La Roja, tan salvajemente atractiva hoy como ayer

/ 6 de Febrero de 2021

 

De emociones, recuerdos, chascarros, sueldos, farándula, márketing y del “chaqueteo” que agobia hablamos con los ex seleccionados  Oscar “Jurel” Herrera, Mario “Gato” Osbén y Rolando García. A la galería sumamos al ingeniero civil industrial  y director técnico de Huachipato, Arturo Salah Cassani. No jugó mundiales, pero le correspondió “rearmar” el fútbol chileno después del “maracanazo” y la triste actuación de Roberto “Cóndor” Rojas, que nos dejó cuatro años fuera del  Mundial.

1Once pelotas de fútbol pagó Naval al entonces club San Vicente para quedarse con Oscar “Jurel” Herrera, el chorero que prometía ser goleador. Tenía 16 años, era rápido y escurridizo -de allí el apodo- y desde los 10 u 11 años se ganaba la vida fileteando en la industria ballenera Macaya para Japón, en Chome. “¡Ganábamos plata!”, recalca.
En Naval se hizo hombre y aunque el entrenador Andrés Prieto se fijó en él para llevarlo a Huachipato, rehusó. Le faltó personalidad, pero no se arrepiente, dice. Y allí sigue, como coordinador ahora, blanco en canas, ganándose la vida, y agradecido de dirigentes como Humberto Gatini, que lo acogió en su casa, en Santiago, tras su lesión. “Nunca he tenido la oportunidad de agradecérselo públicamente”.
Como los ídolos de “la Roja” que hoy tienen en vilo a un terremoteado Chile, su juego alimentó pasiones, y aunque fue nominado por Luis Santibáñez para el Mundial del ’82, en España, debió conformarse con mirar desde la banca.
En ese mismo torneo estuvo el penquista Mario “Gato” Osbén, quien sobrevivió a una concentración antinatura de seis meses y a una deslucida presentación de Chile. De ese campeonato, nadie olvida el penal que perdió Carlos Caszely, y que este ex arquero de Deportes Concepción, entre tantos otros clubes, vivió de cerca para contarlo a NOS: “¡Fue tremendo, hija, tremendo! No había cómo conformarlo”.
Ocho años antes, para el Mundial ’74, Caszely hizo noticia también al negarse -según la prensa- a saludar al ex presidente de la Junta de Gobierno, Augusto Pinochet Ugarte.
“Las veces que coincidí con Augusto Pinochet en algún acto oficial no le saludé ni le di la mano, porque nunca me han gustado los dictadores. Creo en la democracia y creo que fui el único futbolista democrático de esa época”, declaró el ex goleador de Colo Colo, en diciembre de 2006, pero en tierra penquista, Rolando García Jiménez, quien integró ese cuadro y estuvo, como todo el equipo en el edificio Diego Portales (Unctad) en vísperas del viaje a Alemania, asegura lo contrario. “Le dio la mano, huidiza, pero se la dio y nos comentó: ¡le dí la mano al wn…!”
De emociones, recuerdos, chascarros, sueldos, farándula, márketing y del “chaqueteo” que agobia hablamos con estos grandes del fútbol. A la galería sumamos al ingeniero civil industrial y director técnico de Huachipato, Arturo Salah Cassani. No jugó mundiales, pero le correspondió “rearmar” el fútbol chileno después del “maracanazo” y la triste actuación de Roberto “Cóndor” Rojas.
Salah dirigió dos Copas América en Chile (1991) y en Ecuador (1992) y asegura: “Los campeones no se hacen con la chequera encima de la mesa. La gran universidad del fútbol está en los potreros o en las canchas de tierra de Tocopilla, como lo fue para Alexis Sánchez. El fútbol es una tremenda posibilidad para muchos chicos, pero debe ser sistemático, organizado, responsable, profesional. Antes, la formación era más salvaje”.

En Lenga volvió a caminar

“Difícil es que un futbolista quiera fracturar a un compañero de trabajo”, piensa Oscar Herrera del arquero de Palestino, Julio Rodríguez, quien, en Santa Laura, salió a su encuentro para trancarle un pase largo. Una fractura al peroné y compromiso de ligamentos del tobillo derecho lo dejaron fuera de competencia para el Mundial de España. En la cancha, Patricio Yáñez ocupó el lugar del muchacho que aprendió a chutear en las polvorientas calles de Puerto Sur, en la Isla Santa María.
“Nos enteramos por la TV y en la casa, todos lloramos, porque no vestiría la camiseta de Chile”, agrega Francisco “Jurelillo” Herrera, tan amante del fútbol como su hermano.
Era noviembre de 1981, tenía 22 años, su hija Carla recién nacida y muchos sueños. Un año y medio estuvo recuperándose de su lesión -trotando en la arena de Lenga- y a los 30 se retiró del fútbol por una lesión puválgica.
“Gané plata para comprar mi casa y educar a mis hijos, pero nada más”, dice. Hoy, “Jurel”, con cuarto medio rendido, es el orgulloso padre de Carla (asistente social), Oscar (ingeniero comercial) y de la colegiala Gabriela de “maravillosa voz”. A sus 51 años y 134 goles a su haber como puntero derecho, echa de menos el mundo del camarín -“donde todos éramos uno”- y se emociona con los recuerdos. Jugó quince partidos como seleccionado nacional en suelo extranjero y cada vez que entonó el himno nacional, “se me ponía la carne de gallina”.

Internados en Oviedo

Mario Osbén Méndez (59), que se hizo amante del fútbol jugando en su barrio de Chiguayante, es padre y abuelo. Pero se enronquece cuando habla de “Enzito”, su único nieto varón (y regalón) que, como sus hijos varones debe lidiar con el apelativo. Él, a su vez, lo heredó de su tío Gastón, ex goleador de Magallanes, en la década del 50, aunque en el Mundial ’82 poco o nada pudo mostrar de su elasticidad y buenos reflejos.
Seis meses de concentración en Pinto Durán decidió el ex DT Luis Santibáñez para el equipo mundialero y, por seguridad, en España vivieron en un internado en Oviedo. La policía vigilaba en los techos y no permitía intrusos en el recinto. “Nos entreteníamos mirando a los chicos cuando salían a recreo. Lo único que queríamos era venirnos. A nadie le gusta el encierro. Por la prensa nos enterábamos de los hoteles 5 estrellas que ocupaban otros equipos con sus esposas”, cuenta.
Siete mundiales ha jugado Chile desde 1930, en Uruguay, y a pesar del papelón de Caszely en España, el ex arquero asegura que en esa versión Chile tenía un equipazo. “Nuestro equipo era espectacular, ni siquiera se compara con esta selección 2010. Con Bielsa, quizás, otra cosa habría sido. Elías Figueroa, Alberto Quintano, Mario Soto, René Valenzuela eran tremendas bestias. Éramos potentes”, dice. En Sudáfrica, cree, el juego aéreo conspirará en contra de nuestros jugadores.
A los 43 años se retiró del fútbol y está dedicado al negocio inmobiliario. No lo añora, porque en 25 años hizo lo que tenía que hacer un profesional. Ni fiestas, ni discos, ni modelos. A lo más, asistió a los matrimonios de sus hermanos. “La farándula y la droga no corrían en esos años. Quien no abraza eso y se va al extranjero, gana plata; el tonto pierde. Mira todo lo que hace Pinilla o Acuña. Para que no se obnubilen, hay que formarlos”, y cuenta el caso de un ex jugador de Lota que llegó a Unión Española en 1977. De $200 mil pasó a ganar $1 millón 800 mil mensuales y el primer sueldo lo gastó en una semana de carrete. Nunca había tenido tanto dinero en su bolsillo.
-A su juicio ¿por qué Chile no logra una mejor figuración a nivel mundial?
-No hay apoyo de las instituciones, salvo excepciones como la U. Católica y Huachipato. ¿Por qué Vial y Deportes Concepción están como están? Por malos manejos. Hay dirigentes que creen saberlas todas. Con 10 años, los chicos del Vial entrenan con un petito de una luca para diferenciarse, y no disponen de agua caliente. Cuando cambien esas cosas, bien. Y hay más: los futbolistas son los únicos que cobran sueldos cada 60 días y, más encima, los dirigentes tienen el descaro de decir: ¡Y si no ganan el domingo, no les pagamos! ¿Qué es lo que se creen? Hace falta dirigentes que apoyen, con conocimientos de empresa, como hace Valdano en el Real Madrid”.

Distorsión laboral

A la italiana se crió Arturo Salah Cassani (60), aunque por sus venas corre sangre árabe. En el barrio, en el colegio y en el Estadio Italiano, en la capital, afloró su talento y el de sus hermanos, aunque nunca estuvo en sus planes ser futbolista y entrenador. Sus padres abogaban por el estudio y son la primera generación de profesionales de esta familia de inmigrantes.
Casado desde hace 35 años con Elisa Cabiati -“¡tendrá que aguantarme 15 más para el bono Piñera!”, bromea- es padre de María Luisa, Daniel, Gabriel y Juan Pablo. Ninguno siguió sus pasos.
A Huachipato llegó por segunda vez en su carrera profesional, y se vino, cuenta, porque halló garantías para desarrollar procesos técnicos más allá de los resultados de los domingos.
“Los campeones no se hacen con la chequera arriba de la mesa”, dice. Y celebra que Marcelo Bielsa atajara la peligrosa farandulización del fútbol. “Asumió en un momento contaminado, peligroso, con jugadores que estaban perdiendo el rumbo y una prensa equivocada sobre la actividad. Se corría el riesgo de perder una generación de talentosos futbolistas que estaban yéndose por el lado de los tomates”.
En la industria del fútbol, el futbolista “es la parte más noble” aunque de manera legítima le interesa ganar lo más posible y asegurar su futuro. En el país, agrega, hay 32 clubes y 900 futbolistas en primera y segunda división, y de ese número, 100 seleccionados (10%) tienen posibilidad de estar en un club grande o irse al extranjero. En Europa, el profesional arregla su vida para siempre, pero en Chile no es el caso.
-¿Demasiado dinero, no le parece?
– Después de la industria de las armas, la del fútbol es la que mueve más dinero en el mundo. Los entrenadores tenemos que bregar para proteger a los jugadores de eso; sin irse contra la corriente, que haya la menor contaminación posible, que las decisiones sean de acuerdo con el valor técnico y deportivo de cada uno. Eso cuesta mucho hoy día.
-¿Cuánto gana un futbolista hoy?
-Algunos, en equipos de ascenso, el sueldo mínimo ($200 mil) y en otros, US$ 10 mil al mes. En Europa y Arabia, arriba del millón de dólares por año. Hay mucha diferencia entre clubes y entre los de la capital y de provincia. El mercado es heterogéneo.
Hombre de mundo como es, dice que Chile y México (estuvo 4 años) se precian de tener lo mejor -vino, mujeres y clima- y de lamentarse por lo mismo: perder siempre los penales o que nos ganen a último minuto. O de pasar de la euforia de que podemos ser campeones del mundo a la depresión total.
Es tarea del entrenador, como Bielsa con la Roja y él en Huachipato, superar tales actitudes conformistas o fatalistas. “De uno, la gente ve los 90 minutos que juega el equipo, pero el desgaste en miles de detalles es tremendo”.
A los mundiales del 30, en Uruguay; del 50 en Brasil; del 62 en Chile -“fue gigantesco el resultado”- , del 66 en Inglaterra; del 74 en Alemania; del 82 en España, y del 98 en Francia, el fútbol chileno es otro, dice. “Los jugadores han tenido oportunidad de más roce internacional. Antes estábamos aislados geográficamente y recién hacían sus primeras armas cuando llegaban a la selección. Los antiguos llegaban a los mundiales y miraban asombrados a sus rivales. Hasta de la calidad de sus camisetas se admiraban. Eso, Chile lo ha igualado, equiparado y superado”.

Chile sí, fascistas, no

Rolando García Jiménez (67, casado, padre, abuelo y bisabuelo) jugó con el número 2 (lateral derecho) en el Mundial de Alemania 74. Y cuenta que si el extinto Lucho Álamos lo hubiera dejado, habría trancado al mismo Franz Beckenbauer, con la jugada que estaba haciendo. Pero (a garabato limpio) “me mandó para arriba…” y el Kayser pudo lucirse una vez más.
De Ferrobádminton (21) se vino a Deportes Concepción en 1967 y por Colo Colo integró la selección que en pleno gobierno militar partió a Europa, luego que Unión Soviética no se presentara al segundo partido de repechaje en Chile. En suelo soviético, habían empatado a cero.
Todo un operativo de seguridad los rodeó en la tierra de Hitler. Llegaron en avión a Franckfurt y de allí en un segundo vuelo especial a Berlín, donde estuvieron concentrados en una casa de reposo, una suerte de quinta con bosques, cercos con alambres de púa y mucha seguridad. “Veíamos TV a color, pero no salimos nunca, sólo al estadio. Cuando nos vinimos, nos autorizaron a estar un día en España. Ahí compramos souvenirs”.
En la época, el equipo chileno estaba entre los 16 mejores del mundo y se enorgullece de haber representado a Chile, pese a que, pudieron tener un mejor desempeño. “Todo lo que nos pedían es que no nos hicieran muchos goles”, aunque ellos estaban deseosos de entrar a la cancha y representar al país como correspondía.
“La adrenalina es tremenda. En nuestra profesión, representar a Chile es defenderlo como a un hijo y por ese hijo se entrega el alma y el corazón, sea cual sea el régimen político. Así lo sentí yo. Cuando escuchamos la canción nacional fue tremendo. Después, al empezar a rodar el balón, entramos en el juego y uno ya no piensa más que en entregar lo máximo de sí mismo por el equipo, por la bandera, por los compañeros y por la proyección de uno también”.
En ese torneo, enfrentaron a las dos Alemanias: la República Federal Alemana (0-1 con expulsión de Caszely en el primer tiempo) y República Democrática Alemana (empate a uno con gol de Ahumada) y Australia (empate a cero). En pleno partido, recuerda que cayó un fuerte aguacero y hubo que esperar que el agua escurriera para continuar. En eso estaban, cuando un grupo de 10 a 12 jóvenes intentaba desplegar una bandera chilena en el círculo central de la cancha, pero el viento se los impedía. “Nunca supimos si serían chilenos o no, pero la policía civil les cayó encima, los detuvo y vimos, a través de ventanales cómo, hincados, les retorcían los brazos en una sala. Nadie fotografió o filmó eso”.
-¿Y se acuerda qué decía la bandera?
-(Baja la voz y responde más despacio): Chile sí, fascistas, no. Nosotros estábamos ahí y alcanzamos a leer.
Antes de viajar a Berlín, evoca que la Junta de Gobierno en pleno recibió a la delegación en el edificio Diego Portales, pero al regreso, después de 20 días en el extranjero, no hubo recibimiento oficial.
“El general Leigh y el almirante Merino fueron los más comunicativos, pero Merino nos echaba muchas tallas. Oigan, nos decía, yo quiero ir a Alemania siempre y cuando haya vino tinto, y nosotros lo alentábamos a que fuera…”
Entrenando a la sub-15 (ex cadetes de 14 años) en Deportes Concepción está hoy tras jubilarse en la U. de Concepción, donde cumplía igual función para la Anfp.
Y asegura que no hay nada más grandioso que el contacto con la pelota, porque hacerla rodar en la cancha es un arte, y él quiere traspasar su entusiasmo a los jóvenes, poner sus conocimientos personales y futbolísticos al servicio del equipo en que esté.
“¡Yo creo que voy a morir en una cancha de fútbol…!”
Capaz.

Este texto se escribió en el 2010, por lo que algunos de los datos que contiene podrían haber cambiado.

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