Lorenzo Arenas, precursor de la solidaridad en Concepción

/ 8 de Diciembre de 2022

 

Andrés Medina A.
Profesor UCSC.

En occidente, el siglo XIX trajo consigo la segunda revolución industrial, un fenómeno tecnológico que tuvo profundas consecuencias económicas y sociales. El proceso, iniciado en Europa, significó una transformación de los modos de producción pues, de la mano de la tecnificación, se generó un significativo aumento de la extracción de materias primas, lo que a largo plazo dio pie a la consolidación mundial del sistema capitalista.
Sin embargo, por contrapartida, el proceso también ocasionó que la población rural joven -dedicada tradicionalmente a las actividades agropecuarias- se viera atraída por las atractivas remuneraciones ofrecidas por las nacientes industrias en las zonas urbanas, que cada día demandaban más mano de obra.

Esto generó una potente migración que cambió la demografía nacional, provocando un desmedido hacinamiento en las ciudades, que no estaban preparadas para recibir grandes oleadas de personas.
En Chile, este problema dio origen a fines del siglo XIX y principios del XX a la llamada “cuestión social”, fenómeno caracterizado por la miseria de amplios sectores sociales (principalmente la clase trabajadora), y agravado por la consiguiente aparición de enfermedades y vicios, que ayudaron a perfilar un dantesco escenario, del cual el Estado no se hacía cargo.
Para ayudar a paliar esta dramática situación, a las acciones sociales de la Iglesia Católica y de algunos particulares se sumaron otras iniciativas, nacidas de los propios sectores artesanos y obreros. Fue así que en distintas ciudades surgió el denominado movimiento mutualista, que buscaba auxiliar a sus miembros en situaciones de enfermedad, fallecimiento y falta de trabajo, a través de cuotas mensuales voluntarias aportadas por ellos mismos.

Diferentes testimonios dan cuenta de su bondadoso carácter, y de su permanente generosidad con los sectores más desposeídos, a los que siempre ayudó con los modestos recursos económicos que le entregaba su quehacer como sastre. De hecho, por esta fuerte vocación de servicio, era conocido como El Obrero Filántropo.

En Valparaíso, Victorino Laínez, y en Santiago, Fermín Vivaceta, lideraron los primeros esfuerzos de organización mutualista. En Concepción, en tanto, fue conocido el liderazgo de Lorenzo Arenas Olivos, nacido en Santiago en 1835, de padres peruanos, y que desempeñaba el oficio de sastre. Estaba casado con Mercedes Ulloa, y con ella había llegado a Concepción en 1873.
Desde su juventud, Arenas había dedicado gran parte de su tiempo a labores de ayuda, principalmente de obreros y enfermos, por lo que no fue de extrañar que tres años después de llegar a Concepción fundara y presidiera la Sociedad de Socorros Mutuos de Obreros, que posteriormente tuvo como presidentes honorarios a Aurelio Lamas y Arturo Alessandri Palma.
Como militante del Partido Radical penquista, Lorenzo Arenas fue regidor municipal entre los años 1879 y 1891, cargo en el que tuvo como permanente preocupación el organizar al sector trabajador y al artesanado, buscando que pudiera mejorar sus condiciones de vida.
Fue también miembro fundador de la logia masónica Paz y Concordia, de la cual llegó a ser Venerable Maestro Honorario, teniendo una extensa y destacada participación en iniciativas de carácter social.

Asimismo, en su afán por contribuir al desarrollo de los sectores más postergados de la sociedad, fue fundador e integrante de numerosas entidades de beneficencia, como la Sociedad de Instrucción Primaria, la Sociedad Protectora de Estudiantes Pobres, la Sociedad de Instrucción de la Mujer y la Sociedad de Protección Mutua de Sastres. Además, junto a destacados personajes penquistas, participó en 1883 como socio fundador del Liceo de Niñas de Concepción.
Diferentes testimonios dan cuenta de su bondadoso carácter, y de su permanente generosidad con los sectores más desposeídos, a los que siempre ayudó con los modestos recursos económicos que le entregaba su quehacer como sastre. De hecho, por esta fuerte vocación de servicio, era conocido como El Obrero Filántropo.
En homenaje a su comprometido e incansable trabajo para mejorar las condiciones educativas y de vida de distintos grupos sociales, hasta hoy un extenso sector de Concepción lleva su nombre.
Lorenzo Arenas falleció en 1906, a la edad de 71 años, y sus restos descansan en el mausoleo institucional de la Sociedad de Socorros Mutuos Lorenzo Arenas, en el Cementerio General de Concepción.

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