Frente a la medicina convencional -alopática u occidental- surgen una serie de propuestas y terapias que no tienen un riguroso carácter científico ni una demostración empírica de sus beneficios, pero que están arraigadas y parecen cobrar cada vez mayor fuerza. Tal es el caso de la Medicina Alternativa y Complementaria (MAC) y de la Medicina Tradicional. ¿Cuál es la diferencia entre ellas?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), por Medicina Alternativa y Complementaria se entienden las atenciones de salud que no forman parte de la propia tradición del país y que, al menos hasta ahora, no estaban integradas en el sistema sanitario nacional.
La Medicina Tradicional (MT), en tanto, comprende el conjunto de conocimientos, aptitudes y prácticas basadas en teorías, creencias y experiencias de los pueblos originarios, que son usadas tanto para mantener la salud, como para la prevención, diagnóstico, mejora o tratamiento de enfermedades físicas o mentales.
Dichas disciplinas integran la quiropraxia, homeopatía, medicina nativa, naturista, tradicional china, meditación, hipnosis, musicoterapia, arteterapia, hierbas, masajes, osteopatía, reiki, flores de Bach o imanes, entre muchas otras. Todas comparten un enfoque integral y holístico del ser humano y, tal vez, sea ése el aspecto que cautiva, pues se suele pensar que la medicina “científica” ve el cuerpo humano de manera especializada y parcializada.
Entonces, más allá de sus resultados y la cientificidad de los mismos, observamos su creciente integración en los distintos niveles de nuestro sistema de salud, como resultado de su paralela incorporación en el ámbito internacional, según directrices emanadas desde la propia OMS.
Las autoridades de salud y las universidades, en consecuencia, las están viendo con otros ojos y se han desarrollado interesantes acciones en casi todo Chile. Casos en los sistemas de salud de Iquique, Rapa Nui, Santiago, Concepción, Talcahuano, Cañete, Osorno y Chiloé son ejemplos que buscan integrar la medicina complementaria y alternativa a la convencional. Se han creado reglamentos y decretos que regulan su práctica, considerándolas como herramientas auxiliares de la salud.
Cabe entonces reflexionar sobre sus reales beneficios para la población, y el abanico de posibilidades de comunicación y sinergias positivas que abren entre nuestros médicos y quienes practican estas terapias.