Los frutos de la educación popular

/ 22 de Abril de 2016

Son adultos, luchadores y con un gran espíritu de superación. Optimistas ante todo, pese a las dificultades que les ha presentado la vida, tomaron la opción de hacerse cargo de su futuro y estudiar un oficio en INFOCAP. En sus aulas no sólo adquirieron técnica para su trabajo, también obtuvieron nuevas esperanzas y confianza en sí mismos.

 

Por Constanza Bello/ Fotografías: José Carlos Manzo.

 

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Nicolás Morovic, Director INFOCAP Concepción.
La Universidad del Trabajador es una obra de la Compañía de Jesús, que en los primeros años de la década de los ‘80 surgió como una respuesta a la escasa oferta de capacitación a la que podían acceder los más pobres del país.
Su sede central se inauguró en 1984, en Santiago, con carreras que apuntaba a la capacitación en oficios para insertar laboralmente a quienes por circunstancias de la vida, y a la inequidad de oportunidades, se veían impedidos de optar por las alternativas pagadas de formación.
Con un modelo de educación integral, que además de las competencias propias de un oficio pretendía formar a las personas en diversos ámbitos de su vida, para hacerles tomar conciencia de su valor original, se echó a andar esta obra cuyo espíritu está impregnado del pensamiento del Padre Alberto Hurtado, quien, muchos años antes, consciente de la misma problemática que dio origen a esta institución, propugnaba su idea de que los trabajadores tenían derecho a un sitio de honor en la sociedad.
Pasadas más de tres décadas de ese hito fundacional, la filosofía del Padre Hurtado sigue presente en cada uno de los rincones de INFOCAP -en sus sedes de Santiago y Concepción- una universidad gratuita, con docentes voluntarios, y alumnos de escasos recursos y baja escolaridad, que repletan sus aulas para desarrollar, a través de lo que ellos llaman la educación popular, ese potencial que el sistema educativo tradicional no les pudo ofrecer.
A ese mundo llegó hace tres años Cristián Muñoz (36), quien arribó desde Santiago a Concepción en busca de esa anhelada oportunidad. Sin un empleo fijo, durante las noches se alojaba en una de las hospederías del Hogar de Cristo y, en el día, participaba de diferentes programas sociales con el fin de obtener un empleo.
Un aviso que destacaba la apertura de postulaciones en la Universidad del Trabajador llamó su atención. No lo dudó y envío una carta para acceder a un cupo en la especialidad de Mueblería en línea plana, en INFOCAP Concepción. En aquella época, la sede penquista, inaugurada en 2008, ya estaba consolidada y era reconocida por las empresas como una excelente formadora de técnicos, a quienes con gusto acogían para ser parte de sus equipos.
Su edificio, ubicado en Los Carrera 179, lugar en el que durante décadas funcionó el Colegio San Ignacio, está dotado de aulas y talleres que se construyeron paulatinamente. Como anécdota, muchos recuerdan que, durante su primer año de funcionamiento, el edificio de la institución sólo tenía habilitado el primer piso, pero su fachada estaba cubierta por una gran tela de PVC que simulaba ventanas en sus niveles superiores y que sólo un ojo atento era capaz de distinguir.
Cuando supo que su postulación había sido aceptada, Cristián Muñoz reconoce que sintió un poco de temor. “Pensaba que me encontraría con mucha gente mayor, con creencias distintas a las mías. Siempre he dicho abiertamente que soy homosexual, pero saber que iba a estudiar en una entidad cristiana, religiosa, me ponía un poco nervioso”, recuerda.
Al comenzar las clases, esos temores rápidamente se disiparon, pues se encontró, tal vez como nunca antes, con un entorno cercano y acogedor, donde le ayudaron a descubrir y, luego, a potenciar habilidades personales que jamas imaginó que podría desarrollar. “Me convertí en el vocero de mi curso. Entonces pasé de este miedo a una completa participación y eso fue muy grato para mí”.
Agrega que el apoyo tanto de sus compañeros como de sus profesores lo ayudó a creer en sus capacidades. Incluso ganó el tradicional concurso literario que organiza INFOCAP para los estudiantes, lo que le brindó mayor seguridad respecto de lo que estaba realizando.
Mientras completaba los diferentes niveles del programa, le propusieron que al finalizar éste, se quedara en INFOCAP como monitor de desarrollo humano, uno de los módulos que se imparten para impulsar diferentes competencias en los trabajadores.
Así, una vez que terminó la especialización en Mueblería, estuvo capacitándose para convertirse en uno de los voluntarios del área, lo que implica que hoy sea él quien lidera una de las asignaturas que los estudiantes toman para obtener la certificación en sus respectivos oficios.
“Siento que esta oportunidad es un reconocimiento. Mis compañeros me impulsaron a hacerlo al igual que los demás profesores que veían mis avances. Yo soy de afuera y, aun así, me hicieron sentir muy acogido, eso es una de las cosas más lindas que he aprendido acá, que la gente de ‘Conce’ es muy cálida”, afirma.
Asegura que su paso por las aulas de INFOCAP lo han llevado más allá de lo que esperaba en un principio, como es experimentar con la docencia. También dice que con el tiempo logró tener su propio espacio donde vivir y que ha estrechado lazos de amistad que, considera, son fundamentales para su formación como persona y profesional.
“Hubo quienes se dieron cuenta que yo estaba solo y me dijeron que fuera a pasar la Navidad con ellos. El hecho de que alguien que no te conoce se preocupe de tenerte un regalo y te deje compartir con su familia es un paso gigante para establecer redes. Ellos creyeron y confiaron en mí, y cuando alguien hace eso por otro lo motiva a poder seguir avanzando”, reflexiona.
Cristián tiene varios proyectos en carpeta. Manifiesta que quiere volcar su oficio a la optimización de espacios y hacerlo con diseños personalizados. “No quiero trabajar en forma masiva, sino que cada lograr que cada persona tenga algo de acuerdo con sus gustos. Hoy los lugares para vivir son súper pequeños, entonces quiero sacar el máximo provecho a eso, aplicando, además, técnicas de reciclaje”.

La nueva Débora

El primer acercamiento de Débora Rojas (45) a INFOCAP fue más por compromiso que por voluntad propia. Durante un par de años participó de diferentes programas sociales enfocados hacia jefas de hogar emprendedoras que impartía la Municipalidad de Talcahuano, y fue ahí cuando una de las personas encargadas le sugirió postular a uno de los cupos en Gastronomía en la Universidad del Trabajador.
“Ella me insistió, así es que le hice caso. Me inscribí varias veces y, a la tercera, quedé seleccionada. Siempre reconozco que no sabía nada, que cuando ingresé partí desde cero y fui creciendo poco a poco”.
Dice que los nueve meses que estuvo capacitándose fueron beneficiosos en el ámbito personal, más allá del conocimiento que adquiría a diario. “A medida que aprendía me di cuenta que tenía cosas en mí que yo ni siquiera sabía. Por decirlo de alguna manera: esto ayudó a que me descubriera”.
Al igual que Cristián, tras terminar sus estudios de Gastronomía, le ofrecieron participar como monitora de desarrollo humano, lo que le permitió acercarse a la docencia, además de potenciar su personalidad y definir el rumbo que tomaría más adelante. “Creyeron en mí y eso siempre se agradece. Fue una etapa maravillosa, porque jamás me imaginé que sería profesora en un sistema de educación popular”, cuenta con emoción.

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Débora Rojas y Rosa Cayupe, exalumnas de la sede penquista de INFOCAP.
Uno de los aspectos que más valora es la formación integral que recibió. “En el tiempo que estuve cursando los diferentes niveles aprendí que no basta sólo con que sepas hacer un trabajo. A nosotros también nos enseñaron a gestionar, por ejemplo, para poder emprender y también a ser profesional, es decir, tener la actitud para hacer un trabajo de calidad y aprovechar todos esos talentos ocultos”, explica.
Con ganas de seguir perfeccionándose, decidió postular a un diploma en Derechos Humanos dictado por la Universidad de Concepción en cooperación con la Unión Europea. “INFOCAP me respaldó, pues necesitaba del apoyo de una organización. Así quedé dentro de los 30 seleccionados para hacer el curso”, cuenta.
Débora asegura que esta nueva experiencia le sirvió, principalmente, para conocer que Chile adhiere a una serie de instrumentos internacionales en materia de Derechos Humanos. Por lo mismo, decidió que con estos nuevos conocimientos intentaría enfocar sus actividades desde esta nueva perspectiva.
“Después de estas dos oportunidades, me di cuenta que la rigurosidad que tiene una universidad tradicional es la misma que INFOCAP, por algo es la ‘universidad del trabajador’. No tiene nada que envidiarles y nos impulsa a hacer más. Para mí fue un trampolín para desarrollar y pensar en actividades que van en un bien para la comunidad”, sostiene.
Con ese objetivo, continúa estudiando, esta vez en el Centro de Formación Técnica de Lota, donde es alumna de Administración Pública. Además, participa como miembro de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, entidad que promueve la formación de personas integrales a través de la defensa de los Derechos Humanos y el respeto por la tierra.
“Esto lo hago por mí y por aportar socialmente. Ahora tengo una posibilidad que cuando joven era escasa. Soy inmensamente feliz por poder estudiar y que mi hija también lo haga, y en el mismo centro de estudios. Es una alegría tremenda que me llena de orgullo”, asegura.
En paralelo, junto a otras mujeres de Lota está postulando a fondos del Fosis para comprar herramientas y maquinarias necesarias para desarrollar sus emprendimientos gastronómicos.

Descubrir otro mundo 

Nunca estuvo en los planes de Rosa Cayupe (30) comenzar a estudiar. Hace casi tres años estaba completamente dedicada al cuidado de su hijo y a las labores domésticas, mientras pasaba por un mal momento personal. “Venía saliendo de una separación matrimonial súper complicada. En ese momento mi mundo estaba destruido y no tenía ánimo para nada”, rememora.
Poco antes del quiebre de su relación tenía proyectos junto a su marido. Ella se había adjudicado fondos de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) para comprar maquinaria con la que emprenderían un negocio en el área de mueblería, rubro en el que su esposo se desempeñaba.
Tras la separación, sus ideas quedaron en nada y las herramientas que adquirió, arrumbadas en un sector de su casa. Sus familiares y, en especial, su hijo la motivaron a inscribirse en INFOCAP, como una forma de distraerse y recobrar energías para volver a empezar.
“Para mí fue algo nuevo entrar a estudiar, porque no era una meta en mi vida. Me abrió un mundo diferente, un mundo que desconocía. Fue un giro que trajo a mi vida momentos y caminos inesperados”, sostiene Rosa.
Luego de cursar Gastronomía fue asignada a Versluys de San Pedro de la Paz para realizar la práctica y, posteriormente, el local la contrató en el área de pastelería, donde se mantiene hasta hoy.
“En INFOCAP aprendí que, con esfuerzo y cuando se tienen metas, todo es posible. Allí ofrecen un tremendo apoyo, que se nota en la forma en que te reciben desde la persona que está en la puerta hasta los profesores, que se nota que lo hacen con vocación y mucha dedicación. Para mí fue el principio de la bendición que hoy vivo, que es tener un trabajo digno y justo para poder sacar adelante a mi familia”, expresa.

Saber ser y hacer

Nicolás Morovic es el director de INFOCAP Concepción. Explica que el foco de la organización es fomentar que sus alumnos y alumnas se hagan conscientes de sus derechos y que, en definitiva, puedan desarrollarse.

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Eduardo Navarrete es profesor voluntario en INFOCAP desde hace dos años.
“Confianza y esperanza. Yo creo que eso define a nuestros estudiantes, porque vienen con la idea clara de aprender y de que eso les servirá para encontrar un mejor trabajo o emprender, y así sacar adelante a sus familias. Pensar en el futuro con optimismo, eso los caracteriza”, afirma.
El modelo formativo de INFOCAP apunta a potenciar las competencias técnicas, es decir, saber ejecutar de manera efectiva sus labores y, por otro lado, a reconocer habilidades más transversales, que en un contexto de educación formal suelen darse. “Cuando estamos ante casos de personas que sólo han cursado la enseñanza básica o media incompleta, esas otras habilidades muchas veces no se han desarrollado o están presentes en un nivel menor, lo que no significa que no existan”, explica Nicolás Morovic.
La capacitación es liderada por docentes expertos en los diferentes oficios y que traspasan sus conocimientos a nivel técnico. Eso va acompañado con el apoyo de profesores voluntarios que, por lo general, son estudiantes universitarios de últimos años o profesionales jóvenes.
“Los voluntarios se vinculan de una manera distinta a lo que sería habitual para su profesión. Esto genera un espacio de encuentro entre personas con diferentes historias que tienen la posibilidad de enriquecerse y complementarse”.
A este grupo se les exige “compromiso cien”, y el alcance de ciertos objetivos que están determinados en la planificación. También se les da un espacio para que puedan estrechar vínculos con los alumnos y así obtener mejores resultados en todos los ámbitos.
Uno de los cerca de 100 voluntarios que participa en INFOCAP es el diseñador industrial Eduardo Navarrete (28). Cuenta que un día pasaba por fuera de la sede y le llamó la atención que hacía referencia a una universidad del trabajador.
“Entré a preguntar de qué se trataba y cómo podía participar. Me dijeron que debía tener muchas ganas y gran motivación. Así es que me inscribí y ya estoy en mi segundo año como voluntario”.
De su experiencia rescata que le ha sido fácil empatizar con la realidad de sus estudiantes. “Yo vengo de un estrato social que no es muy diferente al de mis alumnos, porque sufrí hartas carencias. En cierta medida, en ellos veo reflejados a mis padres y todos los esfuerzos que hacían por sacarnos adelante”, manifiesta.
Eduardo cuenta que en sus clases hace hincapié en que valoren el trabajo en equipo y que se apoyen mutuamente para alcanzar los objetivos de cada clase, ya que así pueden ir superando los diferentes obstáculos que se presenten tanto en la capacitación como en sus vidas.
Eduardo Navarrete se desempeña como docente en algunos institutos profesionales, pero asegura que la experiencia en INFOCAP y la relación con los estudiantes le ha sido útil para humanizar su trabajo. “Muchos de quienes hoy sacan una carrera lo hacen sólo con las ganas de generar ‘lucas’, y ni siquiera quieren hacer algo para que la sociedad mejore. A mí me ha servido aprender de mis estudiantes, para demostrarle a otros que es necesario que seamos  profesionales comprometidos con nuestro entorno y, sobre todo, con quienes menos tienen”, puntualiza.

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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