Navidad: el desafío de mantener la magia

/ 16 de Diciembre de 2020
Paulina Spaudo Valenzuela, Psicóloga Clínica Infanto-Juvenil, Perito Forense Infanto-Juvenil, Terapeuta de Juego.

Se acerca una de las fechas más esperadas por la mayoría de los niños, adolescentes y adultos del mundo: Navidad. Sin duda uno de los momentos del año más anhelados por todos, debido a la asociación que hacemos de esa festividad con emociones positivas como amor, alegría, satisfacción, tranquilidad, entre otras. Se trata de sentimientos que se despliegan por el compartir con nuestros seres queridos, o el repetir rituales y costumbres que nos reencuentran con vivencias únicas que disfrutamos, seguramente, desde nuestros primeros años de vida.

Es así que esperamos con ansias el mes de diciembre para decorar nuestras casas, entre todos “hacer el arbolito”, escuchar música navideña, ver en familia películas temáticas y preparar recetas clásicas, esas que guardamos con cariño, heredadas de nuestros bisabuelos, abuelos, tíos y padres. También es una fecha en que disfrutamos de preparar y entregar un regalo especial a nuestros seres queridos y, por qué no, de recibir uno. Todos detalles que convierten el día de Navidad en un momento único, sinónimo de unión, tradición y reencuentros familiares.

Pero este año ha sido diferente y, sin duda, muchos nos estamos preguntando si será posible disfrutar, en medio de esta pandemia, de una Navidad como la que acostumbrábamos. Y la respuesta debería ser clara: Definitivamente no.

Esto debido a que, para cuidarnos a nosotros mismos y a los demás, deberemos respetar una serie de restricciones que, de seguro, dificultarán el cumplir con las tradiciones que solemos seguir. Sin embargo, es también la ocasión perfecta para desafiarnos a crear, pensar y activar estrategias que nos permitan mantener la magia de esta tan esperada festividad.

Si bien atravesamos una condición sanitaria compleja, crítica incluso, podemos elegir verla como una oportunidad para buscar nuevas formas de acercarnos y conectarnos con nuestros seres queridos. Y ahí se abre un abanico de opciones que va desde lo tecnológico, que puede permitirnos compartir y estar juntos (aunque a la distancia, físicamente) con todos los integrantes de nuestra familia, hasta lo artesanal, que podría implicar llegar hasta sus casas a través de una tarjeta, de una carta o de algún regalito que denote preocupación y cariño, hecho con nuestras propias manos.

Así, estaríamos manteniendo el necesario distanciamiento social pero, a la vez, promoviendo el acercamiento emocional, esencial para todos, especialmente en este difícil momento.

Por ello, pese al cansancio que podamos sentir, producto de todo lo vivido en este periodo, debemos concientizarnos de la importancia de “tomar aire y respirar”, y esforzarnos un poquito más este año para lograr que, pese a las limitaciones impuestas por la pandemia, el día de Navidad mantenga su carácter de especial. Y en eso todos tenemos una cuota de responsabilidad.

El desafío entonces será conseguir que esta fecha sea un instante inolvidable, en el que prime el calor de hogar y destaque la cercanía emocional, a pesar del distanciamiento social obligatorio. No dejemos que esa lejanía física merme la alegría de esta festividad, y permitámonos sentir la misma emoción de otros años con los pequeños detalles, los saludos y el compartir preparaciones realizadas en familia. Dejemos que ese día la paz, la unión y el amor sean los sentimientos que prevalezcan. Ellos, sin duda, fortalecerán nuestras defensas psicológicas, y dejarán el recuerdo de un día grato y especial que, de seguro, mantendremos en nuestra memoria a través de los años.

Como adultos y padres, la tarea es doble. En estas fiestas debemos ser capaces de transmitir a nuestros hijos mensajes de aliento y esperanza, aun cuando estemos viviendo días difíciles, o nos sintamos cansados y agobiados. Somos su modelo, y ellos observan nuestras actitudes, y escuchan cada una de nuestras palabras, por lo que debemos estar atentos a ser consecuentes en nuestros dichos y actos.

Debemos intencionar nuestras acciones para lograr que esta fiesta sea -para nosotros y nuestras familias- el momento feliz, reparador y grato que esperamos, sobre todo en medio de uno de los años más complejos que hemos enfrentado.

Así que la invitación es, a pesar de la pandemia, a vivir la magia de la Navidad, y a verla hoy más que nunca como una oportunidad de pasar tiempo en familia. Quizás de una manera distinta, pero emocionalmente unidos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de Revista NOS.

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