Líderes de nivel mundial forjaron su temple en la oscuridad de una celda. Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, Martin Luther King y Lech Valesa, por nombrar algunos, son ejemplos de que nada ni nadie puede doblegar el espíritu de un hombre libre cuando la adversidad es la que talla su resiliencia.
De la misma textura parece estar hecho el más famoso opositor del régimen de Nicolás Maduro, Leopoldo López, cuya liberación de la prisión de Ramo Verde, para cumplir su condena bajo arresto domiciliario, despertó positivas reacciones de los gobernantes del orbe, quienes exigieron su plena libertad y la de todos los presos políticos en aquel país.
Asomado desde una especie de balcón en su casa de Caracas, ante cientos de eufóricos partidarios, el joven economista graduado en Estados Unidos hizo flamear la bandera patria, con los puños en alto. Horas después tuiteaba: “No voy a claudicar en mi lucha por la libertad de Venezuela, y si ello implica que debo volver a una celda en Ramo Verde, estoy dispuesto a hacerlo”.
El gesto de liberar a López ha sido interpretado como una capitulación del gobierno para bajar las tensiones tras 100 días de protestas masivas, brutalmente repelidas por la policía y las milicias civiles respaldadas por el gobierno. También se dice que busca atenuar la fuerte presión internacional sobre Venezuela. Pero, hay quienes piensan, como afirmó el director de Human Rights Watch, que se trata sólo de una estrategia del dictador para calmar las aguas turbulentas. En un discurso masivo, Maduro anunció una nueva Constitución y amenazó que aplastará a sus detractores: “Si fuera destruida la revolución bolivariana, iríamos al combate. Jamás nos rendiremos. Lo que no se pudo con los votos, lo haremos con las armas”, sentenció.
La oposición tiene la esperanza puesta en la mesa negociadora de retorno a la democracia, que cuenta con la mediación de importantes ex jefes de Estado, como la del ex jefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero. También, con la fuerza de las convicciones inclaudicables de Leopoldo López. En su libro, Preso, pero libre, escrito en cautiverio, afirmó: “Mi cuerpo está preso, pero mi alma y mis pensamientos son infinitamente libres”.
Quién sabe, tal vez, algún día, no muy lejano, él pueda también dirigir el destino de una Venezuela libre y soberana.