Libro devela faceta desconocida de Luis David Cruz Ocampo

/ 6 de Junio de 2024

Una familia que sufre por no poder reunirse, la incansable búsqueda de justicia de un padre, un pequeño país que se enfrenta a una gran potencia en un juicio internacional, y cómo Chile obtiene la primera condena registrada en la historia por violación de Derechos Humanos contra la URSS, son parte de la trama del libro de Cristián Medina y Erna Ulloa: Un embajador chileno contra Stalin.

 

El nombre de Luis David Cruz Ocampo es conocido en Biobío. Abogado, especialista en Derecho Internacional, fundador de la Revista Atenea y uno de los principales impulsores de la creación de la Universidad de Concepción son algunos de sus roles más destacados.

No obstante, poco se sabe de su faceta diplomática, labor en la que también logró alta notoriedad, correspondiéndole ejercer como embajador en El Vaticano en tiempos de la Segunda Guerra Mundial y, más tarde, en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), bajo el gobierno de Stalin.

Es justamente sobre su estadía en Moscú, los padecimientos que allí experimentó junto a su familia, y las circunstancias que lo llevaron hasta la ONU para acusar la sistemática violación a los derechos humanos a que eran sometidas las mujeres en la Rusia Soviética, que trata el libro escrito por el Dr. Cristián Medina, en colaboración con la Dra. Erna Ulloa, titulado Un embajador chileno contra Stalin: Luis David Cruz Ocampo.

“Todo nació de un pequeño artículo que vi en un diario, el cual informaba que la familia de Cruz Ocampo había donado archivos a la Universidad de Concepción. Me llamó la atención, y me puse a buscar información sobre él: abogado, escritor, humanista… Luego, descubrí que había sido embajador en El Vaticano, en tiempos de Pío XII -un Papa muy controversial por el tema del Holocausto-, y que luego fue el primer embajador chileno en la Unión Soviética, y eso era muy interesante”, afirma el académico de la Universidad San Sebastián, Cristián Medina, Doctor en Historia por la U. Complutense de Madrid.

Ante el descubrimiento de esta poco conocida historia, el investigador -autor de varios libros- solicitó a la Biblioteca UdeC acceso a esos archivos, los que revisó junto a la Dra. Ulloa. “Había recortes de diarios, bitácoras, condecoraciones, y ese material lo fuimos triangulando con otras fuentes, como los archivos de la Cancillería y la prensa de la época. Fueron dos años de recopilación e investigación y, en paralelo, de trabajar en la contextualización histórica de ese momento: cómo era la vida en la Rusia Soviética, y qué pasaba por ese entonces en Chile y en el mundo”, detalla.

El embajador chileno contra Stalin

Era 1946 cuando Cruz Ocampo y su familia llegaron a Moscú, encontrándose con una ciudad que estructuralmente aún sufría los estragos de la guerra. De hecho -relata el Dr. Medina- debieron ubicarse en un hotel, en el que también habitaban y trabajaban embajadores de otros países. Fue allí que el hijo mayor, Álvaro, conoció a Lyda Liessina, una joven soviética de la que se enamoró y con quien contrajo matrimonio. “Pero cuando quiso traerla a Chile, se topó con una ley que le prohibía a Lyda, así como a miles de otras mujeres casadas con extranjeros, salir del país… En la Rusia de Stalin, que no era un estado de pleno derecho, no importaba nada el estatus diplomático del hijo del embajador, y menos aún de su hija política. Allí, los derechos humanos no valían, tampoco la inmunidad diplomática, era un estado totalitario”, explica.

Cuando en 1947, al inicio de la Guerra Fría, Chile rompió relaciones con la URSS, el embajador y su familia quedaron “varados” allá. Solo pudieron retornar al país un año después, pero dejando atrás a Álvaro y Lyda, lo que significó un doloroso impacto para todos.

Una vez en Chile, Cruz Ocampo comenzó a robustecer sus acciones diplomáticas y legales para traer al país a su hijo y a su nuera y, de paso, denunciar la sistemática tiranía estalinista que -entre otras cosas- no permitía a las mujeres soviéticas dejar el país. “Comenzó ahí una esgrima diplomática muy intensa, que tuvo relevantes implicancias internacionales, pues el caso terminó siendo llevado a las Naciones Unidas, entidad recientemente creada. Allí, tuvo lugar un juicio en el que este hombre de Concepción, haciendo gala de su conocimiento en Derecho Internacional, logró la primera condena registrada en la historia por violación de Derechos Humanos contra la URSS. Esto no solo tuvo un impacto en la política interna, sino también en cómo Chile era visto afuera”.

Sin embargo, la Unión Soviética no respetó la decisión de la ONU, y Álvaro y su esposa solo lograron volver a Chile varios años después, tras la muerte de Stalin. “Lamentablemente, volvieron muy secuelados, porque los años que debieron mantenerse en Rusia la pasaron muy mal, viviendo con lo mínimo, y constantemente perseguidos y amenazados. De hecho, toda la familia quedó con secuelas, porque el dolor fue mucho”, sostiene el Dr. Medina.

El libro -ya a la venta en la Pinacoteca UdeC- detalla el profundo sufrimiento de la familia, la incansable búsqueda de justicia de Cruz Ocampo, la tensión global que este hecho generó, y cómo Chile se enfrentó (y ganó) en un juicio internacional a una gran potencia. Todo, sin perder de vista la rigurosidad histórica.

Pero la curiosidad y productividad de este académico de la USS no paran, y ya trabaja en un nuevo proyecto, que esta vez dará cuenta de la misión diplomática de Cruz Ocampo en El Vaticano. Además, se encuentra ad portas de publicar un libro sobre Erich Honecker.

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