Mario Mutis, bajista de Los Jaivas

/ 25 de Octubre de 2006

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Con 43 años de trayectoria, Los Jaivas se siguen renovando: el 7 de noviembre saldrá a la venta el DVD con la actuación que realizaron en Isla de Pascua en mayo último, y ya tienen en carpeta la preparación de la música para el largometraje “Lautaro”, que se encuentra en etapa de pre-producción. Y aunque la “poderosa muerte” les arrebató a Gabriel, Gato y Eloy hace unos años, la banda mantiene intacto su espíritu y entusiasmo por tocar. Una intensa agenda de presentaciones -iniciada con un exitoso show en la Quinta Vergara- les espera para los próximos meses. En amena y franca charla, conversamos con el bajista Mario Mutis sobre lo que ha sido, fue y será el porvenir de la banda chilena más importante de todos los tiempos.
Nos acomodamos en la oficina de Mario Mutis, instalada muy cerca de la bohemia Plaza Nuñoa. Corrí para no llegar atrasado, lo que el campechano músico de 59 años percibió de inmediato. “Relájate flaco, tómate cinco minutos, no hay apuro”, me aconseja mientras enciende su primer cigarrito. Muchos temas están en pauta, pero sigo su consejo. Aunque no por demasiado rato. Frente a mí tengo a uno de los Jaivas.
-¿Qué simboliza para ustedes la Isla de Pascua, por qué eligieron hacer un trabajo allá?
-Nos invitó la Armada, porque ellos iban a hacer el mes del mar y este 2006 lo hicieron en la Isla Rapa Nui. Y nosotros encantados, po. La verdad es que la ida a la Isla de Pascua la teníamos pensada hace muchísimos años, pero como es una isla que queda tan lejos, un lugar que no tiene recursos técnicos, no hay escenario, iluminación, sonido, nada; o sea, hay unas cosas bastante elementales como para grupos pequeños, hacer eventos, cosas así, pero para un concierto masivo al estilo de Los Jaivas, no existe la infraestructura y salía muy caro. Así que de esta manera se pudo hacer un concierto gratuito, masivo, para toda la gente de la isla. También participó la Presidente de la República, la Ministra de Cultura, una delegación importante de parlamentarios, de personalidades de todas las áreas. Habían más de 2000 personas. La isla tiene 4000.
-¿Ustedes comparten los paralelismos que se hacen entre este nuevo trabajo en Isla de Pascua y el que hicieron hace 25 años en Machu Pichu?
-Claro, y dijeron “otro Machu Pichu”. Noo, bueno depende del punto de vista que uno lo mire. Hay diferencias y similitudes. Las diferencias son, por ejemplo, que Machu Pichu es un lugar de cultura que ya desapareció. En ese lugar ya no vive nadie, no existe nadie, salvo los pastores que vive allí. En Rapa Nui hasta hoy existe descendencia, están las 48 familias, que son los mismos que existieron siempre, a pesar que la isla varias veces se quedó con 90 y tantos habitantes. Segundo, que había un poema de Neruda, que ya te contaba toda la historia. Aquí fuimos nosotros a descubrir qué es lo que había en la isla. Es muy distinto el enfoque. Y tercer punto, que nosotros fuimos a Machu Pichu con una obra musical hecha, musicalizamos un poema de Pablo Neruda. Acá no, acá llevamos nuestra música, a mostrársela a los Rapa Nui, y tratar de que ellos se integraran con nuestra música. Y esa integración yo creo que lo logramos en el espectáculo que montamos con ellos.
La vorágine y la tentación de haber sido “los Pink Floyd sudamericanos”
Los Jaivas aseguran que nunca fueron melómanos consumados ni se detuvieron a escuchar a los Beatles o Pink Floyd. Su gran mentor fue el querido tío Moncho de los Parra, un concertista en piano que los inició de niños en juegos que desarrollaban la creatividad. De forma paralela a la revolución Hippie de los 60 y Mayo del 68, comenzaron su propia “vorágine”. Se sacaron el terno, dejaron de ser los “Hig Bass” y se dejaron crecer las barbas y el cabello. Todo era absolutamente improvisado y anti formal. El primer recital oficial en Santiago con el nombre Los Jaivas lo hicieron el 30 de diciembre de 1969 en el Parque Bustamante. A pesar de tener permiso de la Intendencia y una micro prestada por la Municipalidad de Viña del Mar, tuvieron que huir literalmente con los instrumentos en mano de las lacrimógenas lanzadas por carabineros. Sus conciertos al parecer demasiado marcianos para la época.
-¿Se imaginan haciendo ahora un recital como los que hacían en aquella época?
-Lo que pasa es que la improvisación que podríamos hacer hoy, en el 2006, es muy distinta a la que podíamos hacer el año 70. Por varias razones: una, porque han pasado años en que uno va puliendo. Sin embargo el tema de la improvisación todavía es una herramienta, una manera de componer, de desarrollar ideas, hacer arreglos. Pero hoy día sería muy difícil hacer improvisaciones como se hacían en esos años, porque nos faltan dos personajes fundamentales: el Gabriel y el Gato. Ellos son fundadores del grupo, que originalmente eran cinco personas que crecieron juntos, se formaron juntos, que se entendían de una manera, que tenían una personalidad común, aparte de la individual. Creativamente, el grupo tenía personalidad propia. Ahora, sin Gato, y sin Gabriel, quedamos tres. Y con esas tres personas originales, que incorporamos a Juanita, como hija de Gabriel, en la batería, al Ankatu (más Carlos Cabezas en la voz y charango, junto a Francisco Bosco a cargo del saxo y flautas), pero son otras personas que pertenecen a otra etapa de la historia del planeta, por decirlo de alguna manera, que tienen otra formación, y que tienen una visión distinta del mundo. Entonces, se puede hacer música de la misma manera. Pueden aportar, componer, hacer mil cosas, pero no es lo mismo. No es ni mejor ni peor, pero es distinto.
-Pero podrían intentar cosas parecidas con ellos…
-Se puede hacer, pero no creo que al mismo nivel que lo hacíamos con Gabriel y Gato. Fe una época y otra cosa es la compenetración, el conocimiento, o sea, yo no necesitaba mirar al Gabriel para saber lo que iba a tocar, dónde iba a hacer un corte, en una improvisación. El gato decía que yo era su espejo… había una compenetración entre los cinco músicos tan intensa, tan profunda, que si tú sacas a esas personas y pones a otras no es lo mismo. Y eso es así, y desgraciadamente es así.
-Hay un mito urbano, sobre que una revista importante catalogó a Gabriel Parra entre los ocho mejores bateristas del planeta…
-Entre los diez, sí. Una vez, a fines de los 70 hicimos nosotros una temporada en el Shafterbury Theatre, en Picadilly Circus. Esto fue un convenio que hicimos con un sello grande en ese tiempo, por el lanzamiento de unos discos en Europa. Fue la plana mayor de ese sello e invitaron a un comentarista. Este caballero escribió que le encantaron Los Jaivas, los encontró muy buenos, creativos, con una música distinta, el descueve. Pero, que lo mejor que había encontrado era el baterista. Y que lo clasificaba entre los 10 mejores del mundo.
-¿Volverían a hacer música para películas, y con metodología de taller, como en Palomita Blanca?
-Sí, tenemos algunos proyectos de ese tipo…hay uno que es llama “Lautaro”, que está en proceso hace como uno o dos años atrás. El director se llama Ivo Oliva, está patrocinado por la Fundación Cultural Los Jaivas y se hará con música de Los Jaivas. Es música que ya está hecha, relacionada con el tema mapuche, y es muy probable que hagamos una parte con música inédita. Todo eso está en proceso. En este momento está hecho el guión, están los personajes, se están haciendo las clases de equitación para los mapuches; se consiguió el apoyo del comité del Bicentenario, están buscando financiamiento, etc. El Miguel Bosé se suponía que iba a ser Pedro de Valdivia. Aceptó encantado cuando le ofrecieron, hay que empezar el cuento nomás. Ahora si hay plata se hace, sino habrá que cambiar al Pedro de Valdivia po (risas).
-Hace 25 afirmabas que Los Jaivas no utilizaban elementos rítmicos que no fueran hispanos o indoamericanos ¿Se han abierto hoy a otros ritmos musicales más pop, con el pulso tradicional de 4/4?
-El Alvaro Henríquez, en este disco homenaje que nos hicieron, grabó “Si tú no estás”(la tatarea)… esa es en 2/4 (el pulso)¡Y el Alvaro Henríquez lo grabó en 6/8 po, cuando todos los temas de Los Jaivas son en 6/8, menos ese! (risas). Mira las ocurrencias del Alvaro. Lo grabó como cueca.

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