La apuesta verde de Sebastián Piñera se muestra en todo su esplendor. Un parque privado intenso, exuberante y multifacético que ya se encuentra abierto para quien se atreva a vencer sus límites y descubrir una naturaleza que supera todas las expectativas.
Para los amantes del trekking y las excursiones outdoors, el Parque Tantauco es algo así como la última frontera. Porque en éste, quizás el más emblemático proyecto no político emprendido por Sebastián Piñera, es posible sumergirse en uno de los últimos bosques vírgenes existentes en la continuidad de la cordillera de la costa chilena.
Para entender Tantauco hay que darse una vuelta por los números. Son nada menos que 118 mil hectáreas (más de la mitad de la Provincia de Concepción) de cerros, playas, bosques, ríos y lagos, todos, prácticamente intocados. Un territorio donde muchas veces las distancias no se miden en horas, sino en días, pues cada centímetro para explorar el parque cuesta mucho sudor y algunas lágrimas.
Pero el esfuerzo vale la pena. Ya sea por tierra, entrando por el norte en el sector del lago Yaldad, o bien luego de 5 horas de intensa navegación desde Quellón a caleta Inio, la combinación de flora, fauna y paisajes dejan con la boca abierta a cualquiera.
Por ello, el trabajo ha sido incesante. Al cabo de 3 años en terreno, la labor de los profesionales, practicantes y voluntarios que coordina la Fundación Futuro ya deja ver sus primeros frutos. 2007 y la presente temporada estival han sido los períodos de marcha blanca en los cuales se han abierto senderos, construido refugios e implementado una infraestructura que permite ir descubriendo el parque en forma paulatina. Por ahora, la entrada es gratuita, incluyendo el recomendable viaje en lancha por vía marítima. Sin embargo, para realmente conocer aunque sea una parte de Tantauco, conviene planificar el viaje con antelación, ya que, por ejemplo, el sendero que lo cruza de norte a sur toma 4 días de caminata, aunque en el camino los refugios corresponden a instalaciones de primer nivel, comparados con los de otros parques existentes en el país.
Es parte de la filosofía de Tantauco. Un lugar desafiante y amigable a la vez, donde la imaginación se cruza con una realidad de verde intenso, que no da respiro ni a cámaras fotográficas, ni al cuerpo, porque el tiempo en el parque parece haberse congelado en algún punto entre el mar y los últimos cerros costeros de Chiloé.