Ya comenzó a regir la ley que prohíbe fumar en las playas, y botar las colillas y filtros de cigarrillos en la vía pública. Una norma que ayudaría a atenuar la presencia en el ambiente de estos desechos, sobre todo en zonas costeras, donde según estudios realizados en el país, constituyen la mayor cantidad de basura hallada en estos sectores. Una ley que, además, iría en beneficios de dos de los hermanos olvidados de los ecosistemas: el suelo y el agua.
Por: Pamela Rivero J.
Si es fumador o fumadora, y se encuentra de vacaciones, debe saber que desde inicios de febrero está publicada la ley que prohíbe fumar en playas de ríos, lagos o mar y que, si lo hace, arriesga una multa cercana a los 220 mil pesos.
La norma, conocida también como Chao Colillas, se publicó el 1 de febrero en el Diario Oficial, por lo que, a esta fecha, ya es ley para todos los chilenos. Entre otras materias, también prohíbe arrojar los filtros o las colillas de cigarrillos en la calle, en los patios o en espacios al aire libre, y obliga a que en aquellos lugares abiertos donde sí se pueda fumar, existan ceniceros o contenedores para botar estos desechos.
“Tener una ley como Chao Colillas es un avance, porque pone una barrera para quienes fuman y, como consecuencia de aquello, se generan efectos positivos sobre el medio ambiente, especialmente, sobre dos de los hermanos olvidados de los ecosistemas, que son el suelo y el agua”, expresa Diego Rivera, docente e investigador de la UDD, doctor en Ingeniería Agrícola y postdoctorado en Gestión de Recursos Hídricos.
La gente, dice, se acostumbró a botar desechos en los basureros. “Sin embargo, al caminar por una vereda, ves muy pocos fumadores que hacen eso con las colillas. Eso provoca que no solamente sean una de las basuras urbanas más indeseables, sino que también, las más difíciles de limpiar, porque a cada rato hay un fumador botando una colilla en la vía pública”.
Más que basura
Pero lanzar una colilla de cigarro al suelo no es solamente botar basura. Este acto, tan normalizado por algunos fumadores, trae consigo una cadena de consecuencias negativas que pueden comprometer gravemente el medio ambiente.
Por acción del viento o de la lluvia, las colillas inician un camino que las puede llevar a los ríos y, a través de estos, viajar hasta los océanos, donde la calidad del agua se ve amenazada y, también, se altera el ciclo ecológico de especies marinas y de aves, debido a la importante cantidad de elementos químicos que estas liberan. “Principalmente hablamos de la nicotina, pero hay otro grupo de contaminantes que es tan dañino o peor que esta”, explica Diego Rivera. Y los nombres ya dan miedo, agrega: benceno, tolueno, etilbenceno y xileno (BTEEX). “Este grupo de contaminantes, por ejemplo, ha mostrado en algunos ensayos de laboratorio tener una mayor incidencia de cáncer en los peces, disminución de su fertilidad e, incluso, problemas de desarrollo para los peces nuevos”.
Según datos Ocean Conservancy, organización que busca promover ecosistemas oceánicos saludables, una colilla de cigarro puede contaminar hasta 50 litros de agua potable, debido a que el filtro conserva la mayoría de la nicotina y el alquitrán del cigarrillo.
Si estos efectos ya son preocupantes, cuando se conoce la cantidad de colillas que se desechan por año en el planeta, el remezón a la conciencia es fuerte. Datos disponibles sobre consumo de tabaco concluyen que anualmente se fuman 6 billones de cigarrillos en todo el mundo y, de estos, 4.5 billones de colillas van a parar al suelo o al agua.
Pensando en esta realidad, en el 2019, un grupo de diputados presentó un proyecto que modifica la ley N°19.419, que regula actividades relacionadas con el tabaco, y el Código Penal, para proteger playas de mar, ríos o lagos de la contaminación de este tipo de desechos.
La autoridad llamada a realizar la fiscalización en playas es la Directemar, que tiene la competencia exclusiva en esas zonas, explica el diputado Gastón Saavedra. Así también, dice, cualquier persona podrá denunciar el incumplimiento de las obligaciones establecidas en la regulación. Finalmente, la ley aumentó las multas a quienes infrinjan la normativa, de 1 a 4 unidades tributarias mensuales. Así también, se establece la opción de cumplir la condena con servicio a la comunidad limpiando playas, lagos o ríos. En caso de no haber consentimiento, se aplicará la pena de multa.
Lo más botado
El Informe de Limpieza de Playas 2020 de Ocean Conservancy, que consideró el retiro de desechos de playas y cursos de aguas de un poco más de 100 países, determinó que la basura más encontrada en estos lugares fueron las colillas de cigarro. Un resultado que ha sido histórico desde que, hace 35 años, Ocean Conservancy asumió este desafío. Hubo una sola excepción, en el 2019, cuando fueron desplazadas del número uno por los envoltorios de comida.
En Chile, los cuatro muestreos nacionales (2008, 2012, 2016 y 2020) de desechos en las playas realizados por el programa de ciencia ciudadana Científicos de la Basura, con el apoyo de la Universidad Católica del Maule, demostró que los plásticos y las colillas de cigarrillos constituyen la mayor parte de los residuos encontrados en las playas chilenas.
“Estamos colocando muchos de estos elementos en el suelo, y eso siempre va a tener efectos”, detalla Diego Rivera. Las colillas, añade, están hechas de un material derivado del plástico y, por lo tanto, se mantienen durante mucho tiempo en el ambiente. Más o menos diez años demoran en degradarse. Pero los problemas no solamente se producen por el tiempo en que permanecen en el agua o en el suelo, sino que lo grave es que durante ese periodo liberan diversos compuestos tóxicos como arsénico, nicotina, hidrocarburos aromáticos policíclicos, alquitrán y metales pesados, entre otros.
“El problema más grande es lo que sucede con las primeras lluvias”, advierte Rivera. En estos casos, los líquidos que resultan producto del contacto del agua con las colillas, los lixiviados, se transforman en una especie de sopa tóxica que según diversos estudios científicos tienen efectos mortales en insectos y peces.
En el momento en que la colilla cae en un río, lago o en el mar, inmediatamente comienza a liberar las sustancias que están dentro de la colilla. Esa es una forma de contaminación. La otra es de tipo sólida, que se produce por las colillas que van quedando en el fondo de los cursos de agua y se depositan en las llamadas zonas muertas, donde es posible que los peces las ingieran.
De esta manera, una colilla de cigarrillo que fue botada en la calle o escondida bajo la arena para que pudiese pasar inadvertida, está generando diversos daños en el ambiente que, quienes las desechan ni siquiera alcanzan a imaginar. Una ley ahora castiga esa conducta. Pero la norma solamente no bastará para cambiar esa mala costumbre. Eso ya es una cuestión de conciencia y de entender el daño que este acto acarreará.