revés, por qué un día no dicen “saben, este año no daré un peso a nadie para hacer un libro”, y en vez de eso voy a traer a los tipos más creativos y que hagan un spot…yo he visto afuera en Europa, los spots que hacen y son notables, ingeniosos, atractivos. Pero nunca hemos hecho eso nosotros. Aquí ponemos “leer es cultura”.
-Entiendo su planteamiento, pero recuerdo los casos de importantes literatos de este país que partieron con un origen humilde como Gabriela Mistral y Hernán Rivera Letelier, cuyo acercamiento a un libro en su infancia fue vital para determinar sus vidas y carreras…
-Sí, pero en ese tiempo la gente humilde y la gente rica, todos tenían libros. El IVA empieza a influir el 76, pero para atrás, en Chile el libro no tenía impuesto. El libro era muy barato. Pero, aunque hoy se quitara el IVA, el grave problema es otro: la gente perdió el hábito. Por eso lo más importante es invertir el dinero en que la gente recupere el hábito. Eso es el desafío.
-Usted señaló en la carta al Mercurio que esta iniciativa podría tener nombre y apellido…
-No, no, no. Dividamos las cosas. Hay varias cartas. La primera es la más dura de todas porque efectivamente se suspendió el llamado a licitación. Porque era tan malo el llamado que parecía sospechoso. Por qué, porque nosotros nos juntamos y vimos qué es lo que estaban pidiendo, y vimos una empresa que tenía todo listo. Lo que pasa es que no se podía decir el nombre, pero si te dan tres días, y alguien de repente dice “sí, los tiene fulano”. Entonces ahí pitiamos (sic) todos, no fui el único que pitió en eso, lo que pasa es que tal vez yo no fui tan sutil en decirlo, y eso se suspendió, lo pararon seco cuando se dieron cuenta. Pero los que lograron parar todo esto fueron la Cámara Chilena del Libro. La Nivia Palma, que es una persona muy correcta, una vez que recibe esto fue a la Contraloría y dijo “sabe, yo no saco esto si usted, Contralor, no me da el OK”. Eso me pareció correcto de parte de la Nivia, y lo celebré.
-Existe alguna política regional o del resto del mundo que le gustaría emular en Chile?
-Tengo entendido que es la que tiene Colombia, que es terminar con el IVA a la industria editorial, que no es terminar con el IVA a los libros. Es decir, si yo soy un editor, y me compro un programa de diseño para diseñar libros, yo no pago IVA por ese programa. Porque, qué pasa cuando el libro no tiene IVA, pero toda la cadena del libro sí tiene IVA: tú has pagado una parte del libro. Si tú me preguntas por una política, ahí tienes una política. Y una vez que sacas el IVA, fijas un precio a los libros. Eso permitiría a las librerías chicas mantenerse. Ahora… a estas alturas, ya es como una pelea perdida.

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