La misión de los partidos políticos

/ 21 de Julio de 2008

El 26 de octubre elegiremos a nuestros gobiernos comunales. A fines de julio ya deberíamos conocer los nombres de los candidatos que competirán por las alcaldías y por los cupos en los concejos municipales y, en dos meses más (el 26 de septiembre), seremos testigos del inicio del período de propaganda legal para ésta, la quinta elección municipal desde el retorno a la democracia.
A tan poco tiempo de este trascendental espacio de expresión ciudadana, llama la atención que los partidos políticos -y las facciones dentro de éstos- estén más interesados en catapultar a sus precandidatos presidenciales que de asesorar, seriamente en la elaboración de propuestas, a quienes pretenden gobernar las 345 comunas del país durante los próximos cuatro años.
Peor aún fue haber sido testigos de cómo los partidos “bajaron” a ciertos candidatos, con la promesa que tendrían un cupo seguro en las próximas elecciones parlamentarias, instaurando una suerte de trueque que podría transformarse en un nuevo vicio de nuestra política.
Quizás en estas malas costumbres está la respuesta del notable retraso que experimentan algunas comunas del sur de Chile, cuyos representantes erróneamente justifican por la falta de inversión pública y el centralismo imperante.
Hoy existen suficientes recursos en el país y las municipalidades de regiones compiten prácticamente en igualdad de condiciones con los municipios de la Región Metropolitana. Deben regirse por los mismos parámetros técnicos para conseguir fondos externos, por lo tanto, que a unos les vaya bien no tiene que ver con la situación geográfica en que se encuentran, sino básicamente, con la capacidad de gestión de su alcalde y de sus profesionales. Un edil de una pequeña comuna de Bío Bío, que durante su administración destinó un importante porcentaje de su presupuesto en estudios de ingeniería para la postulación de proyectos de pavimentación y obras viales, y que hoy es uno de los que más inversión pública ha conseguido en su provincia, aseguraba que hay colegas suyos que ni siquiera se toman la molestia de conocer y entender las políticas fiscales y de acción pública entregadas por los gobiernos, y por eso se estrellan contra un muro a la hora de gestionar recursos externos.
De allí que la principal preocupación de los partidos debería ser elegir a los mejores no sólo para asegurar un triunfo, sino que para cautelar que sus representantes puedan llevar adelante exitosos gobiernos comunales y no sigan culpando al empedrado para justificar su incapacidad en tales cargos.

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