“Aquí las cosas están patas para arriba”, dice el primogénito del ex Presidente de la Corte Suprema, Servando Jordán, que está procesado y con arresto domiciliario nocturno, luego que matara a balazos a un adolescente que intentaba asaltar su casa en Angol.
Asegura que no se arrepiente, porque defendió a su familia, pero que las amenazas de muerte que recibe a diario ya no lo dejan vivir: volvió a fumar, desconfía de cualquiera y prácticamente vive encerrado en su hogar.
El odontólogo Marcel Jordán Duhart (52) había dejado de fumar hace un año, pero ahora volvió y más intensamente, al vicio que ya le estaba causando serios problemas de salud. Es que desde la noche del primero de febrero pasado, la vida del hijo mayor del ex Presidente de la Corte Suprema, Servando Jordán, cambió en 360 grados: está formalizado por 4 cargos (homicidio simple, lesiones graves, cuasi delito de lesiones y tenencia ilegal de armas) y tiene que cumplir con arresto domiciliario nocturno. Esto, mientras el Ministerio Público investiga su responsabilidad en la muerte de un joven de 17 años durante un confuso incidente ocurrido fuera su casa en Angol, en el que además resultaron heridas otras tres personas.
La versión de Jordán es clara. Actuó en legítima defensa, cuando un grupo de aproximadamente 7 hombres intentaba entrar a su casa. “Todos forcejeaban la puerta gritando que nos iban a matar… corrí a buscar el arma y primero disparé hacia arriba, pero los tipos siguieron, así es que no dejé de disparar hasta que terminaron de forcejear”.
Dice que luego de esa noche no ha vuelto a dormir en paz. Tiene miedo por lo que le pueda ocurrir a su familia, pues ya ha recibido numerosas amenazas de muerte e incluso el hermano de uno de los jóvenes del grupo le advirtió que mataría a sus hijos. Por eso su defensa solicitó a la Corte de Apelaciones de Temuco terminar con su arresto domiciliario y sustituirlo por otra medida cautelar que le permitiera dejar la ciudad. Pero el tribunal de alzada no dio lugar a la petición. “Hoy el delincuente soy yo… por eso digo que acá las cosas están patas para arriba. Yo sólo me defendí y protegí a mi familia”, asegura.
¿Está arrepentido de haber reaccionado de esa forma?
Siento lo que pasó, por una estupidez cambió mi vida, pero no quiero pensar en lo que le hubiera ocurrido a mi familia si yo hubiese sentido miedo y no hubiera disparado.
¿Cuántas veces disparó?
No me acuerdo 10 ó 11. Después la policía contó los cartuchos y me dijo. Es que en ese momento uno no piensa. Tendría que tener mucha sangre fría para estar repeliendo un ataque y contar las balas. Si ni siquiera apuntaba, porque la mira de mi pistola quedó corrida luego de que una vez se me cayó. Por eso apuntaba “a pulso” no más.
¿Y era necesario hacerlo tantas veces?
Me nublé. Sólo pensaba que era la vida de mi familia o la de ellos. Yo conozco de armas, porque trabajé en el Ejercito (es capitán retirado) así es que estoy acostumbrado a usarlas.
“Mi reacción fue instintiva”
Marcel Jordán vive desde hace 16 años en Angol. Allí tiene una consulta odontológica en el centro de la ciudad. Vive de una austeramente en una vieja casa de madera de la calle Colipi junto a su segunda esposa, Maggie, y al hijo de ésta, Nicolás. La noche del 1 de febrero Marcel Jordán regresaba a su hogar luego de haber visitado a su madre. Casi al llegar, en una esquina se encontró con un grupo de jóvenes. “Me pidieron cigarros, pero les dije que ya no fumaba. Cuando llegué a la casa me di cuenta que había un tipo en la ventana tratando de entrar, en el momento que me acerqué se me vino encima. Yo tenía una cortapluma y le propiné un corte en el brazo. Luego escapó”.
Lo que Marcel Jordán no sabía es que el delincuente al que había herido era parte del grupo donde le habían pedido cigarros. “Seguramente ellos me trataron de distraer para que no sorprendiera a su amigo”.
¿No pensó que el haber herido a ese hombre traería consecuencias?
No, incluso con mi señora salimos de la casa para ordenar unas plantas que este tipo había sacado. Cuando Maggie estaba cerrando la puerta vio que unos hombres se acercaban. Nos metimos a la casa y ellos desde afuera intentaban botar la puerta y gritaban que nos iban a matar. Desde adentro nosotros no veíamos bien. Acá adentro está todo iluminado, pero afuera no había luz, así es que sólo ellos nos veían. Yo ni siquiera sabía cuántos eran. En ese momento estaba con nosotros mi suegra y cuando uno de los tipos la vio le dijo que le cortarían el cuello. Ahí fue cuando decidí que tenía que defenderme y fui a buscar una pistola.
¿Cuántas armas tenía en su casa?
Yo soy coleccionista y tenía 6 armas. Todas estaban inscritas salvo una que había comprado en 1981. Para las otras tengo permiso de caza y deportes, así es que estaba todo regulado.
¿No cree que su actitud fue violenta?
Mi reacción fue instintiva. Creo que cualquier padre de familia que se vea amenazado de esa forma reaccionaría así. Lamentablemente estos tipos se encontraron con alguien que tenía armas y que sabía usarlas.
Pero incluso en el tiroteo resultó herido un vecino suyo…
Él es amigo mío. Después supe que lamentablemente se acercó a mirar a la ventana de su casa cuando escuchó los disparos, pues pensaba que lo estaban atacando. Quiso tomar su escopeta y ahí le llegó la bala.
“Soy un ciudadano más”
El 2004 Marcel Jordán hizo noticia cuando denunció a la segunda esposa de su padre y a sus hermanastros por descuidar la salud del “ex supremo” e intentar apropiarse de sus millonarios bienes. Ahora nuevamente su nombre está en la prensa, pero ahora por haber tratado de hacer justicia por sus propias manos. Está molesto y dice que los medios han hecho circular versiones muy alejadas de la realidad. “Es muy malo el trabajo y la investigación que se hace. Incluso en algunos diarios locales los familiares de los tipos están diciendo que yo alteré las pruebas y eso es imposible”.
¿Está seguro de que quienes intentaron entrar a su casa eran delincuentes?
Ahora todos dicen que son “santos varones”, pero esa noche en la comisaría supimos que los tres personajes involucrados tenían prontuario: intento de homicidio, asalto con violencia y hurto. Por eso digo que ninguno es una blanca paloma.
Por su padre Ud. conoce de cerca el funcionamiento de la justicia chilena ¿Cree en ella?
Mira, yo creo en Dios y me siento mal por lo que hice. Es primera vez que me veo involucrado en algo así, pero moralmente creo que actué bien, porque defendí a mi familia. Eran ellos o nosotros, era cosa de vida o muerte. Ellos venían con armas y hasta nos rompieron algunos vidrios. No creo que pensaban pasar sólo para discutir y eso es importante para la justicia.
Ud. dice que actuó en defensa propia ¿Considera justo estar formalizado?
Hay que seguirle el rodaje a la justicia. Soy un ciudadano más y tengo que respetar las leyes. Pero espero que todo se desarrolle conforme a derecho.
¿Cómo ha cambiado su vida?
Nos tiene muy mal el tema de las amenazas. Algunos familiares nuestros ya se fueron de Angol. A Nicolás, el hijo de mi segunda esposa lo confunden con mi hijo e igual está amenazado. A la mamá de Maggie, que vivía con nosotros, decidimos sacarla de acá para evitar mayores problemas. Ni siquiera en la calle andamos tranquilos con mi esposa. Por eso es que pedí que se levantara la medida cautelar. La otra vez vino un tipo a mi casa como a las 4 de la madrugada a insultarnos y a decirnos que nos mataría a todos y día por medio recibo llamados telefónicos con amenazas ¿Quién me asegura que no me va a pasar nada estando acá?
¿Tiene alguna idea de dónde viene esas amenazas?
Tienen que ser los familiares y amigos de estos tipos…
¿Y qué haría si se viera expuesto a una situación similar a la del 1 de febrero?
Si estoy en peligro voy a actuar de la misma manera, pero ahora con más puntería. No tengo por qué aguantar que un desagraciado venga a molestar a mi familia. Si tengo que caer, caeré como un hombre.
Por: Gonzalo Rosas.
Fotografía: Gonzalo Mundaca.