Los chilenos ya se pronunciaron en esta primera vuelta presidencial y eligieron además a sus representantes de la Cámara Baja y a la mitad de sus senadores. Escogieron de acuerdo con lo dictado por sus conciencias y por sus intereses partidistas, optando por quienes, a su juicio, deberían representar de mejor manera sus intereses y los del país en general.
Votaron entregando un mensaje a sus autoridades, dando sorpresas en algunos distritos y circunscripciones que dejaron atónitos hasta a los más avezados analistas, pasando la cuenta a aquellos representantes que pretendían ser reelectos que no cumplieron con sus expectativas ni con las promesas que comprometieron durante sus campañas.
Este es un mensaje que debe ser valorado por quienes jurarán en el Parlamento en marzo próximo. Deben tener en cuenta lo que la ciudadanía espera de ellos, que es mucho más que simplemente responder a motivaciones partidistas o a lealtades personales.
Los chilenos eligieron autoridades para que solucionen los problemas que los aquejan, para que intervengan sin contemplaciones contra las malas prácticas que amenazan con introducirse en el aparataje público y para que trabajen día a día por reducir esa brecha de desigualdad que nos separa.
No se debe olvidar que las leyes que se discuten en el Parlamento son hechas para cautelar intereses locales, regionales o nacionales y no los dividendos específicos de sus sectores afines. Aquél es el único criterio que se debe tener en cuenta en el Hemiciclo a la hora de votar para que finalmente las leyes correspondan a lo que buscan las mayorías reflejadas en estas elecciones.