OTRA VEZ EL BULLYING

/ 15 de Octubre de 2008

En septiembre de 2006, uno de nuestros reportajes daba cuenta de los angustiosos testimonios de los padres de un grupo de escolares que acusaba ser víctima de violencia escolar. A través de sus dolorosas historias, que describían las humillaciones y agresiones físicas a las que diariamente eran sometidos sus pequeños hijos en sus colegios, pudimos adentrarnos en la realidad del Bullying, un término que lamentablemente está cada vez más presente en nuestras preocupaciones diarias. A fines de ese 2006, se conocía el caso de una niña iquiqueña de 13 años que terminó con su vida agobiada por los maltratos que recibía de sus compañeras de curso. Era la primera víctima del matonaje escolar o, al menos, la primera vez que un suceso similar por esta causa se hacía público, porque el Bullying es un fenómeno que por muchos años había estado enquistado en nuestra sociedad sin que nadie se atreviera o quisiese hablar de él. Desde esa lamentable historia, esta expresión de violencia escolar vuelve a ser tema cada vez que los medios de comunicación informan de nuevos casos, como el intento de suicidio de tres escolares penquistas que tomaron esa decisión hastiadas de la violencia que vivían dentro de su liceo.
En el 2005, la Universidad del Desarrollo entregó las conclusiones de un estudio realizado en Santiago y Concepción donde advertía que más de la mitad de los estudiantes, de entre 11 y 17 años, encuestados -de colegios públicos, privados y subvencionados- reconocía ser víctima de algún tipo de violencia provocada por sus pares. Frente a estas cifras, especialistas ligados a esta casa de estudios alertaban sobre la importancia que todos los establecimientos educacionales incorporaran a sus currículum sistemas antibullying en forma obligatoria, como se hace en Europa y Estados Unidos. Hoy, sin embargo, sólo algunos lo han hecho por iniciativa propia. Situación que podría cambiar con el Programa Nacional Antibullying que anunciaría el Gobierno en estos días, el que debería entregar directrices a los establecimientos escolares para prevenir y resolver casos de matonaje escolar, a lo que se sumarían otras acciones de apoyo.
Cuando falta tan poco para las elecciones municipales sería interesante que los electores exigieran a sus candidatos -que a través de los municipios administrán un porcentaje importante de escuelas y liceos del país-  informen sobre sus propuestas para prevenir el Bullying en sus comunas. Así también, se hace cada vez más necesario que los padres, al momento de elegir un colegio para sus hijos, consideren la existencia de planes antibullying como un elemento tan importante como el rendimiento o el prestigio del establecimiento. Las universidades formadoras de los futuros profesores del país también tienen un rol importante. Deben ser capaces de entregarles herramientas para abordar profesionalmente estas situaciones de violencia que seguramente enfrentarán durante su vida laboral. Pero sin duda, el papel de los padres, y de la familia en general, es el más importante, pues muchas de las conductas de los agresores se forman en el seno de la familia, motivado por padres agresivos o maltratadores que validan la violencia como un medio para conseguir ciertos fines.

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