El Banco Central volvió a subir su tasa de política monetaria (TPM) 50 puntos base, dejándola en 7,25%, el mayor valor desde comienzos de esta década. El año pasado nadie preveía estos niveles. Pero el escenario cambió. Primero, por pecados externos: durante el último año el precio del petróleo pasó de US$67 a US$140, y el IPC de alimentos en la región refleja inflaciones de entre 10 y 20%. Segundo, por razones domésticas: la propagación de costos entre sectores; el exceso de demanda agregada, con un consumo e inversión que se expanden muy por sobre el producto; y las expectativas inflacionarias, el más peligroso de los culpables. Sí, porque las dos primeras sólo pueden explicar el inicio de la inflación. Son las expectativas, al validar en el tiempo los mayores precios, las que los transforman en un fenómeno persistente y profundo.
A preocuparse entonces, porque hoy todas las medidas de expectativas anticipan que la inflación no volverá a 3% dentro de los próximos dos años, horizonte de política del Central. Así, o siguen subiendo las tasas, o sigue subiendo el IPC.
La pregunta que resta es cuánto más subirán las tasas. Espacio hay, porque dadas las condiciones actuales -una tasa de referencia real en torno a cero y una inflación efectiva desviada 200% de la meta-, alcanzar una TPM sobre 10% es plausible.
Las mayores tasas enfriarán la economía al desincentivar el consumo y la inversión, pero son esenciales para garantizar un entorno macroeconómico estable, clave para el crecimiento sostenido. Para mitigar el efecto cíclico, tanto el Central como Hacienda tienen un rol que jugar. Lo importante es que no se repita lo que ocurrió en 1998, ad portas de la crisis asiática. En esa ocasión ambas instituciones discutían a través de los diarios y el gasto público se expandía varias veces más que el producto. Lo primero es hoy improbable, pero lo segundo está ocurriendo. Este año, el aumento real del gasto ha sido 13,9%, 4 veces lo que ha crecido el PIB. Para que los próximos aumentos de la TPM no sean inocuos, en la discusión presupuestaria que viene Hacienda debe comprometer una expansión de su gasto consistente con la estabilidad de precios, es decir, no superior a 4%, el crecimiento proyectado para el producto durante 2009.
Veremos si, a diferencia de lo que ocurrió a fines de los 90, esta vez nuestra política macro sí está a la altura de las circunstancias.