Es un hecho indesmentible que Chile carece de políticas, así como que cuenta con una sobrepoblación de políticos, cuya inmensa mayoría es inepta. Todos los estudios los ubican con mínimo apoyo ciudadano; de ahí que el Congreso en todas las encuestas aparezca en los últimos lugares de evaluación ciudadana. En síntesis, chilenas y chilenos evalúan entre muy mal y pésimo el paupérrimo hacer de estos personajes que, además, reciben por el descalabro de sus tareas o ausencia de las mismas rentas millonarias que no guardan relación con los demás oficios y tareas desarrolladas por otros ciudadanos. En otras palabras, partimos mal desde el inicio. Así se explica la pérdida de credibilidad ante la opinión pública y la opinión publicada. Se abocan a reformas y programas que a nadie interesan, dejando fuera temas auténticamente principales. El último ejemplo de una execrable y ausente política forestal así lo ha demostrado.
Sufrimos el más grande incendio forestal de toda la historia de Chile, desastre que dejó en evidencia la ausencia de políticas al respecto. Pese a que somos territorio de diversos tipos de desastre, la institucionalidad reveló su incapacidad para enfrentarlos. Pareciera que el mundo político desconoce la palabra prevención, despreocupándose de los prioritarios temas ciudadanos, dedicándose a otros que les puedan reportar provecho de votos.
Miles de hectáreas quemadas. En lo político, con un gobierno que actuó tardíamente, demostrando incapacidad permanente. Fueron los voluntarios, los vecinos, los que más llevaron confianza a las familias chilenas. Sí, ésos que provistos de unas ramitas luchaban contra el fuego.
Y, por cierto, la enorme tarea desarrollada por Bomberos, Carabineros y Fuerzas Armadas. Vaya un reconocimiento particular a mi querido excompañero de la carrera de Derecho, Miguel Reyes Núñez, a quién desde estudiante lo vi luciendo su respetable uniforme de bombero. Hoy, primera autoridad de ésta más que reconocida institución, auténticamente admirable.
En lo demás, cómo extrañamos ese rol preventivo por el que abogamos. Ojalá algún día consensuemos que el verdadero “hacer político” (ése que en Chile no se hace) también pasa por la ecuación: Prevención-Tratamiento-Control, desconocida para nuestro ámbito político.
Vamos a dejar para próximos artículos los efectos criminógenos y antisociales de esta tragedia. Desde la península Ibérica hay trascendidos negativos respecto a determinadas líneas dedicadas al tema y que actuaron en Chile. Asimismo, respecto del origen y secuencia de los focos que servían de nido a unos y otros incendios. Sospechoso, como diría un experto en la materia. De no haber sido por la solidaridad extraordinaria de los chilenos no habríamos detenido aquel murallón de llamas. Reiteramos que la acción del gobierno, una vez más, dejó mucho que desear.