El nivel sonoro en el ambiente y la calidad acústica de los elementos constructivos del lugar son relevantes cuando de escoger un inmueble se trata. Normativa, materiales y calidad de vida es lo que manda.
Catalina compró un céntrico departamento en 2007, bien ubicado, piso 7, buenas terminaciones y buen precio. El espacio ideal para su descanso luego de un ajetreado día. Por aquellos años, nunca pensó en el ruido como un problema, no le pareció importante. Sin embargo, al pasar el tiempo, nuevas construcciones comenzaron a aparecer en su entorno; cambió el sentido del tránsito y el bullicio se hizo sentir. “Es muy loco, pero luego de pasar el día en la calle, con todo el caos que ello implicaba, sentía que en mi departamento había más bulla. Oía bocinas de buses, taladros, taconeos del piso superior, lo que me hizo pensar en cambiarme; el estrés generado por esos ruidos me superaba”, cuenta.
Para ella, el confort acústico se había perdido. Para entender lo que sucedía comenzó a informarse y a buscar soluciones. Lo primero fue enterarse de una premisa básica: el ruido es un contaminante, así lo define la Ley de Bases del Medio Ambiente, en su decreto 38. Lo segundo fue distinguir que hablar de confort acústico en los espacios propios apuntaba a un aspecto esencial de su calidad de vida, y que había dos factores: el nivel sonoro en el ambiente y la calidad acústica de los elementos constructivos del lugar. Y algo más, en abril se conmemoraba el Día Mundial de la Conciencia sobre el Ruido. Su problema era ya un tema de actualidad.
El arquitecto y magíster en Diseño y Construcción Sustentable, Mario Coronado, Director de Carreras del área Construcción de la Universidad INACAP, sede Concepción-Talcahuano, explica que actualmente las normas sobre ruidos aplicadas en Chile son la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, en su artículo artículo 4.1.6, que sólo define requerimientos divisorios entre unidades de vivienda, y el Decreto Supremo N° 38 del Ministerio de Medio Ambiente (2011), que corresponde a la “norma de emisión de ruidos generados por fuentes”.
Esta última, en su artículo 6, número 13, define como fuente emisora a toda actividad productiva, comercial, de esparcimiento y de servicios, faenas constructivas y elementos de infraestructura que generen emisiones de ruido hacia la comunidad y, en el otro extremo, en el número 19, califica como “receptor” a toda persona que habite, resida o permanezca en un recinto, ya sea en un domicilio particular o en un lugar de trabajo, que esté o pueda estar expuesta al ruido generado por una fuente emisora externa.
Según la Sociedad Chilena de Acústica, a nivel sudamericano, Chile es un ejemplo en lo relacionado con normativas de ruido, pues tanto sus ordenanzas como sus decretos demuestran que existe una preocupación por parte del Estado de proteger a las personas de la contaminación acústica. Pero más allá de ello, el problema persiste y el comprador de un inmueble está más consciente de lo que quiere, elevando el estándar al momento de decidir su compra.
“En la actualidad los compradores buscan mayores índices de confort, calidad de vida, eficiencia energética y acceder a un descanso reparador”, explica el profesional, y agrega que el mercado ha entendido estos requerimientos.
Por eso no es extraño que cuando se está en un periodo de búsqueda existan más consultas al respecto. Hay un público informado, que pregunta por materiales constructivos utilizados en la vivienda.
En qué fijarse
La recomendación de Mario Coronado es verificar que en el departamento o casa hayan sido usados materiales con alto contenido de aire en su composición, lo que permite aislar la habitación del ruido. “En muros, pisos y techos lo que se busca son materiales como la espuma acústica, lana mineral, lana de vidrio, lana de roca, poliestireno expandido y poliuretano, ya que ellos cumplen esa función de mitigación del ruido, además de proveer aislación térmica”.
Comenta que en ventanas se pueden recomendar las DVH (Doble Vidriado Hermético), conocidas también como termopanel acústico en marcos de PVC, pues cuentan con una cámara de aire y un diferencial de espesor entre el cristal interior y el exterior. “En cuanto a sellos, normalmente los de poliuretano son recomendables, porque resisten un poco mejor la degradación causada por el sol”, especifica, destacando que las aplicaciones de este tipo buscan lograr altos índices de reducción de contaminación acústica.
En la industria hay una constante preocupación por desarrollar nuevas tecnologías que permitan generar avances en este tema. Por otra parte, desde la academia se cumplen funciones de difusión de sistemas, soluciones y aplicaciones de materiales, también investigación, innovación y ensayos. “Un ejemplo: nuestros estudiantes han experimentado con soluciones constructivas basadas en material reciclado, como cajas de tetrapack y pinturas elastoméricas en base a caucho de descarte de neumáticos, en el marco de la asignatura Laboratorio Experimental de Materiales. En este caso en particular se trató de un sistema de aislación de ruido, que fue probado en laboratorio con resultados positivos”, destaca el profesional.
Cómo corregir
Para Catalina, buscar un nuevo departamento no era una opción, por lo que decidió invertir en mitigaciones acústicas. Partió por instalar dos ventanales de termopanel acústico. Costo $1.500.000. El resultado ha sido muy satisfactorio.
Pero la mejora puede ir más allá. Mario Coronado añade que para un inmueble antiguo se sugiere aplicar soluciones interiores o exteriores, como los sistemas de planchas compuestas de yeso cartón y poliestireno expandido, que se pueden adherir a la cara interior de todo tipo de muros de hormigón armado o albañilería reforzada, teniendo la precaución de que la superficie de adherencia se encuentre homogénea y limpia.
Comenta que un sistema similar aplicado por el exterior es el sistema EIFS, Exterior Insulation Finish System (Sistema aislante de acabado exterior). “Consiste en utilizar planchas de poliestireno de mediana densidad que se adhieren por la cara exterior de la edificación, y son terminadas por una pasta de acabado sobre una malla de fibra de vidrio similar a los estucos en su aspecto final, aplicando cualquier revestimiento que se desee para finalizar”. Sostiene que estas soluciones tienen una finalidad principalmente de aislación térmica, aunque también permiten minimizar el ingreso de ruido hacia el interior.
A su vez, se puede incorporar lana de vidrio en cielos falsos o generar tabiques falsos por la cara interior de muros, utilizando lana de vidrio y perfiles de acero liviano galvanizado, o piezas de madera como soporte.
Con respecto a aplicaciones para muros y techos por el interior, son costos abordables. Considerando la instalación, puede variar entre los seis mil a doce mil pesos por metro cuadrado. Sin embargo, los sistemas aislantes exteriores son más caros por considerar soluciones impermeabilizantes.